MotoGP

Rossi nunca se fue

Magnífica victoria de Valentino, que no era líder desde 2010. Sólo él pudo contener a las Ducati

Valentino Rossi
Valentino Rossilarazon

Cada triunfo de Rossi se convierte en algo así como el día mundial de motociclismo, especialmente desde que sus visitas a lo más alto del podio empezaron a ser muy poco frecuentes. Valentino lleva tiempo trabajando para volver donde siempre estuvo y parece que, definitivamente, ha encontrado el camino. Ayer abrió la temporada en Qatar con un triunfo magnífico, una combinación de talento, fe, inteligencia, competitividad y ese olfato que los más grandes tienen cuando llega lo importante.

Las Yamaha habían sufrido más que otra cosa durante el fin de semana y la sesión de clasificación del sábado no era para ser optimistas, pero en carrera, a las motos azules les salían los tiempos con facilidad, mientras las Honda, dominadoras en teoría, sufrían para cuadrar las agujas del reloj. Rossi partía desde la décima plaza, algo que no fue ningún problema gracias a un grandísimo ritmo que ni él supo explicar de dónde salió. Seguramente provenía de su calidad, de su espíritu competitivo y de esa pasión infantil por el motociclismo, que ni sus 35 años pueden apagar. Sigue disfrutando como el primer día y nada le hace más feliz que pilotar. Por eso, nada más cruzar la meta empezó a celebrar la victoria como un niño. Chupó el objetivo de la cámara de televisión, hizo muecas, guiños y entró al podio bailando. Igual que la primera vez, porque para él cada victoria es la única, por mucho que sume ya 109 en todas las categorías. «Siempre digo lo mismo, pero ha sido la mejor de todas», confesaba el nueve veces campeón de MotoGP, empeñado en tener una oportunidad para sumar su «Décima».

Todo el mundo, hasta el propio Márquez, presagiaba un Mundial más igualado y, pase lo que pase, lo que es seguro es que el comienzo fue distinto a lo que se acostumbraba últimamente. Rossi, que no era líder desde que ganó la carrera inaugural de 2010 –poco antes de romperse la pierna en Mugello–, vuelve a mandar en la élite y parece tener claro que su objetivo (volver a luchar por cada victoria) es posible de nuevo. Pasó con facilidad de la décima posición de la parrilla a la cuarta y allí esperó su momento a la rueda de Iannone, que cerraba el cuarteto de cabeza. En él, dos Ducati, el equipo de moda durante el invierno. Los italianos pidieron algunas licencias en el reglamento para poder evolucionar, las tuvieron y han cumplido con su parte del trabajo. Con las ventajas que le concede su condición de equipo Factory 2, Dovizioso se apuntó la «pole» y se quedó sólo a unos metros del triunfo. Iannone le acompañó en el podio, algo que sumado al de la temporada pasada les hará perder los dos litros extra de gasolina que tenían hasta ahora. Si ganan tres carreras en seco, perderán el neumático más blando y pasarán a ser un equipo más de fábrica. Así era el trato y, si tuvieran que cumplirlo hasta el final sería una buena señal para ellos, que han dado con la tecla.

De momento fueron protagonistas en la larga recta de Qatar, donde su potencia abrumaba a las Yamaha. Por eso parecía que «Dovi» iba a poder superar a Rossi antes de la bandera a cuadros, pero «Il Dottore» se las sabe todas y no lo permitió. Para entonces, Lorenzo empezaba a tener problemas con el casco. La espuma del interior empezó a caerse y le complicaba ver por dónde iba, lo que le retrasó hasta el cuarto puesto definitivo. Jorge salió tan bien como siempre y se puso al mando, puede que tratando de borrar de su memoria los recuerdos del año pasado. En 2014 se cayó nada más empezar, dando comienzo a una sucesión de calamidades que arruinaron su temporada. Ayer volvió a ser el Lorenzo poderoso y decidido, al menos hasta que su visera estuvo bien. Después, tuvo que ceder.

Pedrosa, que venía lanzado por una vuelta de clasificación magnífica, firmó un discreto sexto lugar. La causa de su mal día la explicó después: una lesión en el antebrazo derecho. Necesita arreglarlo para estar bien y va a parar hasta que lo consiga. Justo por delante terminó Márquez, que volvió a dejar algunos signos de mortalidad en su pilotaje. «Ha sido totalmente un error mío. He visto que patinaba y he preferido levantar y seguir recto», afirmaba respecto a su problema en la primera curva de la prueba. Se equivocó y pasó por meta tras el primer giro en el puesto 17. Desde la cola del grupo comenzó una alocada remontada en la que se llevó por delante la moto de Bautista, al que rompió el cable de uno de los frenos. Marc sólo tenía en mente la cabeza de la carrera, a la que no pudo llegar porque castigó más de la cuenta sus neumáticos. «No se puede ganar siempre», admitía con ese gesto que se le pone cuando no es el mejor.

Ya sabía él que la primera parte de 2014 es irrepetible y que lo normal es que tuviera más competencia. Ayer, sin el error inicial hubiera peleado por el triunfo, aunque eso no hubiera convertido en imposible el triunfo de Rossi. Márquez se despidió avisando de que está deseando llegar a Texas para sacarse «la espina». Mientras, Valentino va a disfrutar su última conquista, importante porque le abre las puertas a su último sueño: la «Décima».

Bautista: «Márquez se cree que corre solo»

Primera curva del primer Gran Premio del curso. Todo son incógnitas y la moto número 93, la del campeón, se sale de pista. Vuelve con muchos puestos perdidos y se lanza con voracidad a por la remontada. Le quedan muchos adelantamientos por hacer y en uno de ellos choca con la moto de Bautista y se ve cómo en aquel momento un cable se descuelga de su carenado. Es el de uno de los frenos. Resultado: fin de trayecto para el de Aprilia, que llega al «box» enfadado y gritando: «¡Márquez, Márquez!». Después, ante el micrófono de Movistar TV explica su enfado. «Yo iba en paralelo con otro piloto y de repente ha aparecido Márquez de la nada y me ha destrozado la moto. Me ha roto el cable del freno. No me puedo creer lo que ha pasado. Entiendo que quiere recuperar posiciones y es un piloto muy rápido y ganador, pero no es el único que corre en la pista. Tiene que respetar unos límites de seguridad. Por suerte me ha quedado otro freno y no ha pasado nada, pero podría haber sido peor», se lamentaba Álvaro. Marc aseguró no acordarse bien de la acción, aunque confiaba en la buena relación entre ambos: «Nos llevamos muy bien, voy a ir ahora a hablar con él y ver qué es lo que ha pasado».