Golf
Sergio García, 'El Niño' se hace campeón
El verde de Augusta le sienta bien a todo el mundo, y sino que se lo digan a un jugador de Borriol que, sin hacer ruido, se encaramó al liderato de uno de los torneos más míticos y, paso a paso, derribó esa leyenda que le confería ser uno de los mejores del circuito pero no haber logrado un major. García se impuso en Augusta
Uno de los mejores domingos que se recuerdan en Augusta, un verdadero match play entre Sergio García y Justin Rose, encumbró al español a lo más alto de la gloria golfística al hacer, a los 37 años y en la plenitud de su juego, con el primer Major de su carrera.
Tenía que llegar, hubo que esperar mucho, derribar muchas puertas y caer en incontables ocasiones pero por fin, las musas se aliaron al lado de un 'Niño' de Borriol que ya es todo un hombre y que ahora sí, más que nunca, se puede apellidar Sergio 'Campeón' García.
Empezaba el día coliderando junto a Justin Rose, un Rose que anunciaba pelea y que se iba a convertir en un auténtico dolor de muelas. Extraordinario comienzo del español, con dos birdies en los tres primeros y cogiendo dos de ventaja (tres en el 5 con el bogey de Rose) para después, entrar en una regularidad de pares hasta el 10. Por contra, el inglés iba de menos a más, dándole la vuelta a su desventaja de tres con tres birdies consecutivos (6, 7 y 8) y terminar la mitad del recorrido por delante.
Quedaba mucha tela que cortar pero empezaba a escucharse el runrun de una posible debacle del borriolense que aumentó con sendos bogeys en el 10 y el 11. Parecía sumido en una crisis Sergio a pesar de que su mirada reflejaba calma y concentración; las salidas no eran del todo malas salvo alguna que se iba a un árbol y un drop con penalidad en el 13. No obstante, conseguía salvar el par y eso le dio alas para comenzar su ataque.
En el 14, birdie del español tras una magnífica salida para recuperarle uno a su rival y en el 15, el éxtasis; a un bogey del campeón olímpico le respondía el español con un eagle que le servía para empatar y decidírselo todo en los tres últimos.
Más por miedo a perder que a ganar, Rose se volvió muy conservador y su bagaje en los tres últimos fue de birdie, bogey y par por tres pares de García. Lo tuvo todo en el 18 Sergio para ganar. A una buena salida, más larga que la de Rose, respondía el inglés con un segundo tiro muy bueno, haciendo botar la bola fuera del green y devolviéndola por el camino bueno; lejos de amilanarse, el de Borriol daba réplica con un chuletazo que se quedaba cerca del hoyo, a menos de cinco metros, para un putt más que asumible para birdie.
Rose fallaba con el putter y se conformaba con el par, dejando la opción de victoria para el español que, no obstante, leyó mal la caída y no pudo embocar el birdie, en medio del desánimo del público y de él mismo. Así, hubo que irse al desempate, de nuevo en el 18.
En la salida, el inglés fallaba y se iba a los árboles, mientras que la bola de Sergio iba recta por la calle, bien colocada. Intentaba recuperar el británico pegándola flojita a la calle y después otro golpe que, pareciendo malo, llegó a green y quedó bien colocado. Por su parte, el español llegaba al green con un golpe de genio y se dejaba opción de birdie.
Con toda la presión para el campeón olímpico, éste fallaba su golpe y de nuevo la delantera era para García quien, con dos putts podía asegurar la victoria. No obstante, solo necesitó uno para, como si fuese un aro de baloncesto, hacer que la bola lo recorriera por el borde y terminara entrando, en medio del delirio propio y de los aficionados congregados.
Lloraba y gritaba Sergio, sabedor del hito conseguido, de la quinta chaqueta verde para el golf español tras las de Severiano Ballesteros y José María Olazábal, y con su nombre escrito ya para siempre en la historia de este torneo. Muchas emociones, frustraciones y rabia contenida que salieron en un solo grito, en el del ganador del Masters de Augusta.
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