Vuelta a España
Juanfran de la Cruz: «A la Vuelta le quedan muchas montañas por pisar»
El autor descubre en «Gustaaf Deloor. De la Vuelta a la Luna» que el primer ganador de la ronda española trabajó para la NASA y estuvo preso en un campo de concentración.
El autor descubre en «Gustaaf Deloor. De la Vuelta a la Luna» que el primer ganador de la ronda española trabajó para la NASA y estuvo preso en un campo de concentración.
Juanfran de la Cruz (Barcelona, 1979) siempre le ha interesado la historia de la Vuelta. Es un estudioso de lo que fue y de lo que pudo haber sido en la carrera española. Ese interés le llevó a profundizar en la investigación de la figura del primer ganador para conectar el periodismo con la literatura.
–¿Qué le hace salir a buscar a Gustaaf Deloor?
–Creo que es el momento en que tengo conciencia de que no se ha hecho nada con el primer ganador. El ciclismo tiende mucho a mitificar personas, lugares, enclaves, momentos y en la narrativa de la Vuelta a España por lo menos en este momento pionero no había nada de eso. En esta época había estado leyendo, investigando y escribiendo algunas cosillas sobre las prehistorias de la Vuelta porque me interesaba mucho el desfase respecto al Tour y al Giro y acabé descubriendo que había más de 20 años de prehistoria, muchos intentos de montarla. Creo que no hay ninguna carrera en el mundo que pueda decir eso, lo que refuerza las peculiaridades que tiene la Vuelta.
–¿Qué le ha sorprendido del personaje?
–Más allá de la trayectoria deportiva de Gustaaf Deloor, cuando ves que ha tenido escarceos con el estraperlo en la raya hispano-lusa, que ha tenido momentos de una intensidad angustiosa como tiene que ser el hecho de ser prisionero de guerra, vivir en un campo de concentración, volver a casa y ver que le han robado todo lo que tenía. Sus propiedades se las habían repartido los que creía sus amigos, el hecho de tener que reconstruir una vida en otro continente sin dominar el idioma, empezar de cero, recorrer la ruta 66 que ahora parece un viaje de lujo y él lo hizo por necesidad, tener un familiar que ha sido beatificado por Juan Pablo II. Acaba trabajando para una empresa que tiene muchísima relación con el gobierno de Estados Unidos en un contexto como la Guerra Fría y acaba trabajando para la Nasa. En una época en la que no era lo más habitual su mujer tenía 25 años más que él, su segunda mujer era 25 años más joven que él. Estamos hablando de los 60-70, es padre con 60 años. Por muchísimas cosas, Gustaaf es un pionero más allá de ser pionero en ganar la Vuelta a España. Eso es lo que más me ha sorprendido. Es una vida que podría pasar por la trama de un guión de una película o de una serie, sin lugar a dudas. Eso también me sorprende que no haya despertado interés, que nadie se haya percatado de eso.
–¿Ha sido muy complicado encontrar documentación?
–Hay algunos documentos históricos, por ejemplo, actas de nacimiento de Gustaaf, documentos que me ha facilitado la familia. Hay un episodio que le sucede en la frontera franco-belga, él volvía de competir y traía un cargamento de tabaco que en función de la cabecera que consultaras variaba en cantidad y en valor económico en el mercado. Hemos intentado encontrar algún tipo de documento en el que se registrara la incautación del tabaco, pero no ha sido posible. En el caso de su cautiverio en la Segunda Guerra Mundial, la poca documentación que pudiera quedar, si existe algo, está extraviada. –¿Qué dice la familia cuando se entera de que hay un loco en España escribiendo la biografía de Gustaaf Deloor?
–Ellos estaban por un lado muy sorprendidos y, por otro, bastante contentos de que alguien se interesara por la figura de Gustaaf. Como familiares, estaban al tanto de sus andanzas deportivas y para ellos es un motivo de orgullo. Su segunda mujer sí sabía que había estado trabajando para esta empresa que trabajaba para la NASA y que justifica el título del libro, y su hija también, pero su esposa al ser 20 o 25 años menor y su hija, al haber nacido cuando él estaba en torno a los 60, hay una parte de su historia a la que no han tenido acceso directo. Eso me planteó un compromiso de honestidad y respeto.
–¿Qué le hubiera preguntado a Gustaf Deloor si estuviera vivo?
–Si le tuviera que preguntar algo seguramente sería por qué estaba tan seguro de que hubiera sido campeón del mundo en el 36 en Berna. Me llama mucho la atención. Le preguntaría dos cosas, eso porque más allá de que confiara mucho en su velocidad fue una de las pocas cosas que trasladó a su familia, y qué sintió la primera vez que volvió a ver la Vuelta por televisión. Le preguntaría muchas cosas y si me das una hora hasta 25.
–¿Queda mucho por descubrir de la Vuelta?
–Yo creo que sí. A la Vuelta le queda desde mi punto de vista reivindicar las particularidades que tiene, que son muchísimas. Y no tanto a nivel literario sino la propia carrera, porque hay macizos y montañas que no han sido pisadas todavía por la carrera, que tienen puertos dignos de Giro y dignos de Tour.
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