Unión Europea
La UE no debe defraudar
El mayor problema de Europa es que casi siempre nos acaba defraudando. Hemos creado un ente mastodóntico, caro y burocrático, que casi nunca está cuando se le necesita. La actual UE confederada, en la que no manda el órgano central, sino los distintos estados miembros, no llegará nunca a nada, salvo a su desintegración. O hacemos una Europa federal, con un gobierno comunitario de verdad, que mande de verdad, o iremos dando tumbos, año tras año, hasta la decepción final.
Les ha ocurrido a los ingleses y está en vías de suceder en otros países. El euroescepticismo avanza al amparo de ideologías nacional-populistas que solo buscan la destrucción del proyecto común. Si Europa vuelve a defraudar con motivo de la crisis del Covid-19, la Unión estará dando un nuevo paso en favor del negacionismo y en contra del proyecto transnacional por el que lucharon Schuman y Monnet, Adenauer y Madariaga.
La mayor crisis de la sanidad pública de la historia de la UE no se puede saldar con un «sálvese quien pueda» insolidario. El esfuerzo tiene que ser conjunto, como lo hizo en su día Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial, y como lo volverá a hacer ahora el señor Trump. Claro que aquello es un país, y lo nuestro un «quiero y no puedo».
El futuro de Europa está en la integración total. La fórmula actual no tiene recorrido. O asumimos que los estados deben perder peso en favor de la federación, o la Unión Europea acabará diluyéndose como suspiran los enemigos del proyecto.
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