Isco da un paso adelante

Hoy va a ser titular contra el Levante y puede que ocupe la mediapunta, su posición preferida.

Hay futbolistas que no entienden el fútbol más que como un divertimiento. Esto es para disfrutar, para pedir la pelota, intentar más regates que nadie y dar o marcar goles. Como si jugasen sin más responsabilidad que cuando eran niños. Isco no puede evitar ser así. Si puede marcar de vaselina, como hizo en un entrenamiento con los Sub’21, mejor que hacerlo de otro modo; si puede regatear, por qué no intentarlo. Es el futbolista del Madrid que más regates ha hecho (33), nueve más que Cristiano, aunque ha jugado mucho menos que él y que otros. El fútbol es disfrutar, aunque a veces, quién lo iba a decir, hay que sufrir.

Porque si a algo se ha acostumbrado Isco en el Madrid es a pelear, como antes no hacía. Fue al llegar a la capital de España cuando descubrió que también existía la portería propia. Ancelotti le obligó a mirar y correr hacia atrás cuando se perdía la pelota. «El míster quiere que me implique en defensa y eso es lo que estoy haciendo. Y ahora intento también defender», ha dicho esta temporada el andaluz. «A Isco sólo le falta un entrenador que le ponga», explica Carlo Ancelotti.

Hoy, contra el Levante, el italiano sí va a ser ese entrenador que le ponga. De los doce encuentros que ha disputado el Real Madrid esta temporada, Isco sólo ha sido titular en tres. «Va a jugar contra el Levante», desveló ayer Ancelotti. Fue el único nombre que dio del once titular, además de Casillas. Y no sólo va a jugar, sino que quizá lo haga en su posición: «Puede jugar un mediapunta», había dicho antes el entrenador, que medita cambiar el sistema. Si James, que apenas ha tenido tiempo de recuperarse del viaje con Colombia, no está finalmente, ese lugar sólo puede ser para Isco. Es donde se hizo famoso, desde donde logró los méritos para fichar por el Madrid, cuando estaba a punto de marcharse al Manchester City.

Pero también es una posición que ha tenido que ir olvidando mientras miraba hacia su portería tanto como hacia la portería contraria: «Todos debemos defender, pero unos lo hacen más que otros», cuenta. Isco se adaptó bien a la ciudad y mejor al estadio, que le idolatra. Se lleva bien con la generación de los jóvenes, con los que compartió Europeo Sub’21, ha tenido un niño, se ha olvidado de sus problemas con sus antiguos representantes. Cuando le han pedido que juegue en otra posición, lo ha hecho sin quejarse, aunque es cierto que le cuesta estar concentrado los noventa minutos, como si a veces se olvidase de que ya no es mediapunta y tiene que trabajar para dar equilibrio a un equipo con tendencia a romperse por la mitad.

Ocupó la mediapunta en el primer partido con el Real Madrid, contra el Betis, el día que abrió la temporada pasada. Hizo el gol de la victoria y el Bernabéu terminó coreando su nombre. Ancelotti, sin embargo, no dejó de observarlo como miran los entrenadores cuando ven a un jugador genial: sospechan que les va a hacer un agujero en el equipo. Isco fue desapareciendo del once y cuando volvió a jugar ya sabía que tenía que vigilar la espalda de otros, como en el Málaga hacían sus compañeros con la suya. No cabía en los sistemas con los que Ancelotti buscaba un conjunto compacto. Isco jugó, en varios encuentros intrascendentes, de falso nueve y no encontró su sitio. Fue cuando se retrasó, para convertirse en un centrocampista más, cuando se convirtió en un secundario imprescindible.

Eso es una penalidad para él. Cumple, pero no nació para eso. Nació para disfrutar y que sufra el rival. Es, tras James, el que más faltas recibe de los blancos. «Con la pelota la gente sabe que lo hago bien», dice el hoy mediapunta.