Atletismo

La bella que enterró a las bestias

Schippers gana los 200 y bate el récord de Europa de los robots de la RDA

Dafne Schippers
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No hacía tanto que una atleta de raza blanca se proclamaba campeona del mundo de los 200 metros –lo hizo Kapachinskaya en París 2003–, pero la rusa jamás transmitió en su carrera la belleza de diosa del tartán que desprende Dafne Schippers. La holandesa, de 23 años, 1,80, rubia y guapa a rabiar, podría ser modelo si se lo propusiera, o podría al menos sacar provecho de su físico en las portadas de esas revistas que mezclan deporte y moda, pero desde ayer nada de eso importa, o importa menos, porque su carrera la hará pasar a la historia como una de las mejores velocistas de todos los tiempos.

Schippers se proclamó campeona del mundo parando el crono en unos alucinantes 21,63, la tercera mejor marca de la historia, batiendo el récord de Europa que compartían Marita Koch y Heike Dreschler, dos hieráticas alemanas de la RDA que a finales de los 70 y principio de los 80 dominaban la velocidad mundial como estandartes de un régimen que hizo del doping de Estado en el deporte de élite su propaganda más eficaz. Por delante de la holandesa ya sólo queda en la tabla de récords Florence Griffith (21,34), a la que siempre ha envuelto la sospecha de dopaje, y Marion Jones (21,62), que acabó dando positivo antes de ingresar en prisión por perjurio.

La carrera fue espectacular. Schippers pertenece a esa estirpe de atletas grandotes que, como Usain Bolt, tienen dificultades para ponerse en movimiento en la salida. Esos dos metros que pierde hasta ponerse completamente recta los recuperó en la curva, excepto con Elaine Thompson, hasta ayer una de tantas jamaicanas que se ganan la vida con la velocidad. Thompson, 20 centímetros más baja, cobró una ventaja que mantuvo hasta los últimos 30 metros, justo cuando entra en escena la caída de la velocidad. En ese momento decisivo, gana el que menos pierda, y la bella neerlandesa dio la impresión de, en lugar de desacelerar moderamente, incrementar su velocidad con una sexta marcha que no existe. Fueron cincuenta metros clavaditos a los de Marie-Jo Pérec en la final olímpica de Atlanta, una remontada de ciencia ficción.

Igual que Bolt hace con Gatlin, o como Carl Lewis hacía con sus rivales en los 80, la holandesa de perfecta zancada recuperó esa desventaja en el último tramo hasta ponerse por delante en la línea de cuadros. La plata fue para Thompson (21,66) que se quedó a sólo dos centésimas del récord jamaicano de otra belleza inolvidable: Marlene Ottey. El bronce fue para la veterana Veronica Campbell, que también bajo de 22 segundos (21,97) para añadir una medalla más a su extenso palmarés, inaugurado hace nada menos que once años con el oro olímpico en Atenas.

Dafne Schippers es el nuevo icono del atletismo femenino mundial y la IAAF ya está retorciendo los calendarios para propiciar un duelo de alto voltaje en Río con Shelly-Ann Fraser-Pryce, que la batió en el hectómetro por un suspiro, y Allyson Felix, que no ha podido doblar con el 400 porque se solapaban las dos pruebas. El margen de progresión de la holandesa aún es grande, si se considera que hace sólo dos años que trabaja específicamente la velocidad, después de iniciar su carrera en las pruebas combinadas. En Moscú 2013, ganó la medalla de bronce en el heptatlón.

El detalle

Ruth Beitia buscará hoy la segunda medalla para España

- El penúltimo día del Mundial debe ser el de Ruth Beitia. La capitana española disputa hoy (12:30 horas) la final del salto de altura, en la que se presenta como la tercera mejor marquista (2 metros) de las inscritas, ex aequo con la rusa Maria Kuchina. Sólo la favorita, su compatriota Anna Chicherova (2,03), y la polaca Kamila Lucwinko (2,02) han saltado este año más que la cántabra, que también deberá vigilar a la legendaria Blanka Vlasic. Beitia defiende en Pekín los bronces logrados en los mundiales de Moscú 2013, al aire libre, y de Sopot 2014, bajo techo.