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La vuelta al mundo de Orenga

El ex seleccionador emigró a China después de dirigir a Egipto. «De parar un partido por los rezos he pasado a tener de todo», dice

El ex seleccionador español entrena al Jilin Northeast Tigers de la Liga china
El ex seleccionador español entrena al Jilin Northeast Tigers de la Liga chinalarazon

El ex seleccionador emigró a China después de dirigir a Egipto. «De parar un partido por los rezos he pasado a tener de todo», dice.

«Aquí la estrella del equipo no me llega al entrenamiento en moto. No necesito pedir un reloj de posesión para entrenar y que me pregunten para qué lo quiero. No se entrena sólo por las tardes y no se para un partido o un entrenamiento por aquello de los cinco rezos diarios. Aquí a las religiones no se las hace mucho caso y cualquier cosa que pida lo tengo en un momento. Lo primero que me hicieron nada más llegar al equipo fue tomarme medidas para encargarme un traje, así que...». El que habla es Juan Antonio Orenga, ex seleccionador nacional y que lleva casi cuatro meses entrenando al Jilin Northeast Tigers de la Liga china (CBA). Y eso después de haber sido seleccionador de Egipto. «De los 40-45 grados de El Cairo y una desorganización total he pasado a 20 bajo cero y con todo muy en su sitio, supercontrolado. La capacidad de adaptación del ser humano es asombrosa. Aquí la gente no se queda en casa, sale, hay mercadillos, se ve vida en la calle... es una vida muy occidental y Shenzhen –la ciudad del equipo en el Noreste de China– ha surgido en muy pocos años y tiene más de diez millones de habitantes».

No todo es desconocido para Orenga. El propietario del equipo es Sun Yun, un ex jugador que fue internacional chino en el Mundial de Toronto 1994. Sí, en el famoso «chinazo» que sufrió la Selección en la que jugaba el castellonense. «En la foto del salto inicial allí estábamos los dos. Es un tío muy agradable y no se mete en mi parcela, que es uno de los problemas que se dan aquí. Uso los sistemas que quiero, uso los jugadores como quiero y sólo ayuda. Eso sí, siempre con un intermediario al lado o con el traductor de google», afirma. Comunicarse es complicado. «Sólo tengo dos jugadores que hablan inglés y mi ayudante es coreano así que...». Es el segundo entrenador español que dirige a un equipo chino. El primero fue Chus Mateo, actual ayudante de Pablo Laso y que fue quien introdujo a Orenga en el mercado asiático. Además de él hay otros dos españoles en la CBA: Joaquín Ruiz Lorente, que es ayudante en los Liaoning Hunters, donde Sergio Pinzas ejerce de preparador físico.

La Liga china es una empresa que reparte beneficios. Puro capitalismo. Han intentado clonar lo mejor de la NBA y su impulsor es Yao Ming, el pívot de 2,29 que jugó ocho temporadas en los Rockets de Houston. «La referencia, el modelo, es Estados Unidos, ya que cuando hay Liga de baloncesto no hay Liga de fútbol. Hay pabellones espectaculares, hoteles fantásticos, buena organización, cuatro cuartos de doce minutos, a los árbitros se los respeta mucho y en la televisión estatal hay partidos en ‘‘prime time’’ todos los días menos los lunes », dice Orenga.

China ya ha dejado de ser un destino exótico para los jugadores. Hay algunos que cobran más de dos millones de dólares y que serían estrellas en Europa como Fredette, Keith Langford, Justin Hamilton, Sallinger... Todos, carne de NBA o de Euroliga y su papel en los equipos es el de nuestros americanos en los ochenta: protagonistas absolutos. Todos tienen dos yanquis y un par de internacionales chinos, aunque las normas establecen que sólo en el segundo y el tercer cuarto pueden coincidir los dos estadounidenses en cancha. Los del Jilin Northeast Tigers son Von Wafer y Carl Landry y suman15 años de experiencia NBA entre ambos. «Si son listos pueden ser una de las mejores Ligas del mundo en pocos años. Lo tienen todo y hay 5-6 jugadores de nivel en la mayoría de los equipos. Los americanos lo ven como un sitio donde pueden jugar a nivel alto, ganar dinero y que al final son seis meses –septiembre-febrero– y no los diez que se tiran en otras ligas», comenta Orenga.

El salario es otra de las razones de la aventura. En España hay entrenadores en la ACB que cobran lo mínimo acordado en el convenio: 130.000 euros brutos. Si a eso se le resta la comisión del agente –entre el 5 y 10 por ciento–, impuestos y demás se queda en poco más de 60.000 euros. Y eso en la máxima categoría. «En China no me haré rico, pero es más que allí», afirma.

Su equipo está en la zona baja de una Liga de 20 en la que no hay descensos. «Somos lo que era el Manresa en la ACB», confiesa Orenga. Anotan mucho (103 puntos por partido), pero encajan más (115). «Llegué con la temporada empezada así que poco se puede cambiar. Ahora, al menos, competimos y no perdemos por 30 o 40», relata.

La vida del grupo tiene poco que ver con lo que se estila en Europa. «Vivimos en un hotel porque así tenemos todo a mano y estamos cerca del pabellón de entrenamiento. Es cómodo porque por el sistema de competición nos pasamos cuatro días en casa y cuatro fuera. La convivencia es relativa. Nos juntamos todos para comer en dos mesas redondas mezclados, pero los jugadores bajan, comen y se van. Hay algunos que en diez minutos han terminado o que se bajan con un túper y se suben la comida a su habitación. A veces me quedo solo comiendo o leyendo y en el poco tiempo libre que tengo voy un rato al gimnasio», detalla Orenga.

Lo que más le ha llamado la atención es la sensación de control que existe en cualquier ámbito. Un ejemplo: «En un vuelo, nos dicen que apaguemos teléfonos y tabletas, pero no en modo avión, sino apagados del todo. Salimos con una hora de retraso y cuando estamos casi en la pista de despegue el avión se para y entran dos policías con dos de las fuerzas especiales. Se van al fondo del aparato y cogen a una chica que no había querido apagar el telefóno y seguía hablando. Se la llevaron, desalojaron el avión por si había algún problema y al cabo de dos horas salimos. No se andan con tonterías. Si vas por la norma no hay problema, pero si no...».

Orenga, que sigue vinculado a la Federación Española como seleccionador sub’18, está a gusto en China pero... «Me gusta como me gustó Egipto, pero también me gustaría estar cerca de casa... De momento están contentos conmigo, aunque ya veremos».