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Al mando, Zinedine Zidane
Se reunió con la plantilla para repasar errores, mejorar y unirse. Después la defendió, negó llegadas y creó lo que puede ser un punto de inflexión.
Se reunió con la plantilla para repasar errores, mejorar y unirse. Después la defendió, negó llegadas y creó lo que puede ser un punto de inflexión.
Dice una de las leyes de Murphy que errar es humano, pero que mucho más humano es buscar enseguida a los culpables. Es lo que se hace con más naturalidad y lo que hacen algunos entrenadores cuando las cosas se complican. En realidad, en el fútbol y en la vida hay dos formas de ejercer la autoridad: o se gasta energía en buscar a alguien que pague por los platos rotos o se busca la manera de pegar lo que se ha quebrado, de unir fuerzas, de sumar al fin, porque el futuro puede empezar hoy: «Hay muchos partidos y voy a necesitar a toda la plantilla. Hay gente que piensa que a los que están mal hay que sacarlos; yo –contaba Zidane ayer, en su conferencia de Prensa más reveladora de cómo lleva él el mando de un grupo–voy a ayudarle, a buscar soluciones con él. A mí me interesa la unidad y cuando van las cosas mal no voy a echar la mierda a uno o a dos. Estamos todos en el mismo barco, la culpa la tenemos todos juntos, yo el primero. Soy el responsable, si hay cosas malas es por culpa de todos, no de uno o de dos».
El lunes, después del empate en Vigo, Zidane se fue a la sesión de Bikram Yoga, a relajarse, a sudar y quizá a hacerse una composición de cómo está el Madrid. A más de 40 grados, haciendo ejercicio, puede que se quitase toda la presión que rodea a su cargo y que, durante estos días de malos resultados, puede ser agobiante.
Otros, en momentos así, han dado una imagen inesperada: desde enfados a destiempo hasta pérdida ridícula de papeles. Zidane, en cambio, en el peor momento de su carrera como entrenador de la élite, está mostrando su mejor cara. Serio, riguroso, con las ideas más claras que nunca, didáctico, va a defender a su plantilla hasta el final. Su plan de aquí a final de temporada es unir al grupo frente al ruido externo. Esta es la plantilla que ha llevado al Real Madrid a dos Champions consecutivas y en ella cree el francés, sin más reprimendas de las debidas, con el apoyo a quien más lo necesita porque no está en su mejor momento.
Por eso, ayer, antes del entrenamiento, hubo una reunión de todo el primer equipo con el fin de que esta crisis se convierta en un punto de inflexión. No fue una charla al uso del entrenador a sus jugadores, sino más una manera de juntarse, de repasar entre todos lo que ha sucedido hasta ahora, línea por línea, buscando lo que se puede mejorar. No se señaló a nadie. Si acaso Zidane se señaló a sí mismo como principal culpable o responsable de lo que pasa. «Ha sido una charla como las tienen todos los equipos. Estamos aquí para buscar soluciones, para hablar, hacer mejor las cosas y por eso ha sido más larga que otras», explicaba el entrenador. El entrenamiento empezó mucho más tarde de las once de la mañana y su conferencia de Prensa no comenzó hasta las 14:30, hora y media más tarde de lo habitual.
Había que dar un golpe de timón, que en los momentos malos es cuando más cerca hay que estar de los tuyos. «Mi plantilla son mis valores y la voy a defender a muerte. Creo en lo que hago y cuando se ponen las cosas feas, necesitamos de todos», decía y por eso insistía, tajante, inapelable y definitivamente que no va a haber fichajes en enero. «No voy a necesitar a nadie y ya está. No quiero a nadie, a nada, tenemos una plantilla con la que empezamos y creo en ella. Ahora tenemos todo por delante».
Era un día para hablar: «Quiero explicar las cosas. Yo soy uno más, yo voy a pasar aquí, nadie está por encima del club, nunca voy a echar un pulso a la entidad, a la afición o al presidente, que me ha puesto aquí». Y acabó: «Podemos pensar que la Liga está sentenciada, pero eso no es importante, lo más importante ahora es que cada uno piense en qué puede hacer, qué puede aportar para lograr un título».
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