Estados Unidos

El primer paso hacia la leyenda

Simone Biles, la gimnasta que persigue la sombra de Comaneci, logró su primer oro

Simone Biles, con la medalla de oro colgada al cuello
Simone Biles, con la medalla de oro colgada al cuellolarazon

De Nadia Comaneci a Simone Biles han pasado cuarenta años y varios estilos. Del estilizado cuerpo de la rumana a la rotundidad del físico de la estadounidense, pura potencia encerrada en un cuerpo de 1,45. De los 14 años con los que Nadia consiguió el primer diez en la historia de la gimnasia en los Juegos de Montreal a los 19 con los que Simone se estrena en unos Juegos Olímpicos.

Pero en el fondo todo sigue siendo igual y el dominador de la gimnasia femenina es un hombre, Bela Karolyi. El entrenador rumano de origen húngaro fue el modelador de Nadia Comaneci y después de la estadounidense Mary Lou Retton. Y en su rancho de Houston es donde se entrena el equipo estadounidense bajo la supervisión de su esposa, Martha. Cuenta la leyenda que Bela, a punto de cumplir los 74 años, ya está retirado y que es ella la que se ocupa de todo. Dicen, también, que a Martha no le gustaba la aparente relajación con la que afronta los ejercicios Simone Biles, pero ha terminado por entender que es lo mejor para ella. Compite con una sonrisa porque la gimnasia la hace feliz.

Ayer tampoco podía dejar de sonreír al terminar la final por equipos. Las medallas son para todas. Para ella y para Lauren Hernández, Alexandra Reismanm, Gabrielle Douglas, Madison Kocian, con las que se abrazaba para celebrar el oro. Pero la historia se detendrá en Biles, en la primera medalla que ha conseguido en unos Juegos Olímpicos de las muchas que se esperan. Las estadounidenses ya se mostraron muy superiores en la clasificación al resto de sus rivales. Rusia y China, por ese orden, las acompañaron en el podio.

El reto para Biles es ganar cinco medallas de oro, porque no acaba de sentirse cómoda en las barras asimétricas, curiosamente el aparato en el que Comaneci consiguió aquel histórico 10 que el marcador electrónico convirtió en un 1 porque no estaba preparado para los dos dígitos. El resto de ejercicios los domina con facilidad, especialmente el suelo. Incluso ha conseguido poner su nombre a un ejercicio imposible para todas las demás. Un «biles» es un doble mortal en plancha que termina en medio giro. Una barbaridad que le permite la potencia de su tren inferior y su escasa estatura. «De pequeña siempre estaba dando saltos», reconoce la pequeña gimnasta estadounidense, que no tuvo una infancia cómoda. La adicción de su madre al alcohol y las drogas hicieron que fuera adoptada por su abuelo materno, Ron, y su mujer, Nellie, cuando tenía tres años. Cambió de familia y de ciudad. Abandonó su casa en Columbus (Ohio) para instalarse en Texas, donde a los seis años comenzó a entrenarse en el gimnasio de Aimée Boorman, que todavía sigue siendo su entrenadora.

«A veces me pregunto qué podía haber sido de mí», dice, aunque sigue manteniendo una buena relación con su madre biológica. Shanon para ella, porque «mamá» es Nellie. Fue ella quien le hizo cambiar para competir mejor. «Era muy dura conmigo misma», ha confesado Biles. Nada era suficiente para ella hasta que escuchó las palabras de su madre. «Sal ahí y hazlo lo mejor que puedas. No tienes que competir contra nadie. Sólo estás tú contigo misma», le dijo. Y desde entonces eso la ayuda a tranquilizarse en las competiciones. «Soy muy afortunada de tener estos padres. Lo puedo hacer muy bien o muy mal, pero ellos me quieren igual. No les preocupa cómo lo haga, para ellos soy su Simone», dice. Ella siempre los busca en la grada antes de competir. Ayer pudo buscarlos también después para enseñarles su primera medalla de oro.