Atletismo
Un Mundial en el infierno: así se preparan los marchadores para las condiciones extremas de Doha
Se termina agosto y el sol ilumina las pistas de atletismo del Centro de Alto Rendimiento de Madrid. «Calor», dirían algunos. «Esto no es nada», opinan otros, marchadores, sobre todo si lo comparan con la pesadilla que les espera dentro de unas semanas en Doha. El grupo de José Antonio Quintana llega a las instalaciones para una nueva sesión de preparación de este Mundial diferente por todo: por la fecha (septiembre-octubre en lugar de agosto) y, sobre todo, por el clima: Doha, calor, humedad, infierno. «Estamos hablando de temperaturas entre 32 y 36 grados, a las 12 de la noche, y la humedad entre el 50 y el 90 por ciento. Sobre todo en la humedad va a estar la clave porque un 90 es insoportable y con un 50 se puede competir», explica Diego García, subcampeón de Europa de 20 kilómetros marcha. A su lado están Laura García (20 km), José Ignacio Díaz (50), Marc Tur (50) y Raquel González (20). Todos estarán en Doha buscando sus límites en condiciones extremas, queriendo dar lo mejor de sí cada uno con su objetivo: desde la ilusión de Tur por su primer Mundial hasta la idea de lograr el billete para los Juegos de Tokio de casi todos o el reto de la medalla de Diego García. Distintas metas, pero todos han tenido que pasar por la misma exigente preparación.
Primero, con las visitas a Doha para sentir el «horno» en sus carnes. «Podemos asimilarlo a cuando pasas un constipado: esos anticuerpos ya los tenemos, hemos batallado con esas condiciones y ya sabemos lo que nos espera», opina Raquel González. «Allí prestamos una atención enorme al enfriamiento con chalecos especializados, y a la hidratación durante el entrenamiento... Eso los días en los que se podía, otros directamente no se puede: cuando hace 85-90 por ciento de humedad combinado con una temperatura de 34 o 35 grados. La semana que estuvimos en agosto no salíamos a la calle nada más que para entrenar y por la noche; el resto del día lo pasábamos en el hotel, porque el sol te abrasa. El año pasado fuimos en octubre y se podía estar en la calle, pero era parecido», desvela Diego García. Las pruebas se disputan por la noche porque si no sería suicida. Al horario empezarán a adaptarse desde 10-12 días antes, retrasando las jornadas de entrenamiento.
Para luchar contra el calor los marchadores también han contado con tecnología militar. «Fuimos a una cámara que el ejército tiene para simular las condiciones de cualquier país que esté en guerra. Tiene un regulador que te hace exactas las condiciones que va a hacer en Doha, y dentro tenían dos cintas para poder hacer marcha e ir tomando medidas de sudoración, temperatura interna... Y en base a eso, ver qué tipo de sales tienen que tomar, cada cuánto o incluso a qué temperatura», cuenta Quintana. «Cada organismo es diferente y lo que a uno le viene mal, a otro le viene un poquito menos mal; unos se deshidratan más y entonces tendrán que beber más; en otros la concentración de las sales tiene que ser mayor... Ha sido para individualizar el trabajo de cada uno», añade.
«El problema es la marcha y el maratón. En el estadio tienen aire acondicionado. Les cuesta me parece 300.000 euros al día mantener el aire a tope», desvela Quintana. Como método de prevención los marchadores y los maratonianos se pueden tomar una especie de pastilla que es un termómetro interno que avisa cuando la temperatura corporal llegue a los 40 o 41 grados. «Hay problemas entre el comité organizador y la Federación internacional para ver de quién es la responsabilidad si pasa algo, entonces un medio de control puede ser éste, pero no todos los atletas van a tomárselo, no es obligatorio, y luego: ¿cómo le dices a un atleta que va luchando por las medallas o por puesto de finalista que se pare por la temperatura? Va a ser complicado», dice Quintana. «Porque a 40 grados nos vamos a poner», afirma García. Lo sabe por las pruebas que han hecho.
Todas estas novedades se han unido al duro entrenamiento habitual. «Lo peor para los de 50 son rodajes de 40 kilómetros: acaban bastante fastidiados. Lo hacen unas dos veces al mes. Los de 20, las series de 2 kilómetros a ritmo de competición», desvela el preparador de los marchadores. Es un miércoles de finales de agosto y después de calentar, los atletas van a la Casa de Campo a hacer 14 kilómetros. Es una jornada más o menos suave. El último paso será ir de concentración a Almería, lo más similar que hay a Doha cerca. Sólo lo más similar. «Alguien puede decir que para qué ir a Doha a entrenar si en Almería hace mucho calor... Pues yo voy de vacaciones a Almería todos los años y te aseguro que allí se está muy a gusto», concluye Diego García.
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