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Ana Botín revoluciona en diez meses el Santander
La nueva presidenta culmina su objetivo al renovar la cúpula y dar un giro a la estrategia comercial
Desde que llegó a la presidencia de Banco Santander el pasado mes de septiembre, Ana Botín no ha parado de trabajar para dar su sello personal a la entidad financiera que su padre, Emilio Botín, dirigió durante 28 años, hasta su fallecimiento. Ahora, diez meses después, parece que ha culminado su objetivo y que la reestructuración de la primera entidad española y una de las mayores del mundo se ha completado. Sin embargo, esta transformación no se ha cerrado de golpe, sino que ha sido necesario ir quemando etapas hasta alcanzar un nuevo Banco Santander, el de Ana Botín.
Esta misma semana se cerraba la renovación del banco, con la salida de varios históricos directivos y la entrada de la nueva guardia pretoriana de la presidenta, y que lidera el nuevo equipo directivo. No obstante, la revolución de Ana Botín había comenzado ya al poco de hacerse con los mandos de la entidad. Sólo tres meses después de su nombramiento relevó por sorpresa a Javier Marín como «número dos» del banco para colocar como su mano derecha a José Antonio Álvarez, hasta entonces director general financiero y responsable de las relaciones con los inversores. A su vez, Álvarez fue sustituido por José García Cantera, que fue consejero delegado de Banesto a las órdenes de Ana Botín entre 2006 y 2010.
En este sentido, tras su desembarco en Banco Santander y tras las sucesivas reestructuraciones de la cúpula de la entidad, Ana Botín ha aprovechado para ir incorporando al equipo a distintos colaboradores que la acompañaron en sus diferentes etapas al frente de Banesto y de la división británica del Santander. En el primero –filial del Santander por aquel entonces–, ocupó la presidencia entre 2002 y 2010. En Londres estuvo desde noviembre del año 2010 hasta que sustituyó a su padre en septiembre del año pasado. Junto con el nombramiento del nuevo consejero delegado, la presidenta designó entonces a Rodrigo Echenique –consejero externo del banco– como vicepresidente. Este último acaba además de pasar a ser el presidente del nuevo consejo de Santander España, un órgano colegiado de gobierno interno que supervisará las actuaciones de los negocios del grupo financiero en nuestro país en políticas y estrategias, asunción de riesgos, recursos humanos y nombramientos de la alta dirección y otra serie de tareas de control y supervisión. Es decir, una función de asesoramiento más que de toma de decisiones ejecutivas.
Además de estos cambios, Botín acaba de llevar a cabo una serie de nombramientos de personas de confianza, que tendrán un papel relevante en la nueva estructura de la entidad. Entre ellos está Jaime Pérez Renovales, hasta ahora subsecretario de Presidencia del Gobierno, que regresa al banco después de tres años y medio en Moncloa. En adelante será el nuevo secretario general, así como responsable de la nueva división de recursos humanos, y asume las tareas de asesoría jurídica y fiscal. Así, sustituye en el cargo a Ignacio Benjumea, veterano de la etapa de Botín padre, que ha pasado a ser consejero externo. Pérez Renovales también coincidió con Ana Botín en su etapa al frente del banco Banesto, donde él era jefe jurídico.
Pero los cambios iniciados en la entidad por la nueva presidenta no se enmarcan únicamente en el ámbito de los nombramientos. Ana Botín también ha decidido dar un giro a la política comercial del banco, a su relación con los clientes y a su estructura. El número de divisiones en los últimos seis meses ha pasado de 15 a 10 y el número de directores generales se ha reducido en 7, es decir, un 23% menos. Para el banco, «una estructura corporativa más simple permitirá trabajar mejor, ser más eficientes, más competitivos y poner el foco en añadir valor a los países principales del grupo».
La fidelización del cliente ha pasado a ser una prioridad y, en consecuencia, ha importado a España uno de los productos financieros que mejor resultado ha dado en Reino Unido, la Cuenta 1,2,3. Se trata de premiar al cliente, devolviéndole parte de los recibos domiciliados y remunerándole por la contratación de otros productos del banco con acciones de la entidad. El objetivo es alcanzar en 2017 los 17 millones de clientes particulares vinculados y 1,1 millones de pymes y empresas. El banco se ha marcado como misión «contribuir al progreso de las personas y las empresas», aspirando a ser el mejor banco comercial. Para ello, según Botín, «tenemos que cambiar la forma de hacer las cosas. Todo lo que hacemos debe ser sencillo, personal y justo». En esta tarea, la presencia digital ha pasado de estar en un segundo plano a ser un pilar. De hecho, en medio esa revolución tecnológica, ha lanzado incluso una aplicación para acceder a los servicios del banco a través de los nuevos relojes inteligentes. El objetivo es «facilitar la relación con el cliente, donde quiera, como quiera y cuando quiera», para duplicar el número de clientes digitales de 14 millones a 25 millones en 2017.
Todo ello sin olvidar el objetivo último de un banco, así como de cualquier negocio: ganar dinero. A principios de año Ana Botín sorprendió al mercado con una ampliación de capital de 7.500 millones de euros para, como dijo, «aprovechar las oportunidades de crecimiento». Se ha reducido el pago de dividendos de los 0,6 euros del año pasado a 0,2 euros este ejercicio. No obstante, mientras que antes se remuneraba en acciones del propio banco –diluyendo así el beneficio por acción–, ahora se pagarán tres dividendos en efectivo de cinco céntimos y sólo uno por la misma cantidad en «scrip», es decir, en acciones o efectivo, a elección del accionista. La intención es distribuir entre el 30% y el 40% del beneficio recurrente.
De esta forma, Banco Santander –apoyado, eso sí, por la mejora de la situación económica– obtuvo entre enero y marzo de este año 2015 un beneficio de 1.717 millones de euros, un 32% más que en el mismo periodo del año anterior. Aunque Ana Botín llegó al banco en septiembre de 2014, el primer trimestre de este año ha sido el primero en el que se ha podido notar la mano de la nueva presidenta, pues en el anterior apenas tuvo tiempo para empezar a implementar los cambios que pretendía y que ahora, menos de un año después de su desembarco, han conformado el nuevo Banco Santander.
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