Ciclismo
Entre el miedo y la niebla
El miedo pesa más que el tiempo y los ciclistas se guardan las fuerzas para no morir antes de llegar a la orilla, a esa frontera que marca la etapa de mañana, con final en la Ermita de Alba. Después esperan el día de descanso y la decisiva contrarreloj de Burgos. Pesa el miedo y pesan las piernas. Y por eso a los ciclistas, a los de arriba, les cuesta moverse.
Se guardaban para el mirador de la Fuente del Chivo, cinco kilómetros añadidos a la meta más tradicional del Alto Campoo. Cinco kilómetros en los que esperaban los porcentajes más duros de la subida, del ocho y el nueve por ciento. Y hasta allí viajaron todos «cómodamente». Todavía no eran conscientes del frío que les esperaba, de la niebla, de las tiritonas de algunos que llegaban a la meta con el pelo escarchado por el sudor que se congelaba.
Hacía frío y queda tiempo. Siempre queda tiempo, aunque las etapas se vayan consumiendo y las variaciones sean mínimas. Lo intentó Fabio Aru, el líder, consciente de que lo peor esperaba al final. «He atacado cuando quedaban tres kilómetros porque sabía que era lo más duro», confesó. Se llevó con él a Nairo y a Majka, antes de que el polaco reventara; llegó Purito después, y se olvidaron de lo que venía por detrás. Quintana tenía más ganas que ninguno porque también es el que más lejos marcha en la general.
El colombiano se olvidó del virus que le ha atacado en los últimos días y se marchó hacia arriba. Purito resistió con él más tiempo que el líder, pero también acabó cediendo. Quintana ha construido su leyenda en etapas como la de ayer. Así ganó el Giro del año pasado y la Tirreno-Adriático este año. No le tiene miedo al mal tiempo y va recuperando la confianza en sus piernas. «Todavía tengo dolor abdominal y el estómago no se regula», confesaba después. Pero mejora y quiere aprovechar el tiempo que le queda para seguir recuperando. Ayer volvió a meterse entre los diez primeros, ya es noveno, y recortó siete segundos al líder y 29 a Dumoulin. «Al parecer ya va pasando el virus, espero poder luchar por lo menos por el podio y quedan bastantes etapas para recuperar tiempo. Si sigo con las sensaciones que tuve hoy, es posible», añadía. Y después daba las gracias a Dios por recuperar la salud.
Quintana se recupera y a su compañero Alejandro Valverde le cuesta más. «El día ha sido largo y duro», aseguraba. Y el clima no le ayuda a la recuperación de su hombro. «Ha ido peor con el frío», añadía. Entró al lado de Dumoulin y pierde un puesto en la general, superado por Mikel Nieve.
La pelea por delante era otra. Desde el kilómetro 50, cinco escapados trabajaban por la gloria del momento, por ser los primeros en inscribir su nombre en un final inédito en la Vuelta. Ganó De Marchi, en el que todo el mundo confiaba menos él. «Todos me miraban, pero el que más energías tenía era Cherel». Saltó dos veces a por el francés, convencido de que nadie más iba a hacerlo. El que menos parecía preocuparle era Rojas. El murciano del Movistar acabó sentado en el suelo, intentando recuperarse del esfuerzo nada más cruzar la meta. Terminó tercero, superado también por Puccio, y con ganas de quitarse de encima las limitaciones que se le suponen a un esprínter. «Siempre he sido algo más que un esprínter, soy un corredor combativo», explicaba. Y se está empeñando en demostrarlo. Ahora que ha perdido velocidad, no es extraño verle en las fugas. Pero la Fuente del Chivo era demasiado para él.
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