Baloncesto
Pablo Laso: «Hasta los árbitros me preguntaban cuándo volvía Llull»
La catarata de lesiones no ha impedido que el Madrid repita entre los cuatro mejores de Europa. Es la quinta «Final Four» en siete temporadas de la «era Laso» y espera el CSKA
La catarata de lesiones no ha impedido que el Madrid repita entre los cuatro mejores de Europa. Es la quinta «Final Four» en siete temporadas de la «era Laso» y espera el CSKA.
Pablo Laso (13-10-1967, Vitoria) persigue su segunda Euroliga al mando del Real Madrid. Enfrente hoy otro clásico, el CSKA.
–¿Se puede pensar estos días en algo más que la «Final Four»?
–Sí. El momento es importante y es algo por lo que has trabajado mucho, pero no soy una persona de cambiar el día a día. Esto es como los exámenes, no se puede estudiar sólo la última semana. Y a mis niños los he seguido llevando al colegio, he hecho una vida normal, viendo alguna serie... No han cambiado los hábitos de trabajo.
—En el grupo hay ambiente de normalidad...
–La tensión previa a momentos importantes se nota, pero los chicos no son tampoco mucho de cambiar. Ahora es normal que todos estén preocupados por si les duele aquí o allí, porque quieren llegar bien al viernes.
–¿Llegan como quería?
–Es difícil decir eso con la temporada que hemos tenido, con tantas lesiones. Se trataba de aceptar todo lo que nos pasaba e intentar darle la vuelta. Todos han estado muy involucrados en esto, los chicos, uno a uno, y yo, como entrenador. El lunes fue el primer día en todo el año en el que pudimos entrenar todos, quitando a Kuzmic. ¿Esto es lo ideal? No, pero hay que aceptarlo. Y estoy contento de cómo hemos trabajado para ser siempre competitivos. Ha habido partidos importantes en los que el equipo ha dado la cara independientemente de los problemas. Esto te hace crecer y ahora veo a los chicos muy concentrados ante una gran cita,
–¿Con qué se queda de ese camino tan difícil?
–Sobre todo con la sensación de que a pesar de los problemas siempre fuimos muy competitivos. En la Liga Endesa hemos sido campeones de la primera fase con cuatro jornadas de adelanto. Esto habla de que el equipo siempre ha luchado por ganar, incluso cuando se pensaba que los partidos no contaban para nada. Para mí cuentan todos, porque son parte del crecimiento. Y en la Euroliga lo mismo. Llegamos a tener en diciembre cinco bajas y esas victorias nos dieron el empujón para entrar en «playoff». No tuvimos ventaja de campo y aceptamos que teníamos que ganar en Atenas... Todas estas cosas el equipo las ha ido introduciendo en su ADN.
–¿Algún día perdió la sonrisa de la que hablaba a los jugadores en su charla tras superar al Panathinaikos?
–Es normal perderla porque la situación no es ideal desde el día que se rompió Llull en agosto. Luego ves a Kuzmic caerse el día del CSKA y te dicen que te olvides de él para todo el año. No estás contento, pero hemos aceptado el tipo de temporada que nos ha tocado. No hemos pensado en que sólo nos pasaba lo malo. También ha habido cosas buenas, por ejemplo la sensación de que ha habido jugadores que han dado un paso adelante y han crecido. Y la sonrisa es el resumen de esa imagen que ha dado el equipo a pesar de todo.
–¿Es parte del estilo Laso?
–Cada uno tiene su manera de ser y yo tengo la mía en la que a veces me sale ser yo y otras me lo pienso y hago un poco lo que no haría. Como entrenador te ves obligado más que cambiar a adaptarte. Es parte del crecimiento.
–¿En qué punto de desgaste mental y personal está el técnico del Real Madrid?
–No lo pienso mucho, el baloncesto es mi vida y me cuesta desconectar. Volví de Murcia a las tres de la madrugada y sin tener que venir a entrenar me vi todos los partidos ACB de la jornada y el Boston-Cleveland de la NBA. Desconectas, pero al final es mi vida y si no entrenara al Real Madrid haría lo mismo. Te desgastan los viajes, los partidos... pero por mi manera de ser me cuesta desconectar. Me sale natural esto y no tengo esa sensación de desgaste. Al contrario, pienso que tengo la suerte de trabajar en algo que me encanta. Algún día me gustaría estar en un chiringuito en la playa, pero si hubiera partido probablemente me subiría a verlo por la tele. Tengo la suerte de que el baloncesto me llena y esto es lo más difícil de muchos trabajos. Entreno a grandes jugadores y en un gran club, así que no puedo pensar que estaría mejor en la playa. Esto me puede costar alguna discusión con mi mujer o con unos amigos con los que no me puedo ir de vacaciones. Pero esto a mí me cuesta muy poco porque es mi pasión y amo este deporte desde que soy un crío. Pienso que sería el primero en darme cuenta de que me estoy desgastando. Como dice Zidane, es un privilegio estar en este equipo y tener estos jugadores y optar a todos esos títulos.
–¿Cómo ha sido el regreso de Llull desde el punto de vista de jugador, equipo, afición y rivales?
–Veníamos viéndolo entrenar los últimos veinte días y no teníamos ninguna duda de que nos podía ayudar, aunque él es el primero que sabe que le queda tiempo para estar a tope. Es tan grande que ya sabíamos que nos sería útil. Para el equipo es un empujón moral su vuelta y todo el esfuerzo que ha hecho por recuperarse. Los demás sienten que le tienen al lado en el momento importante del año. Ese tirón que tiene Llull en el grupo hace que todos estén mucho más tranquilos: técnicos, médicos, utilleros... Y con respecto a la gente, es un jugador muy querido, el seguimiento ha sido increíble y estaban deseando volverle a ver. El primer día el público suspiraba porque metiera su primera canasta. Transmite mucho y en todos los aspectos ha sido muy positiva su vuelta. Es un referente. Y para los rivales es ¡importantísimo! Iba a la rueda de prensa en diciembre en el campo del Bamberg y de repente uno me preguntaba cuándo iba a jugar Llull. Tiene ese respeto. Y no es que los rivales piensen en Llull, es que los periodistas, y hasta los árbitros me preguntaban qué tal estaba y cuándo volvía. Este tipo de jugadores tiene ese aura que hace que los rivales piensen en ellos.
–¿En qué es mejor el Real Madrid que el CSKA?
–No lo sé, a este nivel es difícil. Nunca me veo superior, pero tampoco inferior. Yo hago ver a mis chicos que somos favoritos siempre, pero que esto no te da nada cuando el balón empieza a botar. Nos enfrentamos al CSKA: De Colo, Haynes, Chacho... Podría decir muchas cosas en las que somos superiores y el entrenador de ellos también lo podría hacer. Es que dos tiros libres fallados por un tío que mete el 90 por ciento pueden ser decisivos. Esto es una final y están los cuatro mejores de Europa.
–¿Ve al Chacho muy diferente al que jugó en el Madrid?
–No. Bastante parecido. Le veo más maduro y físicamente está bien, como cuando se fue a la NBA. Le gusta mucho el baloncesto... Se casó cuando estaba aquí, tuvo familia... Hay aspectos personales que le han hecho madurar como jugador.
–¿Le recuerda esta «Final Four» a alguna anterior?
–No, son diferentes. Previamente puedes tener una idea, pero luego cambia mucho. La última sabíamos que era muy difícil en Estambul ante el Fenerbahçe. No creo que jugáramos bien y perdimos. Era un reto complicado. La de Madrid la supimos llevar muy bien y fuimos campeones. La de Milán se nos escapó por una canasta. Se salió un balón de dentro. Todas son diferentes y tienen su dificultad. No puedes decir qué irá bien y qué mal. Intentamos acertar, pero los partidos son muy abiertos.
–En Atenas, después del primer partido, un estanquero le dijo que habían jugado como gallinas, ¿pedira consejo a algún estanquero en Belgrado?
–Muchas de estas cosas que cuento, o que salen, no sé para qué las cuento, pero son símiles fuera del baloncesto que les explico a los chicos. En el momento que el estanquero me decía que habíamos jugado como gallinas, era una situación graciosa, pero es que tenía razón. Se lo transmití a los jugadores, porque era real. No es quizá políticamente correcto como entrenador reconocerlo, pero es que era la verdad. Son situaciones externas que te hacen ver lo que pasa realmente dentro. Este ejemplo, que es gracioso, fue muy real.
–¿Cómo lleva que se le compare con Lolo Sainz y Pedro Ferrándiz?
–No soy una persona de mirar hacia atrás, para bien y para mal, intento hacerlo mejor mañana. Yo no me preocupo de esto. No miro tan lejos. No es mi manera de ser. Lo que han hecho Pedro y Lolo en el Real Madrid está por encima de lo que haga Pablo Laso, eso seguro.
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