Golf

Tiger Woods: de la caída a los infiernos a su decimoquinto «major»

Al estadounidense primero le arruinaron los líos de faldas y después las lesiones. Pero, ahora, vuelve a rugir

Tiger Woods celebra a la izquierda su triunfo de hoy. A la derecha, en la foto de su ficha policial tras su detención.
Tiger Woods celebra a la izquierda su triunfo de hoy. A la derecha, en la foto de su ficha policial tras su detención.larazon

Al estadounidense primero le arruinaron los líos de faldas y después las lesiones. Pero, ahora, vuelve a rugir

Tiger Woods vuelve a sonreír, esta vez de verdad. Casi más que nunca antes, y ya es decir. Porque el que se ha caído y ha visitado el infierno disfruta más del paraíso. La vida del golfista estadounidense, se torció. No es que antes hubiera sido fácil. La vida, en general, no es fácil. Pero el «tigre» era una apisonadora, una locomotora: su golf moderno, fuerza e imaginación, no hacía más que sumar títulos y títulos desde finales de los 90 y comienzos de siglo: cuatro Masters de Augusta (1997, 2001, 2002 y 2005), tres Abiertos de Estados Unidos (2000, 2002 y 2008), tres Abiertos Británicos (2000, 2005 y 2006) y cuatro campeonatos de la PGA (1999, 2000, 2006 y 2007). En Estados Unidos había conquistado su decimocuarto «major». El se veía capaz de ganar más con cierta facilidad, como siempre, pero no sabía que tendría que esperar once años para sumar el siguiente.

Porque las lesiones y algo más se apoderaron de él: primero le arruinaron los líos extradeportivos, de faldas, en 2009, la primera vez que decidió parar tras un escándalo y una pelea con su ex pareja. Volvió al año siguiente y en 2013 tuvo un repunte recuperando el número uno del mundo y conquistando cinco títulos, aunque ninguno de ellos «major». Las lesiones tomaron el control desde ese momento. Fue operado cuatro veces de la espalda, la última en abril de 2017, pero entre 2015 y 2016 ya estuvo sin jugar por el mismo motivo durante 15 meses. El momento más delicado fue en 2017 y tuvo como resultado una de las imágenes que acompaña esta información: así encontraron a Tiger Woods durmiendo en el volante de su coche. En la prueba de alcoholemia dio negativo, en la de drogas se le detectaron en sangre una mezcla de un sedante para la ansiedad, medicinas para el insomnio y THC, una sustancia encontrada en la marihuana. Todo tenía receta. Lo tomaba para aliviar los dolores de espalda y los problemas de sueño que tenía. El cóctel fue una imprudencia que pudo costarle cara, y Tiger se declaró culpable. Incluso, estuvo en una clínica de desintoxicación.

Pero también de eso salió victorioso. En noviembre de 2017 volvió a competir. «Ahora sí amo la vida», dijo en ese momento. Pasó de apenas poder moverse a ser golfista otra vez. Y poco a poco ha ido creciendo. Ya rozó en 2018 la conquista de otro «major». Su talento sigue intacto, pese a que su pelo empiece a clarear y a que su cuerpo atlético tiene formas un poco más redondas. Sólo era ajustar unos pocos detalles, porque ha nacido para disputar este deporte. No ha esperado mucho. La Chaqueta Verde vuelve ha vuelto a ser suya en 2019. Tiene 43 años y 15 torneos grandes. El récord histórico de Jack Nicklaus (18) está un poco más cerca.