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Jota García: "Estudias Óptica y Optometría y ¿te quedas ciego? Qué paradoja"
Una uveítis infantil le dejó ciego a los 29 años. Ahora se prepara para las Paraolimpiadas de Tokio 2020 en la modalidad de triatlón
Una uveítis infantil le dejó ciego a los 29 años. Ahora se prepara para las Paraolimpiadas de Tokio 2020 en la modalidad de triatlón.
El frío es helador, pero no importa. José García, Jota para los amigos, corre. El entrenamiento es duro. Y le queda. La jornada resulta larga e intensa, aunque reconoce que lo complicado es llegar hasta aquí, la propia pista del polideportivo José Caballero donde hoy entrena. Ha venido con Jesús, su hermano, que le hace de guía para salvar las dificultades de no poder ver. Le permite «volar». Una uveítis le provocó que se le apagara la luz a sus 29 años y quedara ciego.
Se prepara a conciencia para las Paraolimpiadas de Tokio 2020 en la modalidad de triatlón. Un cambio de vida que a veces se lo pone difícil, pero no logra borrarle la sonrisa. «Podría ver todas las barreras que quisiera. Podría no levantarme de la cama, pero ese no es el camino, es el contrario. Aunque yo no vea las cosas siguen estando ahí. Tú estás enfrente, mi hermano está por ahí y los compañeros están grabando, hay gente corriendo en la pista y la pista está ahí para mí. Igual que estaba antes. Hay que aprender a disfrutarlo de otra manera», dice y lo hace con el sudor todavía de quien se deja la piel en cada entrenamiento.
–¿Cómo se queda ciego?
–Por una enfermedad que se llama uveítis y que me diagnosticaron cuando tenía siete años. A los 21 años perdí la vista del ojo izquierdo y a los 29 la del derecho.
–¿A qué desafíos se enfrenta?
–El desafío es continúo. Cuando no ves, lo más mínimo supone un desafío. Los que veis hacéis todo con normalidad, pero en verdad cualquiera de esas rutinas que se hace de manera automática, cuando no ves se puede convertir en una cuesta muy complicada.
–¿Cuáles son sus objetivos?
–El principal, los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 en mi disciplina de Triatlón y luego terminar mi carrera, que sólo tengo que presentar el proyecto de fin de grado el mes que viene y defenderlo en la universidad. Desarrollarme como fisioterapeuta siempre con la mirada puesta en Tokio.
–¿Qué estaba estudiando cuando ocurrió todo esto?
–Lo que empecé a estudiar fue Óptica y Optometría. Siempre lo comparo con que un vegetariano se comiera una planta carnívora, igual. Es una paradoja. Estudias Óptica y Optometría...¿Y luego te quedas ciego?
–Para entrenar necesita un guía que le ayude, ¿cómo es ese entrenamiento?
–Para poder rendir al máximo nivel sin ver nada haciendo una disciplina como triatlón necesitas un equipo a tu lado con mucha ilusión y muchas ganas y que sean más que meras herramientas, que sean parte de tu familia, porque son con los que compartes el 90 por ciento de tu tiempo. Para ello está mi hermano, Jesús; Nacho, mi entrenador y mi guía; por supuesto Ángel Salamanca, que es mi guía titular; Edu y Laura, que me ayudan... Y sin ellos yo no podría entrenar, porque no tengo la autonomía para poder entrenar yo solo en una pista de atletismo o para subirme a un tándem. Cuento con un gran equipo que me ayuda a volar.
–¿Es difícil coordinarse con otra persona?
–Yo creo que no lo es porque en el 95% de los casos es tal el empeño que han puesto y las ganas que enseguida hemos sacado el entrenamiento, es brutal.
–Se le ve feliz, ¿siempre ha sido así o también requiere de un periodo de adaptación?
–Igual me flipo un poco, pero siempre ha sido así. De hecho, cuando me quedé ciego yo pensaba que quería seguir siendo quien era antes, no quería reinventarme, soy José Luis García, Jota para los amigos y así quiero seguir siendo.
–¿En qué medida están preparadas las ciudades para una persona ciega?
–Pues mira no sabría decirte, pero sí creo que cada vez la gente está más concienciada y sí me gustaría hacer un llamamiento para que cuando alguien vea a una persona ciega o con cualquier discapacidad... Evidentemente es casi imposible que las ciudades sean accesibles a todas las discapacidades, porque de hecho hay cosas que si son accesibles para una persona ciega puede complicárselo para otra persona con otra discapacidad, pero yo creo que para conseguir una buena convivencia entre todos están las personas, que todos seamos conscientes de que una persona con discapacidad es alguien más en la sociedad, ni mejor ni peor y que si le queremos ayudar lo único que tenemos que hacer es decirle ¿necesitas ayuda? y a partir de ahí generar una conversación en la que él te dirá si la necesita o no. Creo que es la única manera de hacer las ciudades cien por cien accesibles.
–¿Qué cuenta a la gente en las charlas motivacionales?
–Les digo muchas cosas, pero intento sacar conclusiones de cada etapa de la vida, y sí me gusta dejar el poso en las personas de que todos al final pasamos por momentos difíciles, los superamos, pero lo bonito es abandonar esa zona de confort e intentar lo imposible. Hay una frase que yo llevo muy dentro de mí que es lo difícil se consigue lo imposible se intenta.
–¿Sabe braille?
–No, ahí me has pillado, pero me exigía demasiado tiempo y al final lo que hago es sacar el máximo partido a la tecnología.
–Por ejemplo, ¿para vestirse?
–Eso es. Para combinar la ropa tengo una maquinita y sobre todo soy muy ordenado, aunque tengo ahí un margen de error y hay días que no acierto. La mayor herramienta es la tecnología; ser ciego hoy es más fácil que hace años.
–¿Cómo se lleva con las redes sociales?
–Más bien mal, porque por ejemplo Instagram no es 100% accesible y necesito ayuda y es vital porque para competir se necesitan patrocinadores... Al final vuelves a darte cuenta de que para que todo funcione necesitas un equipo.
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