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El BMC se impone en el paseo
Peter Velits vestirá el primer maillot rojo, pero sin diferencias en la general
Era sólo una cuestión de dignidad. La decisión de que los tiempos tomados en meta sólo tuvieran validez para la clasificación por equipos convirtió la primera etapa de la Vuelta en una exhibición, un bonito paseo junto al mar. Se trataba, pues, de disfrutar las vistas o de competir como si la vida les fuera en ello a los ciclistas. No parecía tan peligroso el recorrido sobre el terreno como manifestaron algunos ciclistas desde que el jueves comenzaron a inspeccionarlo. Parecían más preocupados por la estrechez de algunos tramos, lo que dificultaba los relevos para la crono por equipos, que por el albero que cubría algunas zonas del recorrido.
Era una prueba para la profesionalidad de los ciclistas y de los equipos. Y algunos eligieron tomárselo como un entrenamiento. Fue el escandaloso caso del Europcar, que perdió más de dos minutos en los escasos 7,4 kilómetros de la primera etapa, lo que hizo parecer digno el desempeño de equipos como el Cannondale o el Giant.
Otros, como el Bmc, prepararon el recorrido a conciencia, lo inspeccionaron varias veces, y consiguieron el premio. Porque más allá de que a algunos les preocupe la clasificación por equipos, se trataba también de que uno de los corredores de su equipo subiera al podio para recibir el maillot rojo, aunque fuera de manera testimonial. Porque no hay líder después de la primera etapa, pero sí hay un portador del maillot que distingue al primer clasificado. Y Bmc, un equipo de especialistas, campeón del mundo en Ponferrada el año pasado y ganador también de la contrarreloj por equipos en el pasado Tour.
Se trataba de elegir al líder honorario de la carrera. El elegido es Peter Velits, el eslovaco que ya ganó la contrarreloj de Peñafiel en la edición de 2010 y que acabó segundo aquel año en la general por detrás de Nibali. Aquel fue el mejor momento de su carrera, que no acabó de despegar después. Samuel Sánchez podía haber disfrutado de ese pequeño momento de gloria, pero su trabajo estaba en los primeros tramos del recorrido. «Los que mejor salida tenemos debíamos salir a bloque para que los cinco últimos pudieran dar mejores relevo», explicaba en la meta. «El trazado ha sido bonito y peligroso. La organización ha acertado al anular los tiempos, pero un triunfo de etapa es un triunfo de etapa», decía. Los corredores del Bmc sólo fueron un segundo mejores que el Tinkoff, el equipo de Contador aunque Contador no participe en la Vuelta. Se exprimió el grupo en los últimos kilómetros, consciente de que necesitaba esforzarse para superar el tiempo del Orica Green Edge. Y fueron apenas cinco centésimas mejores que el equipo australiano. Los 8:11 en que paró el cronómetro el grupo que dirige Neil Stephens parecían en principio un registro difícilmente mejorable, aunque los australianos tuvieron que conformarse con ser terceros.
Especialmente porque algunos decidieron extremar la prudencia. Como el Movistar, ganador de la primera etapa el año pasado, cuando Castroviejo se vistió de líder, igual que había sucedido en 2012 en Pamplona. Fue noveno a 24 segundos el equipo de Quintana y Valverde, los favoritos que más arriesgaron. Porque, en el fondo, era sólo una cuestión de dignidad.
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