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Créetelo, Garbiñe

Muguruza vence a Bacsinszky, a los nervios y al dolor de tobillo para conquistar el torneo de Pekín, el éxito más importante de su carrera

Garbiñe Muguruza sujeta el trofeo de Pekín con una sonrisa en la cara
Garbiñe Muguruza sujeta el trofeo de Pekín con una sonrisa en la caralarazon

Muguruza vence a Bacsinszky, a los nervios y al dolor de tobillo para conquistar el torneo de Pekín, el éxito más importante de su carrera

Lo primero, lanzar la raqueta a un lado y después tirarse con ella al suelo con las manos en la cara, de incredulidad. Más tarde, ir a la red a saludar a la rival, Timea Bacsinszky. Después, volver al centro de la pista a recibir la felicitación del público. Y, a continuación, firmar en la cámara de televisión. «What?», escribió Garbiñe Muguruza, que traducido al castellano es «¿Qué?», que traducido a la mente de la tenista española es: ¿Cómo? ¿Que he ganado el torneo de Pekín? Pues sí, Garbiñe, créetelo, eres la campeona, después de tener que remontar un mal comienzo. «Empecé muy nerviosa, pero sabía que podía darle la vuelta», confesó quien hoy verá en el ránking de la WTA que es la número cuatro del mundo. La tensión se tradujo en que la primera manga la tenía tan cuesta arriba como un 5-2 en contra, pero su reacción fulminante la llevó a ganarla por 7-5, al sumar cinco juegos consecutivos. La suiza Timea Bacsinszky, otra de las revelaciones del curso, no se rindió nunca, pero terminó sucumbiendo al poderío de Muguruza, la jugadora de padre español y de madre venezolana que finalmente se decantó por la Roja para disputar la Copa Davis. En España, de hecho, se ha formado como tenista desde los seis años, y ahora, a los 22, cumplidos hace apenas unos días, ha dado un salto tremendo. «Es un paso hacia delante porque necesitaba ese punto de ambición», confiesa una tenista que apunta maneras por sus golpes y su constitución. Sus 182 centímetros la convierten en una tenista potente, como todas las que mandan en el circuito actualmente, con alguna excepción como Halep o Carla Suárez. Desde sus poderosos restos se fue imponiendo a Bacsinszky para culminar una semana de locura. Primero, perdió la cabeza contra Lucic-Baroni, porque nada le estaba saliendo bien, y rompió la raqueta con violencia. Perdería, además de una raqueta, ese set, pero la rabia desatada la ayudó a serenarse y a llevarse el partido. En semifinales remontó a Radwanska, la jugadora a la que hoy va a superar en la lista de las mejores del mundo, tras haber cedido el primer set, y ayer culminó su obra, pese a que todavía no está recuperada de sus molestias. Porque Garbiñe ha tenido que jugar toda la semana con dolor después de retirarse de la final de Wuhan por una lesión en el tobillo. Era ese su segundo partido por un título del curso. El anterior había sido, nada más y nada menos, que Wimbledon, y el siguiente fue el de ayer, la conquista, por fin. «Seguía con el pie vendado, reforzado, pero lo he sabido llevar. Ha sido increíble. Quería tanto ganar en Pekín que he salido a la pista a dar todo», admitió. Su victoria es la primera en un torneo de la categoría Premier Mandatory, el equivalente a los Masters 1.000 masculinos, justo los que están por debajo de los «Grand Slams». Antes, había conquistado otra corona menor, en Hobart, en 2014.

La temporada de Muguruza está repleta de emociones. Tras la final en la hierba londinense y la gira americana de pista dura, rompió con Alejo Mancisidor, el técnico con el que había conseguido entrar en el «top 10». Sus participaciones en los torneos asiáticos eran los primeros con Sam Sumyk como entrenador, y el resultado ha sido excelente. Aparte de ganar en Pekín, ha confirmado su presencia en el Torneo de Maestras, que disputan las ocho mejores del año en Singapur entre el 25 de octubre y el 1 de noviembre. Garbiñe tenía pensado acudir ahora a Hong Kong, pero ha decidido anular su presencia para recuperarse y estar a tope en esa última cita del año. «No tengo el tobillo recuperado del todo todavía y mi cuerpo está agotado», confesó a Efe.