Barcelona
Que se prepare el que no gane
Sevilla y Barcelona se enfrentan esta tarde entre dudas por las lesiones y por el mal juego desplegado por ambos conjuntos. Los hispalenses no ganan a los azulgrana en Liga desde 2007.
Hace poco más de cincuenta días, Barcelona y Sevilla disputaron la Supercopa de Europa en Tiflis. En la capital de Georgia, los dos grandes triunfadores de la pasada temporada depararon un espectáculo soberbio que prometía inmediata repetición de los éxitos. Pero no. Cuando alborea octubre, las sensaciones son mucho peores que en pleno agosto, y no sólo porque ambas plantillas padecen una terrible plaga que serviría por sí sola para explicar muchas cosas; sino también, sobre todo, porque culés y blanquirrojos practican desde hace semanas un fútbol ramplón tirando a lamentable que ha mermado el crédito de Luis Enrique y Unai Emery.
El campeón de Liga visita el Sánchez Pizjuán con la seguridad que da saber que no ha perdido ninguno de sus doce últimos partidos contra el Sevilla y que su última derrota en el feudo hispalense, hace un lustro, fue inútil porque se dio en una Supercopa de España (3-1) que terminó en las vitrinas barcelonistas (4-0 en la vuelta). En Liga no cae desde 2007. Además, Emery no ha logrado batir a los azulgranas en la veintena de partidos que ha dirigido contra ellos, con el Almería, el Valencia, el Spartak y ahora en el banquillo sevillista.
Con respecto al duelo de Tiflis, Luis Enrique ha perdido a los autores de cuatro de los cinco goles que encajó aquella noche el Sevilla, que sucumbió a un doblete de Messi y los tantos del lesionado Rafinha, del traspasado Pedro y de Luis Suárez. Tampoco estará Iniesta, el armador del juego azulgrana. En el Sevilla, se echarán hoy en falta al portero Beto, a los centrales Rami y Carriço (más Pareja, el jefe de la defensa lesionado hasta enero) y al mediocentro Banega, cuatro titulares indiscutibles cuyas lesiones se unen a las de jugadores de plantilla como Escudero o Kakuta.
Sin embargo, los problemas del Barcelona y del Sevilla no terminan en la enfermería. Flaco favor hacen a las respectivas escuadras los análisis simplistas que todo lo explican por las lesiones. Las laboriosas victorias blaugranas frente a Las Palmas y Leverkusen, dos adversarios menores, desnudan un fútbol usurero, quizá eficaz por mera intercesión de la casualidad, sin fluidez en la circulación de pelota ni ese entusiasmo en la presión que constituyen las señas de identidad del Barça.
A una escala inferior, porque las exigencias son menores, la panoplia de defectos del Sevilla es tan variada que empieza a adquirir tintes de drama. Los de Emery juegan de forma despreciable, lo que tampoco sería para dramatizar, pues nunca fue un equipo exquisito, si además no hubiese perdido por completo la intensidad de la que hacía gala. A lo peor, las muchas lesiones no son más que una consecuencia del estado físico del plantel, que con el vasco siempre ha saltado en la palma de la mano, e incluso la gran virtud del entrenador, su manejo del grupo, está en entredicho: surgen de las entrañas del vestuario historias de desencuentros, celos y división. Algunas, rocambolescas, pero otras perfectamente explicables cuando conviven cracks infrapagados como Krychowiak con otros que cobran como estrellas antes de haber demostrado nada, como Konoplyanka y Llorente.
Sevilla: Rico; Coke, Andreolli, Kolodziejczak, Tremoulinas; N’Zonzi, Krychowiak; Reyes, Iborra, Krohn-Dehli; y Gameiro.Barcelona: Bravo; Alves, Piqué, Mascherano, Alba; Rakitic, Busquets, Sergi Roberto; Munir, Luis Suárez y Neymar.Árbitro: Gil Manzano (extremeño).Estadio: Ramón Sánchez Pizjuán.
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