Barcelona
Las dudas asaltan al Barcelona
Gerardo Martino se metió de lleno en la boca del lobo casi sin quererlo. «Firmo perder uno de los próximos veinte partidos», dijo en la previa de la visita del Barça a San Mamés. Dicho y hecho. El Athletic desnudó todas las carencias de los azulgrana. Después de varios amagos, ahora sí, la crisis llama a la puerta del Camp Nou y no tiene pinta de que quiera irse pronto. Los resultados eran lo único que le cerraban el paso, pero tras dos derrotas seguidas, las dudas asaltan al Barcelona sin complejos.
-Previsible. Después de los cien días de gracia, hacía semanas que Martino caminaba sobre el alambre. No jugaba bien su equipo, pero sumaba una victoria tras otra. Suficiente para algunos, preocupante para muchos otros. No transmitía buenas sensaciones el Barça en sus últimos partidos y, quizás, lo peor para los azulgrana es que este escenario que están viviendo no ha pillado por sorpresa a casi nadie. En el Camp Nou, se entiende el fútbol a través del juego, no de los resultados. El discurso del Tata ha ido siempre en esa línea, pero no sus decisiones.
-Dominio infructuoso. El Barcelona tuvo el balón más del sesenta por ciento del tiempo en San Mamés, pero no le sirvió de nada. Apenas chutó dos veces entre los tres palos en todo el partido, un balance muy pobre para un equipo que abusa de la posesión. Ante el Ajax, los azulgrana también tuvieron más rato la pelota que su rival, pero sólo probaron dos veces al portero holandés. Decía Cruyff que si su equipo tenía el balón, significaba que no lo tenía el otro equipo. Pero tenerlo por tenerlo no sirve para nada. Martino está obligado a encontrar soluciones para traducir esa posesión en más peligro, un mal que arrastra el Barça en las dos últimas temporadas a pesar de sus increíbles cifras goleadoras.
- Defensa endeble. El Barça no encaja muchos goles, pero su línea defensiva transmite de todo menos seguridad. Con Marc Bartra condenado sin razón aparente al ostracismo, Gerard Piqué y Mascherano monopolizan los minutos como centrales. Y ninguno de los dos atraviesa precisamente su mejor momento. El canterano tiene demasiadas lagunas durante los partidos, perdiendo balones en zonas de peligro. El argentino, por su parte, ha perdido esa habilidad para anticiparse que hizo buena su reconversión a defensa. En los laterales, las prolongadas bajas de Dani Alves y Jordi Alba, los titulares indiscutibles, han abierto las puertas del once a Montoya y Adriano, pero no han logrado asentarse y cuando se recuperen los lesionados regresarán al banquillo.
-El centro del campo no carbura. Busquets, Xavi e Iniesta dominaron el fútbol europeo durante años con toque, velocidad, precisión y mucha clase. Formaron la sala de máquinas de uno de los mejores equipos de la historia, si no el mejor, pero la nostalgia es lo único que queda de aquel espectáculo que suponía verles manejar la pelota. La búsqueda de identidad en la que está sumida el Barcelona ha supuesto la defunción temporal de Xavi, acostumbrado a llevar la manija de los partidos y que sigue ausente en lo que llevamos de curso. Iniesta aparece y desaparece con demasiada facilidad, a pesar de ser el más utilizado por Martino. Y, Busquets, otrora chaleco salvavidas de los azulgrana, no alcanza a detener los contragolpes de los rivales ni a marcar los tiempos de los partidos como antaño.
-Neymar no es Messi. El brasileño se ha adaptado mejor de lo que muchos auguraban a Barcelona, al Barça y al estilo de juego de los azulgrana. Aparece siempre, hasta en los peores momentos, pero, ante la ausencia de Messi, se esperaba un paso adelante por su parte en materia realizadora que, de momento, no ha llegado. Neymar se asocia bien con sus compañeros, pero no acaba de definir. Suya fue la mejor oportunidad del Barça en San Mamés. Un disparo que Iraizoz despejó a córner y que pudo haber cambiado el signo del partido. Messi no regresará hasta 2014 y jugadores como Neymar deben aportar su granito de arena para compensar su ausencia. Alexis garantiza trabajo y, esta temporada, también gol, pero no está preparado para llevar el peso de todo un Barcelona.
-¿Camiseta gafe? Cuatro partidos oficiales con la «senyera»: tres empates y una derrota. Pura casualidad, pero nunca fue bueno mezclar política y fútbol.
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