Marta Robles
Antonio Catalán: «Los mayores errores se cometen cuando tienes dinero»
Marta Robles entrevista a Antonio Catalán, presidente y fundador de AC Hoteles by Marriot
Marta Robles entrevista a Antonio Catalán, presidente y fundador de AC Hoteles by Marriot
Antonio Catalán es un hombre brillante. Un empresario vocacional, con olfato y capacidad de riesgo y de trabajo de sobra para acometer cualquier proyecto en el que crea. Pero, además, es un tipo jovial y atractivo que, a sus «cuarenta más veintisiete», como dice con coquetería, sabiendo que está en plena forma, es capaz de recorrerse 816 kilómetros en bici para cumplir con la promesa que hizo cuando su hija tuvo un accidente, hace más de veinticinco años. En esta última edición de la ruta Xacobea AC Hotels by Marriot, que llegó a la plaza del Obradoiro el pasado 27 de junio, participaron más de 65 ciclistas, entre directivos, personal del grupo hotelero, varios tándems de la ONCE liderados por Serafín Zubiri y otras personalidades, como Sete Gibernau y Miguel Indurain, gran amigo de Antonio Catalán. Pero Antonio, pedaleos de bici aparte, lleva toda la vida trabajando. Empezó tras terminar la carrera de empresariales, con su padre, en un hotel de carretera. Y desde el primer instante soñaba con volar solo. Cuando se casó, su suegro le dio un millón de pesetas para un piso «que en esa época era un dineral» y su padre, que no podía ser menos, otro. Antonio sacó un tercero de la lista de bodas y lo invirtió todo en unos terrenos en Pamplona, que costaban cuatro y medio... «Terminé haciendo un hotel que costó 95 millones».
Se refiere al hotel Ciudad de Pamplona, que aún existe hoy y que es un AC. Escuchándole hablar, queda claro que Antonio lleva el gusanillo empresarial en la sangre. Por eso, a aquel primer hotel, con el que nació su primera cadena (NH) en el 78, le siguieron muchos más... Hasta el 2000, que la vendió. «Los mayores errores se comenten cuando tienes dinero, no cuando no lo tienes», asegura Antonio. En todo caso, hay quien comete un error y no se levanta..., pero no fue el caso de Catalán. «Vendí la cadena a un grupo financiero que lo único que quería era pasta y le importaba tres pepinos el proyecto, porque no era su negocio. Ésta es la gran diferencia entre un empresario y un hombre de negocios... Mis hijos mayores aprendieron a decir NH antes que papá y mamá, porque éste es un trabajo de 24 horas y, además, muy divertido». Y tanto. Por eso le sobran anécdotas a Antonio Catalán. Por ejemplo del hotel Santo Mauro, uno de sus preferidos, en las que aparecen Justin Bieber, Beckham, Ana Obregón... Pero, historias curiosas aparte que no se pueden revelar por las cláusulas de confidencialidad, lo cierto es que, a los 15 días de vender la cadena NH, Antonio Catalán compró su primer hotel de la que sería su nueva cadena, AC. «Sí. El Aitana. Lo compré a los quince días porque conseguí que no abrieran ninguna cláusula de no competencia. Y mi tesis era la de partir de cero, poniendo en un folio lo que teníamos que hacer en las habitaciones: poner madera, porque la moqueta es una guarrada salvo que sea la de tu casa, quitar las colchas porque ya se sabe que puede que haya pasado alguien por ellas con prisa y las colchas son de tintorería y no se pueden cambiar todos los días, poner cuatro almohadas... Hicimos todo un proyecto muy de sentido común. Porque casi todo el mundo valora lo mismo en un hotel: que esté limpio, que funcione todo... Y luego la clave está en un buen personal, porque con un mal personal no funciona nunca». Está claro que la filosofía de este empresario convence, porque la primera cadena que creó sigue funcionando y la que montó en su «segunda vida profesional» cautivó incluso al mismísimo presidente ejecutivo de Marriot en el mundo –«uno de los 10 CEO asesores del presidente Obama»–, cuya empresa invirtió en AC. «Es que te juro que hicimos un proyecto de libro, con todo pensado y todo previsto, gracias a la gran experiencia de errores cometidos... Fue una época increíble. Abríamos un hotel cada tres semanas, comprábamos suelo, buscábamos socios inmobiliarios..., hicimos ochenta y tantos hoteles en seis años. Y entonces llegó el 2008. En 2007 habíamos hecho el récord y tenía pinta de que nos iría igual en 2008..., pero llegó septiembre y pinchamos. Y el 2009 fue dramático. Luego, en 2010, cuando doblamos ya el resultado de 2009 y estábamos cerca de poder pagar las deudas al servicio a la deuda, nos vinieron a buscar de Marriot. Siempre me habían tirado los tejos, pero entonces vino el vicepresidente de verdad, buscando una compañía de cuatro estrellas, y fue la primera vez que incorporaron una marca europea a su grupo». Desde entonces hasta ahora, AC Hotels by Marriot ha abierto 66 hoteles en EE UU. Además, tiene presencia en Latinoamérica y van a seguir con la expansión en Asia. Y la cadena de Antonio Catalán es AC Hotels by Marriot, «pero el presidente mundial soy yo y Marriot es la única marca que tiene compartida». Le pregunto a Antonio cuánta gente trabaja que AC en España y me habla de tres mil personas. Ni más ni menos. Y empezó esa segunda vida profesional con cuarenta empleados. «Yo me siento super español y por eso me gusta que en el acuerdo con Marriot para España esté que nuestros proveedores sean, por ejemplo, Porcelanosa, porque siempre me da la sensación de que a los españoles nos cuesta mucho salir. Y cuando sales te das cuenta de que los americanos no son tan listos como parecen... Los españoles tenemos que salir, porque éste es un país muy pequeñito y aunque se empeñen todos los políticos no van a poder recuperar cinco millones de puestos de trabajo de ninguna manera. Por mucho que nos diga Rajoy –que me daría igual que fuera Pepe Pérez–, trabaja más gente, pero menos horas. Y faltan muchas cosas por hacer». Hablamos de política y Catalán, que es un hombre de izquierdas, se enciende: «Tiene que haber una sociedad democrática super progresista y una zona de izquierda... Yo soy anti-PP, por principio, y tengo mucha relación con Zapatero, todo el mundo lo sabe; y entiendo que yo no debo cobrar pensión... Hay que hacer una sociedad posible, con unos niveles de renta posibles. A mi suegra, que gana 600 euros y ahorra, no se le puede tocar la pensión... Hay que hacer una sociedad diferente. Pero no a base de impuestos, es un error: el capital, cuando hay muchos impuestos, coge el trolley y se va al minuto dos».
Personal e intransferible
Se podría decir que Antonio Catalán (Pamplona, 1948) colecciona hoteles, mujeres e hijos. No sabría decir cuántos hoteles ha puesto en marcha, pero sí que tiene seis hijos de tres ex mujeres distintas –a las que cuida muchísimo– y que ahora está comprometido, más allá de las mujeres que no cuenta. Dice tener mucha conciencia social y mantener la ilusión intacta. Se siente orgulloso de sobrevivir. No se arrepiente de nada y le saca utilidad a los errores. Perdona, porque «si no, lo pasas fatal» y olvida totalmente. A una isla desierta se llevaría «algún libro y una bicicleta». No es de mucho comer, ni bebe vino –«soy el único navarro no alcohólico que existe»– y es muy ordenado. Dice tener vicios inconfesables y si volviera a nacer «sería lo mismo».
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