Mundial 2014
Un jugador «galáctico»
El padrastro de James Rodríguez vio que el niño tenía cualidades para jugar al fútbol y lo llevó a una escuela de fútbol para que probara. El encargado lo vio y dijo que no valía, así que fueron a otra, la Academia Tolimense, donde sí pudo comenzar su carrera como prebenjamín. Tiempo después, los equipos de ambas escuelas se encontraron y James marcó varios goles a los que le rechazaron y aquel técnico que no vio nada quiso recuperarlo. Ya era tarde, se le había escapado el honor de ser el primer entrenador del que a día de hoy es el máximo goleador y una de las estrellas indiscutibles del Mundial de Brasil.
Vaya si aquel niño más bien tímido y querido por todos sus compañeros, tanto, que ayer la página de Facebook de la Academia Tolimense pedía a sus alumnos que acudieran para poder aparecer en el reportaje que una televisión colombiana iba a hacer sobre los orígenes del «10». Todos quieren saber desde el sábado donde empezó este mediapunta zurdo y habilidoso que ha aterrizado de forma contundente en la Copa del Mundo. Cinco goles en cuatro partidos sin ser precisamente un anotador y dos asistencias, un apartado que sí está más cercano a sus características naturales. Desde su bota izquierda parte el fútbol de Colombia, algo que demuestran las 31 ocasiones en que entró en contacto con el balón en la primera mitad ante Uruguay. Ocupó todo el frente de ataque en busca de un hueco en la defensa celeste, hasta que lo encontró con uno de los goles del Mundial. Y todo en su estreno en el torneo más importante y sin haber cumplido los 23 años. Todos los técnicos coinciden en que tiene más futuro que presente y los que dudaban si era una estrella, él ha confirmado que sí que lo es, quizá desde que abandonó Colombia para empezar su etapa profesional en Argentina. Lo hizo en Bandfield un club pequeño, que fue una buena escuela para endurecer su carácter sobre el campo y donde ha quedado como una figura histórica. «Pusieron en un parque las huellas de jugadores importantes y está la mía», decía orgulloso en el documental «Historia de un Sueño», emitido en Caracol Televisión.
Sus progresos en un fútbol áspero como el argentino le permitió cumplir el sueño de ir a Europa, concretamente al Oporto, puerta de entrada hacia el éxito de muchos suramericanos y club que hizo un negocio redondo con su fichaje. Lo compró en 2010 por poco más de 10 millones de euros y tres temporadas después, el verano pasado, lo vendió al Mónaco por 45. Allí comparte día a día con Falcao, compañero de equipo, y David Ospina, portero de la selección, del Niza y hermano de su esposa, Daniella. Entre Mónaco y Niza no hay más de media hora en coche y un par de veces a la semana se reunían para comer o cenar. Tiene una niña pequeña, Salomé, y es complicado esperar de él comportamientos extravagantes tanto dentro como fuera del campo.
Es más atrevido en el campo que fuera, donde casi se sonroja cuando le hablan de un futuro en la Liga española. «Sería un sueño jugar allí y ojalá pueda hacerlo pronto», decía nada más conseguir el pase a los cuartos de final. Después, en la Cope, reconoció que le gusta más Madrid que Barcelona, aunque no quedó claro si era la ciudad o también el equipo.
Calidad tiene para ser importante en un club de los grandes de verdad y su representante, Jorge Mendes, le facilitará el camino cuando llegue el momento. A día de hoy tiene contrato con el Mónaco y la cabeza centrada únicamente en seguir haciendo historia con Colombia. El viernes esperan Brasil y la humedad y el calor de Fortaleza. Si vuelve a marcar lo habría hecho en sus cinco primeros partidos en un Mundial.
✕
Accede a tu cuenta para comentar