Violencia ultra
Y si los «hooligans» son los débiles
A 108 días del arranque del Mundial, los ultras rusos han perfeccionado las técnicas de los radicales ingleses para convertirse en los hinchas más peligrosos de Europa
A 108 días del arranque del Mundial, los ultras rusos han perfeccionado las técnicas de los radicales ingleses para convertirse en los hinchas más peligrosos de Europa.
Una de las propuestas de Igor Lebedev, diputado de extrema derecha ruso, para intentar evitar la violencia de los grupos ultras en su país durante el Mundial que se tiene disputará este verano fue... legalizar las peleas. Es decir, quizá consciente de que va a ser imposible evitar que los ultras rusos se citen con los de otros países, especialmente los ingleses, su plan es poner una reglas, convertirlo en algo más o menos legal y más o menos autorizado. No parece un plan muy meditado y no es probable que se lleve a cabo, pero sí que ejemplifica la preocupación que los ultras rusos provocan en su país y en el desarrollo del campeonato, un evento que tiene que servir para enseñar al mundo la mejor cara del país de Putin. Lo sucedido en Bilbao el jueves es sólo una muesca más de unos supuestos hinchas futboleros que han conseguido superar a los «hooligans» ingleses, quienes, además, se han convertido en su principal objetivo. Es como matar al padre, porque los rusos han perfeccionado la técnica «hooligan»: son más organizados, tienen mejor condición física y van más preparados para las peleas. Dicen, además, que frente a sus «padres» ingleses, ellos no beben, pero eso no es del todo cierto.
Habituales en Rusia, donde el fenómeno se suele explicar como una reacción a la caída del comunismo y una búsqueda de una nueva identificación, fue en la Eurocopa de 2016 cuando se exportó al extranjero de una forma demoledora. Se tenían noticias de su capacidad de organización. ¿El ejemplo? Después del asesinato del aficionado del Spartak Egor Sviridov montaron una marcha multitudinaria con más de 5.000 personas, por las calles de Moscú exigiendo a las autoridades que no pusieran en libertad a los principales implicados en el crimen. Fue una demostración de fuerza de unos grupos violentos que cuando fueron alejados de los estadios, encontraron nuevos lugares al aire libre en el que organizar sus peleas. Dicen algunos expertos que tienen algunas normas: como que tiene que ser una pelea cuerpo a cuerpo, pero luego la realidad es que se puede pegar con todo lo que esté a mano.
En 2016, en la Eurocopa, demostraron su capacidad para la violencia y el desorden, para burlar las medidas de seguridad y ejercer su deporte favorito, la lucha. La Eurocopa fue una muestra de lo que son capaces de hacer. «Para algunos, el Mundial será un festival de fútbol, para otros un festival de violencia», asegura un hincha ruso en un documental de la BBC en el que avisa del peligro de que el Mundial se celebre en Rusia.
No es sencillo reprimirlos, en Sevilla, una ciudad muy acostumbrada a recibir ultras de otros países, saben como tratar con los hincha violentos, vigilados mediante «un protocolo muy estricto» cuyo factor más importante es «el control de los ultras locales». Fuentes policiales informan a LA RAZÓN de que los antecedentes de los Biris, protagonistas de graves incidentes tanto en España como fuera durante el último lustro, aconsejan extremar las medidas de seguridad en los encuentros europeos. «Los aficionados peligrosos están dentro de un cordón de seguridad desde su llegada a la ciudad. El problema surge, como ocurrió en Bilbao, cuando los elementos autóctonos consiguen acercarse a ellos o los ''bombardean'' con piedras y bengalas. En cuanto la pelea se desata, ya no hay fuerza pública que la detenga. ¿Cuántos agentes harían falta para separar a dos bandos de más de mil personas? Hay que mantener a las hinchadas distanciadas en todo momento».
El 1 de noviembre, el Spartak visitó el Sánchez-Pizjuán sin que sus temidos ultras causasen los estragos habituales. Un mes antes, la habían liado en Eslovenia, pero el coordinador de seguridad del Sevilla se encargó de mantenerlos en todo momento lejos del radio de acción de los Biris. «Hubo un refuerzo de agentes antifraude para impedir que muchos rusos residentes en la Costa del Sol comprasen entradas de reventa, ya que es relativamente fácil mantener la seguridad en las zonas acotadas para la afición visitante, pero si se juntan veinte ultras en otro sector de la grada mezclados con el público local, pueden armar mucho follón».
En Sevilla lo vivieron durante una tarde. En el Mundial va a ser un mes entero de fútbol... ¿y de violencia?
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