Tenis

Tenis

Nadal gana a lo Nadal

El tenista español se sobrepone a un mal comienzo, remonta a Murray y peleará con Monfils por su noveno título en Montecarlo.

Nadal celebra su triunfo ante Murray en Montecarlo.
Nadal celebra su triunfo ante Murray en Montecarlo.larazon

El tenista español se sobrepone a un mal comienzo, remonta a Murray y peleará con Monfils por su noveno título en Montecarlo.

Si Jorge Valdano decía que el fútbol es un estado de ánimo, en el tenis esa afirmación puede llevarse al extremo. Durante un partido se viven mil estados de ánimo y uno de los grandes méritos históricos de Rafa Nadal, aparte de su poderosa derecha liftada, era manejar como nadie los momentos de bajón, conseguir que no le afectaran. Pero sucedió que esa cabeza privilegiada un día se cansó del tenis, dudó, y ahora lucha por volver a ser la de antes. Triunfos como el de ayer ante Andy Murray (2-6, 6-4 y 6-2) demuestran que la recuperación está cerca. No fue el mejor Nadal durante muchos momentos, pero sí fue un Nadal que nunca se rindió y que logró dar la vuelta a un duelo que tenía complicado, como tantas veces ha hecho a lo largo de su carrera. Con nadie como con él había que decir eso de «hasta que no se gana la última pelota no termina el partido».

Desde el estado de ánimo se explica que Nadal pasara de hacer cinco golpes ganadores en el primer set a multiplicarlos por tres en el último. Tenía confianza para lanzar más profundo. Pero la mutación también se explica desde lo tenístico, desde un tiro como el saque. Sirviendo como lo hizo Rafa al principio es complicado vencer a los jugadores «top». Metía con asiduidad el primero, pero sin hacer daño, sin permitirle llevar la iniciativa, que es una de las ventajas que da ese golpe. Siempre a remolque, ese parcial fue una tortura para el español, que tuvo que hacer frente casi siempre a pelotas de «break» en contra.

Pero el mismo golpe también traicionó a Murray. El segundo servicio del escocés es atacable, uno de sus puntos débiles, y en el segundo set no metía un primero. Eso permitió a Nadal ir creciendo e ir creyendo poco a poco. Logró una ruptura el español nada más empezar que no tardó en ser contestada por su oponente. Pero el zurdo de Manacor insistió y rompió de nuevo el saque de su rival para empezar a desarbolarlo. Cada servicio de Murray a la red era como si le clavaran un puñal. Nadal empezó a jugar más metido en la pista y desde ahí destruyó el trabajo de su oponente, que hasta ese momento tenía un plan claro: jugaba constantemente al revés de Rafa, tirándole pelotas a diferentes alturas: una alta, otra más plana, una dejada... Todo lo hizo añicos el manacorense, imponente en el último set. «Aumenté la velocidad de bola y pude jugar un poquito más dentro de la pista», resumió Rafa. Entre el físico que empezó a castigar al británico después de tanto peloteo con intensidad, su servicio que seguía sin ir y la mejora de Nadal, fue casi un paseo para el ex número uno. Metido en la pista tiró fuerte, profundo y se marchó a la red a rematar los golpes forzados que le venían del otro lado. Cómo cambia la vida. Rafa pasó de sufrir con su saque a ganarlo en blanco y a conseguir parciales espectaculares: 10 puntos a cero camino del tranquilizador 5-1 antes de darse un pequeño respiro y esperar a cerrar el duelo con su saque. Desperdició cuatro pelotas definitivas Nadal. A la quinta, su tío y entrenador se levantó en el palco para darle ánimos. Y en ésa fue.

El español disputará su décima final del Masters 1.000 de Montecarlo (ha ganado ocho de las nueve anteriores) ante el impredecible y showman Gael Monfils, que pudo con su compatriota Tsonga en la otra semifinal (6-1 y 6-3). La derrota de Djokovic dejó abierto el camino por ese lado del cuadro y el francés, que no ha perdido un set en todo el torneo, lo ha aprovechado. Se han enfrentado en 13 ocasiones, con once triunfos para Nadal, vencedor en los cuatro duelos que han tenido sobre tierra batida. «Está siendo una semana muy importante para mí», admitió Rafa. Volver a ganar un Masters 1.000 (el último fue en Madrid en 2014) sería el final perfecto.