Opinión

Todos a Gibraltar

Sánchez pretende engordar el estómago del insaciable Estado a nuestra costa en vez de aprobar una rebaja fiscal que disponga más dinero en los bolsillos de los ciudadanos

Ciudadanos ondeando banderas en el acto político de la celebración del Día Nacional de Gibraltar
Ciudadanos ondeando banderas en el acto político de la celebración del Día Nacional de Gibraltarlarazon

Los impuestos son necesarios, pero cuanto más lejos, mejor. Habitualmente cargamos contra los paraísos fiscales. Con razón, ya que parasitan la recaudación impositiva de otras naciones donde la presión fiscal es muy superior. A veces asfixiante y confiscatoria. Sin embargo, no existe ni un solo paraíso fiscal donde la gente viva mal, con nula sanidad o educación o con escasas rentas que impidan a sus ciudadanos costearse las necesidades. De hecho, en estos países-garrapata se vive bastante bien, incluso a cuerpo de rey.

¿Y quiénes son los que «deslocalizan» en estos lugares sus capitales? Quienes pueden permitírselo. Así que esta ecuación demuestra tres cosas. La primera es que se puede vivir de lujo en lugares con muy bajos impuestos, Holanda es un ejemplo. La segunda es que cuanto más altos tengan los tributos los vecinos, mejor se vive en un paraíso fiscal. Y la tercera, quizás la más notable por lo que nos corresponde, es que cualquier subida impositiva la acabamos pagando los «currantes», los que estamos bajo el radar del sheriff de Nottingham. A nosotros no nos sale a cuenta sacar nuestro dinero fuera y tampoco podríamos permitirnos un asesor competente de traje italiano.

Sánchez pretende engordar el estómago del insaciable Estado a nuestra costa en vez de aprobar una rebaja fiscal que disponga más dinero en los bolsillos de los ciudadanos, como hace el resto del universo. Porque cuanto más dinero nos dejan, más gastamos, ahorramos e invertimos, lo que genera mayor recaudación, crecimiento y empleo de calidad, lo que necesitamos.

Lo fácil para cualquier gobernante es apelar a la redistribución de las rentas guiada por el «papá Estado» y crear redes clientelares. Lo complicado es crear riqueza para todos.

Pero cuidado, España está rodeada de países «amables» donde el dinero es siempre bienvenido. Igual que comprar y matricular un coche en Portugal sale a cuenta, pronto puede pasar lo mismo con una cuenta en Jersey, Malta, Andorra o Irlanda. Y Gibraltar pilla de camino a la playa. Al fin, ante el vicio de pedir, la virtud de no dar. Yo, por si acaso, ya hablo inglés con acento de Chiclana. «Keep calm, mi arma».