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Peregrinación al bar de Bale antes de la final

Un helicóptero, desde ayer, vigila desde el cielo y acceder al estadio donde esta noche se disputa el partido entre la Juve y el Madrid empieza a ser complicado.

Ambientazo en el Elevens, el bar de Bale y de sus padres
Ambientazo en el Elevens, el bar de Bale y de sus padreslarazon

Los jóvenes voluntarios que ayer vigilaban las barreras en los cruces cerca del estadio han sido sustituidos hoy por policias de mirada serio y metralleta cruzada en el pecho.

Los jóvenes voluntarios que ayer vigilaban las barreras en los cruces cerca del estadio han sido sustituidos hoy por policias de mirada serio y metralleta cruzada en el pecho. Las barreras han sido cerradas, al igual que las verjas. Un helicóptero, desde ayer, vigila desde el cielo y acceder al estadio donde esta noche se disputa el partido entre la Juve y el Madrid empieza a ser complicado. La seguridad es lo fundamental, pero no muy lejos del campo de fútbol y del castillo de Cardiff, nadie piensa en peligros y sí en divertirse. Ayer llovió en la capital de Gales, pero hoy el día amaneció claro y pronto, porque la noche es corta y las calles enseguida se llenaron de aficionados con las camisetas de sus equipos. Todo el color que le ha faltado a la ciudad estos días, ha irrumpido esta mañana. Hacía fresco, pero quien ha traído su camiseta del Madrid o de la Juve de manga corta prefiere pasar un poquito de frío antes que taparse. Españoles e italianos se mezclan por las calles sin ningún problema, en grandes grupos, que aumentan cuando alguien se pone a cantar. Es la sensación de compañerismo, de ser todos lo mismo. Los equipos están al margen, en sus hoteles descansando mientras las tiendas de Cardiff, con su dragón rojo en los escaparates intentan hacer su gran negocio en el gran día. Como ha habido tantos problemas de alojamiento, los hinchas han ido llegando hoy de madrugada, en vez de pasar aquí la noche.

Pero no se nota el cansancio y sí las ganas de fiesta, de pasarlo bien sin más preocupación, sin pensar en ataques terroristas ni que molesten los aficionados del conjunto rival. Los hinchas se cruzan por la calle principal en busca de las “fan zones” de cada equipo. La del Madrid se ha ido llenando según pasaba la mañana y según iban cayendo cervezas, se iba animando. Ponían banderas en las estatuas y pasaban el rato hasta que empiece el encuentro esta tarde. Gran parte del encanto está en estas horas previas, tranquilas y agradables en Cardiff, pero también eufóricas, saltando y cantando o buscando el Elevens, el bar de Bale y de sus padres, que se ha convertido en el lugar de referencia de los madridistas. Sólo había camisetas blancas ahí y la gente entraba y salía sin parar desde las 10 de la mañana. Gareth está en el póster más grande de la ciudad, en la revista local, en las camisetas. Si Bale tiene un bar, allí van los madridistas, como peregrinación, antes de esta tarde, ponerse en un cola para entrar en el estadio, sin bolsos, y ver el partido, destino final de todas las cosas.