Copa del Rey
La embestida del búfalo
Luis Súarez rompió al Atlético con un golazo después de una carrera de 50 metros.
Luis Súarez rompió al Atlético con un golazo después de una carrera de 50 metros.
Sonó el nombre de Messi por los altavoces y se elevaron los pitos. Sonó el de Neymar y aumentaron los vatios, pues el brasileño es de ese tipo de jugadores que enfada a la afición rival desde antes de empezar. Sonó el de Suárez y hubo indiferencia, que diez minutos después se convirtió en silencio. La calma después de la tormenta; tras la embestida del búfalo uruguayo. No se oyeron sus pisadas, pero casi. Recuperó la pelota Mascherano y arrancó la manada. Ya no había nada que hacer. Suárez no es el jugador más habilidoso del mundo, de hecho, admite que se aleja de los rondos en los entrenamientos «para no molestar», pero una vez que está en carrera es difícil de parar. Potencia más que velocidad. Godín no pudo frenarlo, Savic fue víctima del autopase del «9» y el camino a la portería ya estaba despejado. Llegó, remató cruzado y marcó.
Una carrera de 50 metros hacia la meta que se había puesto Luis Enrique. Pedía el técnico un gol y ahí estaba, rápido. Porque, aunque parezca mentira por los futbolistas que tiene, el Barcelona ha sufrido problemas de puntería esta temporada.
El equipo se defendió bien y atacó con su tridente. Alejado del juego preciosista y más coral de otros días, a veces parecía que los azulgrana estaban formados por un portero y siete trabajadores que tienen como objetivo evitar recibir goles y hacer que la pelota llegue a sus atacantes para que jueguen. En ocasiones en lugar de siete trabajadores eran nueve, pues Neymar y Suárez se unían a la faena, quedando Messi liberado de esas funciones. Que perdía Rakitic un balón en la derecha, era Luis Suárez quien retrocedía para tapar el hueco dejado. Corrió adelante y atrás el uruguayo.
Entre los «detalles» para sorprenderse que señaló Luis Enrique y que podía haber entre los dos equipos que se conocen de sobra él incluyó los pases en largo de Cillessen. Estaba estudiado desde la caseta: pelotazo al otro campo del portero y que se las apañe el «gordo», como llaman a Suárez en el vestuario. Lo intentaron hasta tres veces y ese fue el origen del segundo tanto. La peleó el delantero, que maneja su cuerpo como pocos, y generó una acción de ataque que Messi resolvió un rato después con un disparo quirúrgico, pegado al poste. Los odios de la afición se los siguió llevando Neymar en cada jugada, y un poco también Luis Enrique, ya que una pequeña parte del público se inventó una versión del que en su momento fuera un gran éxito. Del «Luis Enrique, tu padre es Amunike» se pasó al «Umtiti, tu padre es Luis Enrique».
Cambió la película del encuentro tras el descanso, con un Atlético más incisivo y la desconexión entre los medios y el ataque del Barça. Las embestidas de Luis Suárez tuvieron que ser más hacia su portería que hacia la de Moyá. Allí estaba el uruguayo para despejar un córner en el primer poste o para molestar a Gabi o Koke. Se dedicó a resistir el Barcelona en la segunda parte, en la que no llegó casi ni a probar las habilidades del portero rival. Sólo un tiro, el de Messi, de falta, que se estrelló en el larguero después de que pusiese la mano Moyá. Neymar, que se pierde la vuelta por tarjetas, también tuvo una ocasión, pero se le fue arriba. Los azulgrana llegarán hasta donde les lleve su tridente, que ayer en la primera mitad, con espacios, tomó ventaja en la primera batalla.
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