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La épica se apellida Nadal

El pase a semifinales ante Thiem tras casi cinco horas engorda la lista de triunfos dramáticos del balear

Rafael Nadal, durante el encuentro. Foto: Efe
Rafael Nadal, durante el encuentro. Foto: Efelarazon

El pase a semifinales ante Thiem tras casi cinco horas engorda la lista de triunfos dramáticos del balear.

Nadal lo volvió a hacer. Otro partido épico, de los que llevan su nombre, para derrotar a Thiem (0-6, 6-4, 7-5, 6-7 [4/7] y 7-6 [7/5]) en 4 horas y 49 minutos y alcanzar las semifinales del Abierto de Estados Unidos. Que no sea la primera vez que levanta un duelo así no hace más en ensalzar la capacidad competitiva del balear. El tenis empieza en el brazo, en la raqueta, y acaba en la cabeza. O viceversa. Una y otra están unidas: sin capacidad técnica, es imposible jugar, claro; pero sin mentalidad no se puede aguantar la presión en días así. Nadal es por momentos el atleta perfecto: físico, técnica, mente. ¿Qué le hace diferente al resto? Su derecha con efecto y, sobre todo, su capacidad para olvidar lo sucedido un rato antes y empezar cada punto de cero. En el deporte que practica, aunque te hayan dado una paliza, como hizo Thiem, con un 6-0 inapelable en el primer set, cuando comienza el siguiente parcial eso no sirve de nada. Es volver a empezar. Y así forjó el español su remontada. Su recital, respondido con otro del austriaco para un partido de esos que se recordarán.

Thiem pasó de la perfección a ser simplemente muy bueno. Nadal analizó lo que estaba pasando en pista y buscó soluciones: tenía que ajustar un poco más el servicio, subir el porcentaje de primeros, y debía ser más agresivo cuando pudiera. Antes, en realidad, su rival no se lo permitió, golpe ganador tras golpe ganador, como si fuera sencillo lamer las líneas. Pero es imposible mantener ese nivel todo el rato. El español apretó los dientes y la raqueta, comenzó a tirar más profundo y empezó a visitar la red para acabar allí los puntos. La remontada estaba en camino. Empató el encuentro a un set y saltaron chispas. La intensidad subió, ambos morían en cada golpe, buscando la iniciativa en cuanto tenían oportunidad. Restando los saques directos, Thiem terminó con 56 tiros ganadores, y Nadal con 52. Si se suman los «aces» son 74-55 golpes definitivos. Fue una remontada detrás de otra las que protagonizó el español: primero, venirse arriba mentalmente tras el 6-0. Había caras de preocupación en su palco, pero él les decía que tranquilos. En el tercer set, Thiem se puso 5-4 y saque. Le faltaba cerrar, lo más complicado, dicen los que están en la pista, y el animal competitivo de Nadal salió para tomar la iniciativa y llevarse el parcial por 7-5. También iba con una ruptura en contra en el cuarto, que recuperó, para después ceder en un mal «tie break». Justo lo contrario que el desempate del quinto set. Por una vez, era Nadal el que parecía más cansado que su rival. Quizá porque Thiem tiene siete años menos.

Pero cansado no significa derrotado. Ni las opciones claras de «break» que tuvo Rafa (15-40 para ponerse con 3-2 y saque y 0-40 para situarse 6-5) acabaron con su moral. Después de más de cuatro horas y media, el desenlace se definiría en un «tie break». La experiencia de Nadal contra el empuje de Thiem. Tuvieron energía ambos para ser valientes y seguir buscando ganadores. Con 6-5, primera pelota de partido para el español. Su hermana María Isabel no quería mirar. Sirvió su oponente, bien, abierto, pero corrió el español para devolver la bola. Se quedó corta. La derecha de Thiem, al otro lado, podía ser definitiva, pero el balear la peleó para sacarse un globo que ya no encontró respuesta.

El partido de ayer entra en el catálogo de los épicos, dramáticos, espectaculares, etc, etc, etc que ha protagonizado el zurdo durante su carrera. Duelos en los que casi siempre gana. Coria, Djokovic (aunque el serbio también le ha ganado choques así), Federer, Verdasco, Murray... son sus víctimas. Se mueve en la cuerda floja. El abrazo de los héroes estaba cantado. Thiem y Nadal son amigos... Fuera de la pista. Dentro no hay sentimientos. Tampoco los tendrá con Del Potro, su obstáculo en semifinales: aparte del cañón del argentino, el problema de Rafa son las casi 16 horas de juego que lleva. Tiene dos días para descansar.