Vallecana de pro, con permiso de Cristina Pedroche, Olga Sánchez (51 años) se define como una esponja que aprende por observación y una mujer hecha a sí misma. Hija de taxista y de ama de casa, un periodo de desempleo de su padre la llevó a preguntar por una profesión sin paro y se hizo actuario. «Se me hubieran dicho astronauta, sería astronauta», ríe.
–¿Por qué las aseguradoras siempre son las malas en las pelis americanas?
–En España adolecemos de cultura aseguradora. Es verdad que esos casos que salen en las películas de Hollywood son escandalosos, pero acabamos de sufrir una borrasca de nieve como Filomena y pocos asegurados sabían que los daños causados por la nieve no los cubre el Consorcio de Compensación sino su aseguradora y tampoco los daños en un automóvil con seguro a terceros. Dependiendo de lo que cubre tu seguro, pagas una prima. Es cierto que se genera mala prensa cuando un cliente cree estar protegido, pero una cosa es lo que consideres y otra cosas es lo que has firmado. La prima es proporcional al riesgo y si no pagas lo que quieres asegurar, no estarás cubierto. Hay que leerse las pólizas.
–Pero reconocerá que no lo ponen fácil y que las excepciones, asteriscos y exclusiones están semienterradas y en letra de prospecto médico...
–Es cierto, no hemos sabido hacerlo bien. El lenguaje de las pólizas es muy técnico y no ayudaba. Las exclusiones estaban quizá en letra más pequeña y confundía al cliente. Pero también es verdad que se ha ganado en transparencia y en tratar de acercar el lenguaje técnico que nos obliga a utilizar el regulador. Es ahí por donde hay que comenzar a cambiar, por los cimientos.
–¿A qué se refiere?
–A que pretenden que seamos transparentes, pero nos fuerzan a usar unos vocablos que no hay quien los entienda. En Unespa (la patronal aseguradora) nos preocupa y, por eso, tenemos un proyecto en favor de la transparencia y para que las excepciones estén en la misma letra que todo lo demás. No sabe lo que he visto cuando me incorporé a este mundo, pero eso está cambiando.
–La facturación del sector cayó un 8% en 2020. Nadie mejor que ustedes, las aseguradoras, para realizar una previsión. ¿Qué escenario contemplan?
–La caída de 2020 tiene dos causas. Una no tiene que ver con la Covid y son los bajos tipos de interés. Los tipos afectan a los negocios de vida, que han cerrado con una caída del 21%. En la segunda causa sí hay un impacto de la Covid y son los seguros de no vida. Eso se ha traducido en una caída de los seguros de automóvil de un 2% porque la crisis impacta directamente en el consumo y en la venta de coches. Pero en la parte positiva, hay líneas que han salido reforzadas. Creo que la pandemia ha puesto en valor a las aseguradoras, el confinamiento ha reforzado el valor de tener bien asegurado el hogar y el negocio ha crecido un 4%. En salud, el sector lleva creciendo años y este 2020 lo ha hecho un 5%. En 2021 seguirá la misma tónica, aunque se ve cierto crecimiento incluso en la rama de auto.
–Entonces, su previsión es...
–Se ha caído un 8,3% pero el negocio de vida arrastra mucho y su evolución es muy volátil. Creo que «vida» va a seguir en negativo y va arrastrar al sector. Esto tiene que ver con el ahorro y que ya no hay productos con tipos de interés garantizados, que era lo que movía al sector bancario y asegurador. Los bajos tipos han hecho caer la facturación y los sectores que crecen no lo hacencon suficiente fuerza. Estamos viendo que, aunque hay quienes pasan penurias, quienes tienen trabajo están ahorrando mucho. Sin embargo, ese ahorro se resiste por ahora y no sabemos si vamos a ser capaces de recogerlo.
–¿Cuáles son sus apuestas?
–Hay tres ganadores: salud, vida y hogar. Hemos crecido un 8% en esas ramas y el mercado un 5%.
–Con la Sanidad pública saturada, cobran fuerza los seguros de salud de empresa. ¿Vamos al modelo americano donde al sueldo se suman pluses como los seguros?
–Estamos muy lejos del modelo americano. En EE UU las empresas cubren el vacío de la Seguridad Social. En España tenemos un sistema duplicado, donde la Sanidad Pública da cobertura completa, salvo la dental. De hecho, muchos países se preguntan para qué contrata la gente un seguro médico aquí con la buena cobertura pública que hay. Sin embargo, hay muchas ventajas porque la Seguridad Social está limitada en recursos y en la privada no hay lista de espera y seleccionas el hospital y el médico.
–¿Están dejando de atender los seguros privados los casos de Covid o derivando pacientes?
–Las pandemias no están cubiertas. Las pólizas de salud se basan en la mutualización de los riesgos y una pandemia impacta a toda la población, por tanto están excluidas. Sin embargo, se está cubriendo. En el primer confinamiento, el Estado tomó el control de toda la Sanidad, pública y privada. El Gobierno decidía cómo derivar a pacientes a la sanidad privada. Ha habido clientes con Covid que iban a los hospitales privados creyendo que lo cubría la póliza y los hemos tratado igual. No se ha rechazado a nadie, afrontando todos los costes que el Estado no está cubriendo. Esa factura la pagamos a fondo perdido.
–Sectores como la hostelería, piden ayudas. ¿Van a reclamar ustedes esos costes?
–Las circunstancias son tan malas que no es el momento de negociar esto. Es el momento de seguir ayudando, aunque a veces pensemos que no estamos siendo debidamente tratados. Estamos haciendo mucho y no sé está reconociendo nuestro apoyo. Seguimos pagando, no sé hasta cuando.
–A estos gastos tienen que sumar los generados por los confinamientos, que deriva en problemas psicológicos...
–La fatiga mental tiene impactos en el gasto médico, pero esas coberturas están dentro de las pólizas, lo que nos permite afrontarlo. Habíamos trabajado en los últimos años en los servicios de videoconsulta, sobre todo en servicios psicológicos aunque los clientes no los usaban porque los consideraban intrusivos. Ahora los han descubierto.
–¿Y el coste que van a tener que asumir por tratamientos demorados y enfermedades diagnosticadas con retraso por el miedo a ir a los hospitales?
–Somos conscientes de los costes sobrevenidos que vamos a tener que afrontar. Se atienden todas las urgencias, pero hay dolencias incipientes ante las que el cliente no quiere acercarse para su diagnóstico por miedo. Esto va a ser peor para el paciente y para nosotros, porque los costes del tratamiento serán mayores.
–Tengo un seguro privado, pero a veces las urgencias parecen las de la Seguridad Social. ¿Tienen un «fast track», un servicio para marajás?
– (Ríe) Sí, existe. Tenemos una póliza que incorpora un servicio más completo y un tratamiento «premium».
–¿Cómo afrontan la proliferación de los seguros «low cost»?
–No entramos en guerras de precios, vendemos calidad. Esto exige ofrecer el mejor precio y el mejor servicio, pero dependemos de los centros médicos. Tenemos una marca que compite en e-comerce, pero no es «low cost». Simplemente las garantías son más básicas. Competimos, pero en calidad.
–Tras el paso de Filomena, ¿subirán las primas a medida que el cambio climático genere desastres más devastadores?
–A más riesgos, la prima es distinta. La suerte es que en España tenemos el Consorcio de Compensación, por lo que los eventos climatológicos (al margen de la nieve) están cubiertos. Así, frente a una DANA, el consorcio se hace cargo con una póliza de hogar.
–La única mujer directivo en un mundo de hombres. ¿Se siente una rara avis?
–Es verdad que en las reuniones, tengo el baño de mujeres para mí sola, pero también que si estoy aquí es por el apoyo de mis jefes. No es que me traten como a un bicho raro, pero en determinados foros, donde solo hay hombres, me siento sola y así es más difícil influir en un mundo de hombres.
–Lo que es seguro es el éxito de su colaboración en las campañas de Atresmedia...
–Trabajamos con Planeta en varios ejes: en Salud, con el apoyo a constantes y vitales, en el pacto social para dedicar al menos un 2% a la ciencia, donde tenemos casi un millón de firmas y va a ser lo único en lo que se van a poner de acuerdo los políticos, en la seguridad vial, con «Ponle freno», y en cultura, con el premio Lara. Pero no nos vamos a quedar aquí El objetivo es devolver a la sociedad parte de lo que recogemos.