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Larkin, de sufrir un trastorno obsesivo-compulsivo a estrella de la final four

El base del Anadolu Efes padeció de niño un TOC ya superado y hoy será la clave del equipo turco ante el CSKA para ganar su primera Euroliga.

El base estadounidense del Anadolu Efes Shane Larkin luchando un balón con el jugador turco del Fenerbahce Ali Muhammed
El base estadounidense del Anadolu Efes Shane Larkin luchando un balón con el jugador turco del Fenerbahce Ali Muhammedlarazon

Cuando el base del Anadolu Efes Shane Larkin tenía ocho años, le fue diagnosticado un trastorno obsesivo-compulsivo.

Shane Larkin (Cincinnati, 2-10-1992) es un viejo conocido en Vitoria. El base estadounidense jugó en el Baskonia hace dos años. Esta temporada regresó a Europa para llevar al Anadolu Efes a su primera final de Euroliga (20:30, Movistar +) ante el CSKA. Su actuación en la semifinal ante el Fenerbahçe fue de las que se guardan en los libros de historia de la competición. Batió el récord de valoración en un partido de Final Four (43) con sus 30 puntos, 7 rebotes y 7 asistencias. Más allá de los números y de ser el jugador clave que eliminó al Barcelona en cuartos, la vida de Larkin no ha sido sencilla.

Sus dos años en la Universidad de Miami le valieron para ser elegido con el número 18 del “draft” de 2013. Su destino fueron los Mavericks, aunque pronto se convirtió en un trotamundos. Cuatro equipos NBA (Mavs, Nets, Knicks y Celtics) para un total de 258 partidos y un paso intermedio por Vitoria antes de recalar en Estambul. “El Efes me trajo aquí para ser el tipo de jugador que soy ahora”, afirmó en la conferencia de prensa previa a la final.

Larkin procede de una familia de ilustres deportistas. Su padre es Barry Larkin, una leyenda del béisbol estadounidense. Su camiseta de los Cincinnati Reds está retirada y hace siete años entró en el Salón de la Fama. Dos de sus tíos también fueron deportistas de élite en baloncesto y béisbol. Pero las preocupaciones de Larkin cuando apenas era un niño de ocho años eran otras. Le fue diagnosticado un trastorno obsesivo-compulsivo. En un programa de la ESPN que se centra en los problemas mentales de jugadores de la NBA, Larkin se confesó ante la periodista Jackie McMullan

Con 8 años cada mañana cogía el mando de la televisión, ponía el programa “SportsCenter” y esperaba la aparición de “su” número. Comenzaba a vestirse para la escuela en un ritual que podía durar unos minutos u horas, dependiendo del día, y veía imágenes de un partido de Ray Allen -uno de los mejores tiradores en la historia de la NBA- en la noche anterior cuando había anotado 8 triples. Ahí aparecía lo de “su” número. “Luego sabía que tenía que lavarme las manos ocho veces”, confesaba Larkin a la ESPN. Una vez lavado, se ponía la ropa, pero si los pantalones tocaban la alfombra, los echaba al cesto de la ropa sucia, cogía otros y se lavaba las manos otras ocho veces. En la cocina se sentía rodeado. Un trapo sucio, una esponja sucia, un plato sucio, el fregadero sucio, un vaso sucio... Si antes de irse, el perro de la familia lo rozaba tenía que volver al baño y a lavarse otras ocho veces. Al final del día, tenía las manos llenas de llagas y ensagrentadas de tanto lavarse.

El trastorno obsesivo-compulsivo desaparecía cuando entraba en una pista de baloncesto. “No podía tocar el botón del ascensor o el grifo para que saliera el agua porque pensaba que estaba muy sucio, pero podía estar en una cancha de baloncesto rodeado de chicos que sudaban, se hurgaban en la nariz o tocaban el balón”, confesó Larkin. “Un día después de estar horas en la cancha con la pelota, salí de allí, me comí una hamburguesa sin lavarme las manos y entendí que no tenía ningún sentido lo que me pasaba”, afirmó.

En su elección en el draft varias franquicias se interesaron por la evolución de su TOC. No le ha vuelto a dar problemas y en el Anadolu Efes se ha convertido en un héroe. Ergin Ataman, uno de los entrenadores más peculiares del baloncesto europeo, es su técnico. Ha disputado tres finales europeas, ninguna de Euroliga eso sí, y ha ganado las tres. Su equipo que fue colista del torneo en la pasada edición, ha alcanzado por primera vez en su historia la final. “El presidente puso en nuestras manos 10-11 millones de euros en salarios y aquí estamos. Somos un equipo de baloncesto no como Fenerbahçe, Besiktas o Galatasaray que son clubes de fútbol”, presume. El mejor escudero de Larkin es Vasilije Micic. El serbio llegó esta temporada para ser un jugador de banquillo, un rol similar al que tenía en el Zalgiris, pero su año le ha convertido en objeto de deseo de los equipos más potentes de Europa (Real Madrid, Barcelona, CSKA...). Puede jugar en cualquier posición exterior y en la semifinal (25 puntos y 5 rebotes) fue una pesadilla para Obradovic. En sus manos y en las de Larkin está evitar la Octava del CSKA y ganar la Primera del Efes.