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Criptomonedas: ¿Hora de vender?

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Las divisas digitales han recuperado su valor en bolsa en el último cuatrimestre. Los expertos se preguntan si se trata de algo coyuntural, por lo que sería un buen momento para venderlas y convertirlas en dinero. O si, en cambio, han vuelto para quedarse.

ÓSCAR REYES

El «boom» de las criptomonedas ya pasó. Fue visto y no visto. Después de revalorizarse de forma descomunal durante 2017, en 2018 sufrieron una caída en picado. El joven de 19 año famoso por hacerse millonario tras invertir, cuando tenía 15, 1.000 dólares en criptomonedas, bajó de la nube hacia la realidad. Lo que el mercado te da, el mercado te lo quita. No obstante, el primer cuatrimestre de este año ha provocado que se recupere la fe en las monedas virtuales, aunque de forma moderada. Han aumentado su cotización, pero quien tiene criptomonedas debe plantearse si es un buen momento para venderlas o sería mejor mantener la confianza en un nuevo estallido.

Bitcoin, el referente por excelencia de las divisas digitales, es el mejor ejemplo de la evolución del valor de las mismas. Empezó 2017 cotizando a 935,15 dólares y, tras una burbuja especulativa, ascendió un 1.520% hasta alcanzar en diciembre los 15.151,37 dólares. Pero la euforia disminuyó a partir de enero 2018, hasta que el 17 de diciembre alcanzó los 3.217,05 dólares. El profesor del programa directivo de innovación tecnológica y Fintech del IEB, Miguel Ángel Barrio, explica que «durante finales de 2017, la evolución de las criptomonedas, especialmente bitcoin, se desenvolvió sobre un patrón de burbuja especulativa. Por lo que en 2018 llegó la lógica corrección del mercado, que supuso luego una caída o vuelta a la realidad, en el segundo semestre del año».

Pues bien, el reciente abril volvían a estar cerca de los 5.300 dólares. Por lo tanto, la recuperación era pronunciada, pero tampoco lo suficiente, ya que sólo se situaba en un tercio del valor que tenía a finales de 2017. No sólo Bitcoin ha experimentado un crecimiento en el primer cuatrimestre del año. Bitcoin Cash ha recobrado casi un 230% de su cotización perdida en 2018; Litecoin un 200%; EOS un 170% y Ethereum un 86,5%.

«Se ha estado creando un impulso en el mercado desde hace un tiempo», ha asegurado el analista sénior de eToro, Marti Greenspan. Este nuevo repunte al que nadie encuentra explicación ha provocado que los expertos afirmen de nuevo que «las criptomonedas y el “blockchain”, la tecnología tras ellas, están aquí para quedarse», admite el CEO de 2gether, Ramón Ferraz. Barrio subraya que «han venido para quedarse, también las muchas posibilidades que “blockchain” como tecnología de la confianza nos ofrece como disrupción en los procesos que se rigen por registro de transacciones y datos».

Una visión que no todos los expertos comparten. La empresa IFS prevé que en 2019 desaparezcan el 50% de las criptomonedas (actualmente existen alrededor de 2.200). Las causas serán la regulación a la que se verán sometidas, lo que reducirá su atractivo como objetivo de inversión y, por otro lado, la alta volatilidad que las caracteriza, por lo que pueden ofrecer grandes beneficios, pero también abultadas pérdidas.

Volatilidad

Y es que se puede decir que estamos hablando de un mercado que pende de un hilo. Se demuestra que en muy poco tiempo ha sido capaz de experimentar grandes caídas y empujones. El último ejemplo lo vivimos hace un mes, el 2 de abril, el mejor día del año en bolsa para las criptomonedas. Según algunos analistas, se debió a una numerosa compra por parte de un inversor anónimo, probablemente procedente de Asia.

Pero claro, precisamente el anonimato que caracteriza a las divisas virtuales representa un obstáculo para conocer más en profundidad su comportamiento sobre el parqué, pues resulta más complicado saber el origen de las inversiones y en qué momento exacto se producen. De ahí que tampoco podamos hablar con exactitud de las causas que llevaron al estallido de las criptomonedas en 2017 y a su vertiginosa caída en 2018.

Lo que está claro es que, al menos de momento, el interés ha vuelto a las divisas virtuales que, cuanto más demandadas son, más valor suman –a finales del año pasado las usaban 32 millones de personas, frente a las 3 millones de principios de 2015–. Por lo que se auguran unos buenos tiempos en los que se comprarán más de las que se soltarán. «Hay una gran incógnita alrededor de la evolución de este mercado en los próximos meses, aunque se espera una tendencia al alza», admite Barrio.

El peligro está en que a algún inversor que cuente con una amplia cartera de criptomonedas las venda y, entonces, afecte negativamente al resto de inversores. Así, estos “players”, a su vez, harían sus movimientos, creando un nuevo círculo vicioso que provoque que se repita la debacle de 2018.

Si, como prevé IFS, las criptomonedas reducen su volumen a la mitad, podría ser una buena noticia para el mercado. La demanda se concentraría en menos divisas que ganarían confianza por parte de los inversores. Eso les otorgaría mayor fortaleza en bolsa y les haría menos susceptibles a la volatilidad.

Stablecoins

Existen proyectos de criptomonedas que mitiguen esta vulnerabilidad a la subidas y bajadas repentinas de los valores. Son las llamadas «stablecoins» que como sostiene el consejero ejecutivo responsable de Economía y Relaciones Institucionales de BBVA, José Manuel González-Páramo, han sido «construidas de tal forma que su volatilidad está limitada por diseño».

¿Y cómo logran la estabilidad? Pues hay dos posibles respuestas. Por un lado, encontramos “stablecoins” cuyo valor está asociado al de otro tipo de monedas como el dólar (como Tether o TrueCoin) o al de bienes como el oro. Son las denominadas colateralizadas y conforman el 80% del total. Por otro, las hay que tienen un valor controlado por algoritmos, las no colateralizadas. Pero en cualquiera de los casos no está sometida a tanta volatilidad, por lo que pueden ser una buena alternativa para los inversores más convervadores.

¿Y cómo logran la estabilidad? Pues hay dos posibles respuestas. Por un lado, encontramos «stablecoins» cuyo valor está asociado al de otro tipo de monedas como el dólar (como Tether o TrueCoin) o al de bienes como el oro. Son las denominadas colateralizadas y conforman el 80% del total. Por otro, las hay que tienen un valor controlado por algoritmos, las no colateralizadas. Pero en cualquiera de los casos no está sometida a tanta volatilidad, por lo que pueden ser una buena alternativa para los inversores más convervadores.

En 2018 se registraron 57 proyectos para desarrollar «stablecoins». Un número escaso en comparación con las más de 2.000 criptomonedas en circulación, pero tienen una cualidad que les hace bastante aptas para expandirse en el mundo empresarial, en especial las colateralizadas. Al estar asociadas a una moneda acuñada por un banco central, las corporaciones tienen la posibilidad de transferirse la cantidad acordada de esa moneda en forma «stablecoins». Esta transacción no necesita de intermediarios, iría directamente de una compañía a otra, por lo que eliminar los tiempos de espera (que pueden ser de días) si se hiciese mediante una entidad bancaria.

Compras en negocios

El éxito de una moneda, ya sea virtual o física, depende en gran medida de que se pueda usar para realizar intercambios de productos o servicios. En ese sentido, las divisas virtuales no han conseguido expandirse porque los negocios no están dispuestos a trabajar del todo con ellas: «Es difícil encontrar un comercio que acepte criptomonedas como medio de pago y, los pocos que lo aceptan, no son comercios a los que suela ir un consumidor medio (como supermercados, cines o bares). A día de hoy, gastar cripto es un proceso largo y complicado que implica exchanges, claves personales y mucha espera», manifiesta Ferraz.

Por su parte, González-Páramo no cree que puedan ser una alternativa al dinero en efectivo. En definitiva, tampoco le sustituirían como forma de transacción. Aunque países como Suecia sí que están aplicando mecanismos para reducir el uso del dinero físico. Así que no se puede afirmar con rotundidad que las criptomonedas no vaya a convertirse en protagonistas de nuestro futuro comercial.

De este modo, uno de los retos a los que las criptomonedas se enfrentan en los próximos años es a obtener la confianza de los comercios. Para lograrlo, deberán dar fe de que su tecnología es segura y no supondrán ningún perjuicio para la compañía. Además, tendrán que emprender una estrategia comercial para conseguir el apoyo de grandes corporaciones que funcionen como «efecto llamada» para que otras empresas vayan aceptando estas divisas.

Ya se están dando pasos en esta dirección. Pues una de las entidades financieras más importantes del mundo se ha metido de lleno en el mercado. Ferraz explica que «en septiembre de 2017, Jaime Dimon, CEO de J.P. Morgan, afirmó que las criptomonedas eran un fraude. Un año y medio después, ese mismo banco se ha convertido en el primero en lanzar su propia criptomoneda, el JPM Coin». En nuestro país, el Banco Santander también se abrió a las criptomonedas en 2016, cuando empezó a usar Ripple.

Refugio

Si bien aún no valen para consumir generalmente, las criptomonedas pueden ser un refugio para los ciudadanos de aquellos países donde la moneda oficial no está teniendo un buen rendimiento. Así ocurre en Venezuela y Argentina. En el primero de ellos, la inestabilidad política y económica ha llevado una severa depreciación del bolívar. Por eso, los venezolanos prefieren no tener bolívares, sino invertirlos en comprar bitcoins u otras divisas virtuales esperando que éstas aumenten su valor y recuperar, así, parte de su dinero.

También tienen otro objetivo. Como las compras de criptomonedas se llevan a cabo sin intermediarios, ninguna entidad nacional registra el intercambio. De esta manera, los venezolanos están sacando su dinero del país sin dejar huella, una buena estrategia financiera para sortear el férreo control impuesto por el gobierno de Maduro.

En el caso de Argentina, el peso viene perdiendo su valor de forma imparable desde 2015. En aquellos momentos, un peso equivalía casi a 0,1 euros. Ahora equivale a 0,02 euros. Una caída que ha llevado a que los argentinos inviertan sus pesos en criptomonedas, pues confían más en la volatilidad del mercado de las mismas y en el progreso que están teniendo en estos meses, que en el futuro del peso.

Solución para el consumo

La «fintech» 2gether ha alcanzado un acuerdo con Visa para desarrollar una tarjeta prepago con criptomonedas que funcionará así. La tarjeta convertirá las divisas virtuales en euros y se podrá pagar en cualquier establecimiento que acepte Visa sin ningún tipo de recargo.La manager general de Visa en España, Carmen Alonso, sostiene que «es un momento emocionante en la industria global de pagos ya que empresas innovadoras están lanzando nuevas ideas y tecnologías que permiten intercambios comerciales fluidos para todos, en cualquier lugar. Valoramos la oportunidad de colaborar con “fintech” como 2gether para desarrollar soluciones de pago punteras para empresas y consumidores».