Natación

La plata más valiosa

Tras las dudas del primer día, Mireia Belmonte demuestra que está en forma con el segundo puesto en los 1.500, sólo superada por la increíble Ledecky, en los que además batió su récord de España. Próximo reto: el oro en 200 mariposa.

Mireia Belmonte tras conseguir la medalla de plata en la final de los 1.500m libres femeninos del Mundial de Natación que se disputa en Budapest (Hungría).
Mireia Belmonte tras conseguir la medalla de plata en la final de los 1.500m libres femeninos del Mundial de Natación que se disputa en Budapest (Hungría).larazon

Tras las dudas del primer día, Mireia Belmonte demuestra que está en forma con el segundo puesto en los 1.500, sólo superada por la increíble Ledecky, en los que además batió su récord de España. Próximo reto: el oro en 200 mariposa.

Tocó la pared, se dio la vuelta y no pudo reprimir una sonrisa enorme, a medio camino entre la alegría y el asombro. Después, Mireia Belmonte se tapó la cara. Acababa de ganar la medalla de plata en el Mundial en los 1.500 libres y el tiempo con el que lo había logrado fue espectacular: 15:50.89, casi siete segundos más rápido que los 15:57.29 con los que tenía el récord de España. «¡No me lo esperaba!», confesó. Un gran «bocado» a su plusmarca que le sirvió para ganarse la felicitación de la rival que tenía a un lado. Le tiró la mano para darle la enhorabuena Katie Ledecky, la única que fue más rápida ayer. La que en realidad es siempre más rápida, lo más parecido a un pez que hay en la natación pese a su extraña forma de nadar, que se colgó su tercera medalla de oro en Budapest (y las que le quedan) poco antes de afrontar con éxito las semifinales de los 200 para meterse en otra final, también con el mejor registro de las ocho supervivientes.

La sonrisa de Mireia también dejaba atrás las dudas, si es que alguna vez las hubo, del comienzo de competición. En el estreno, la española se quedó fuera de sus dos primeras finales, y lo peor es que tuvo malas sensaciones, como ella misma reconoció. Eran pruebas rápidas, sin tiempo para notar la piscina, y estuvo atascada, peleándose con el agua más que deslizándose por ella. Pero eso se borró rápido de su cabeza. Sabía que el trabajo estaba hecho, y muy bien; que había entrenado, que estaba preparada y muy motivada para un Mundial para el que sacrificó gran parte de sus vacaciones. Paró después de los Juegos de Río, pero no mucho, no tanto como le había pedido su entrenador, Fred Vergnoux, porque no quería perder ritmo ni forma, ya que hace dos años faltó a la cita de Kazán por una lesión en los hombros. Su objetivo en Hungría es el oro, que buscará en los 200 mariposa, pero la plata de ayer le sabe fantástica. Es su cuarta medalla mundialista: en 2013, en Barcelona, ya logró otros dos segundos puestos y un bronce. No mermó su moral el flojo comienzo de Mundial y el 1.500 era una nueva oportunidad, según su teoría de las probabilidades: cuantas más pruebas, más opciones de ganar. ¿Y el cansancio? «¿Eso qué es?», le dice a Mireia su cabeza. No rendirse y saber que ir más allá siempre es posible es una de sus máximas. Pelea contra la lógica de la edad. Dicen que es una osada, tal vez una loca, porque a su edad (27 años en noviembre) no puede mantener el calendario tan exigente de las últimas temporadas, pero se ha vuelto a salir con la suya.

La grata impresión de las series de 1.500 se confirmó ayer en la final. Es una prueba larga, que permite ir adaptándote perfectamente al agua y a tus sensaciones. También es peligrosa, porque si aprietas demasiado pronto, mueres. Eso le pasó a la local Kapas, que optaba a medalla, pero se desfondó y terminó cuarta. Eso le puede pasar a cualquiera, menos a Ledecky, que sale fuerte y termina fuerte. Su forma de nadar es asombrosa, porque apenas mueve los pies, pero avanza como nadie. No tardó en destacarse y en ir sola camino de un oro incontestable. La pelea estaba por detrás. Un grupo de nadadoras igualadas peleando por el resto de los metales. Mucha competencia. La joven china Hou Yawen, Kapas, la chilena Kobrich, Belmonte y Quadarella. Al paso por los 900 metros comenzó la batalla. Aceleró la italiana y la española se fue detrás. Estaba cómoda Mireia, a la que le gusta ir de menos a más en distancias tan exigentes. «Supe mantener la calma», confesó. Y supo guardar energías. Comenzó nadando en parciales de 32 segundos cortos para desde el momento de los cambios de ritmo poder ir medio segundo más rápido e incluso un segundo y medio más veloz en el último 50, que hizo en 30.75. Mireia respondió al reto de Quadarella metiendo una marcha más. Fue demasiado para la italiana, que veía cómo su rival se le escapaba a 250 metros. Hizo bien en no cebarse detrás de ella, porque la marcha que llevó le sirvió para colgarse el bronce.

Se ha favorecido Mireia de la baja de algunas especialistas en el kilómetro y medio, como la australiana Boyle o la estadounidense Leah Smith, pero la marca lograda por la española le hubiera servido para pelear con ellas. Ayer ganó a nadadoras que tenían mejores registros y se cargó de moral para el siguiente desafío. Hoy compite en las series y las semifinales de los 200 mariposa, la prueba en la que más opciones tiene de lograr ese oro con el que se ha empeñado.