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Nadal lo quiere todo

Se aseguró al menos la plata en dobles junto a Marc López. Antes había derrotado a Simon

Rafael Nadal y Marc Lopez en un momento del partido
Rafael Nadal y Marc Lopez en un momento del partidolarazon

En torno a dos horas empleó Rafa Nadal para deshacerse de Gilles Simon en dos sets (7-6 y 6-3). Nunca vio comprometida la victoria, a pesar del ajustado 7-6 tras decidirlo por 7-5 en el «tie break». Ya está en cuartos, como Roberto Bautista, que empleó menos tiempo en liquidar al luxemburgués Müller (6-4 y 7-6) porque no hubo tanto intercambio de golpes. Y a continuación Rafa alcanzó la final de dobles con Marc López al imponerse a los canadienses Daniel Nestor y Vasek Pospisil por 7-6 (7/1) y 7-6 (7/4).

Es característico del juego de Nadal el peloteo, porque su saque no es ganador. Atesora otras virtudes como la constancia, la paciencia y golpes que suelen ser patrimonio de quien ha llegado al número 1. Con algunos deleitó a la concurrencia. Repito: juega en casa, lo cual debe encorajinar a Roselyne Bachelot, aquella ministra francesa de Sanidad que le acusó de doparse, por lo que había oído, y que ahora se encuentra metida en pleitos.

La denuncia sigue los pasos desesperantes de la Justicia, y es asunto que a Nadal ha dejado de preocuparle. Dudó Roselyne de su honorabilidad, acudió él a los tribunales y zanjó la cuestión hasta que éstos decidan. Con el asunto de su muñeca ha hecho igual. Se inscribió en los Juegos porque era el abanderado de España y, una vez en Río, consideró que lo mejor era jugar, con el consiguiente riesgo. Después de dos meses sin competir, lo que denota en cada partido olímpico es que progresa, que juega un poco mejor y que el escalafón de los rivales no le arredra. Ha dejado en la cuneta al argentino Delbonis, resignado a su suerte, al italiano Seppi, que sólo le exigió en un set, y al de mayor catalogación, Simon, número 15 de la ATP, que pensó que por haberle ganado en Madrid en 2008 podía repetir la gesta. No le dio opción. Fue reñido el primer set y en el segundo, le eliminó finalmente con un 6-3.

Empezaba el maratón –que ya será menos, porque ha renunciado a jugar el dobles mixtos con Garbiñe– con victoria en el individual y el pase a cuartos, como Roberto Bautista, que tampoco da cuartel. Éste se va a encontrar con Del Potro y Rafa, con Bellucci, el ídolo local, uno de los verdugos de la «Armada» en la Davis. Mejora la calidad de los compromisos según avanza el torneo. Pero Nadal confesó en el entreacto que el partido importante del día era la semifinal de dobles que iba a jugar apenas dos horas después con Marc López frente a la pareja canadiense.

Les correspondió la pista 3, de capacidad limitada, como una de entrenamiento, con el viento interventor en cada saque y las voces de las canchas de al lado mezclándose con el partido hispanocanadiense.

Marc es el especialista, doblista por excelencia; Nadal es el atrevimiento individual. Busca las líneas, pero choca con dos restadores. Un inconveniente que hay que contrarrestar con ganas, y él las pone todas. No desespera, aunque se les escapen dos bolas de partido. Se anima él y alienta a Marc. Juega con las ganas de un juvenil, es un competidor nato que quiere ganar todos los partitos, aunque sean varios en un día, y todos los torneos por muy diferentes que sean. Huele la medalla, contagia su ambición a López, a quien da gusto ver jugar estos partidos, caen, se levantan y siguen el rastro hasta que la encuentran, sólo hay que determinar el metal, si oro o plata; pero hay presea segura.

Mucho antes habían terminado de jugar Carla Suárez y Garbiñe Muguruza. Eliminadas. Carla estuvo más metida que Garbiñe en el partido. Perdieron contra las rusas Makarov y Vesnina por 3-6 y 4-6.