Start Up

De Cabify a Wallapop: las «start-ups» españolas se hacen adultas

La inversión del «venture capital» en 2015 llegó a los 659 millones de euros, un 83% más. Cabify o Wallapop acaban con el mito de que España no es tierra de emprendedores

La Razón
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El ecosistema emprendedor ha ganado en experiencia y profesionalidad, lo que unido a la entrada de fondos extranjeros dibuja un futuro prometedor para las «start-ups» nacionales.

Históricamente, emprender nunca ha estado entre las prioridades de los jóvenes españoles, más preocupados por labrarse un futuro en el sector bancario, escalar en el organigrama de las empresas privadas o consagrar su vida profesional a la administración pública. Hasta ahora. Los cantos de sirena de Silicon Valley y los ejemplos de nuevos líderes digitales hechos a si mismos, como el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, o el cerebro de Tesla Motors y PayPal, Elon Musk, han obrado el milagro. Algo «muy positivo» en opinión de Javier Megías, CEO y cofundador de Startupxplore, la mayor comunidad de «start-ups» e inversores de España, que celebra como «cada vez hay más chavales que aspiran a convertirse en el nuevo Zuckerberg, en lugar de querer ser futbolistas, tertulianos o funcionarios».

Un cambio de referentes que coincide, o tal vez no, con la eclosión de la comunidad emprendedora española. Solo el año pasado, según datos de Startupxplore, se crearon en España más de 2.500 «start-ups», lo que unido al desembarco de grandes fondos internacionales con dinero y ganas de invertir, está sentando las bases de un ecosistema emprendedor muy prometedor que, eso sí, todavía tiene que madurar y dejar atrás la edad del pavo. «El perfil de los proyectos es cada vez más comparable con el resto de los grandes países europeos. Los emprendedores ya tienen experiencias pasadas y, desde el punto de vista del inversor, ha habido un incremento en el numero de fondos y en el tamaño. Hace cuatro años éramos cuatro y ahora cada vez hay más profesionales», explica Javier Ulecia, presidente de la Asociación Española de Capital, Crecimiento e Inversión (ASCRI). En esta evolución, ha sido determinante el nuevo ciclo económico. La necesidad, ya no es el motivo principal para emprender –el 73,5% de los emprendedores asegura hacerlo por convicción, frente al 24,8% que se mueve por necesidad, según las conclusiones del último informe «Global Entrepreneurship Monitor 2015»– y eso se nota en la calidad de los proyectos. «El sector está viviendo su particular época dorada, y aunque requiere trabajar 80 horas semanales y pelear mucho, sí que es cierto que se respira una atmósfera de posibilidades», destaca Mejías.

Ejemplos de éxito no faltan. La «start- up» de transporte alternativo Cabify recibió el pasado mes de abril una inyección de 105 millones de euros, una de las mayores rondas de financiación de una «start- up» de origen español, liderada por el gigante japonés del comercio electrónico Rakuten. Con más de un millón de usuarios en todo el mundo, y una valoración cercana a los 320 millones, la empresa que dirige Juan de Antonio es el ejemplo en el que se miran los emprendedores españoles que buscan poner en marcha sus proyectos. Unos meses antes, en septiembre del año pasado, los mapas on-line de la española CartoDB ya levantaron 20 millones de euros en una ronda en la que tomaron parte fondos como Accel Ventures, que estuvo presente en las fases iniciales de Facebook y Spotify, y Salesforce Venture. Aunque si hay que destacar una start up patria por encima de las demás esa es Wallapop. Con tres años de vida y más de ocho millones de usuarios activos, la aplicación de compraventa de artículos de segundo mano podría alcanzar, según fuentes del sector, una valoración de 1.000 millones de euros.

Más inversión

Tan cierto como que el dinero no cala igual en todos los proyectos ni en todos los estratos del sector, lo es el hecho de que en los últimos años el capital disponible se ha multiplicado. La inversión del «venture capital» en 2015 llegó a los 659 millones de euros, un 83% más que el año anterior, según ASCRI. Gran parte de ese impulso viene del dinero extranjero, que creció un 153% el ejercicio pasado. Asimismo, el número de entidades de capital riesgo extranjeras presentes en España ha pasado de 18 en 2005 a 132 en 2015. Pero, ¿qué ha cambiado? «Era una cuestión de desconocimiento. Hace unos años, los grandes fondos no venían porque tampoco las empresas iban a buscar a dinero fuera. Si tu no sales, ellos no te van a conocer», asegura Ulecia.

Pese a todo, las cifras de inversión en España todavía quedan lejos de las que registran países de nuestro entorno como Francia o Alemania. «El peso de la economía española no se refleja en las cifras de inversión del venture capital. Estamos todavía en una tercera parte de lo que podríamos ser si nos comparamos con Francia, Alemania o Reino Unido», sostiene el presidente de ASCRI.

Y es que no todo es financiación. Desde el sector denuncian que la legislación actual en materia tributaria ha quedado obsoleta y actúa como un freno para la puesta en marcha y el desarrollo de muchos proyectos. «Nuestro país reúne las condiciones perfectas para el emprendimiento: buenas universidades y escuelas de negocio, talento, un clima excelente, condiciones perfectas para vivir y trabajar. Falta un impulso a nivel de condiciones fiscales que favorezcan a los emprendedores, a sus equipos y a los inversores», opina Jordi Griful, CEO de la consultora tecnológica Quantion.

Además, las grandes empresas, que deberían actuar como dinamizador del ecosistema emprendedor, son muchas veces reacias a apostar por start up innovadoras y se decantan por lo viejo conocido. «En otros países más avanzados la realidad es que el mundo de la gran empresa hace tiempo que trabaja codo con codo con las start ups, lo cual genera grandes beneficios en los dos lados. En España es algo que todavía no ha pasado, pero sin duda va a pasar. ¿Dónde van a encontrar las grandes empresas productos innovadores y formas de hacer las cosas más novedosas?», se pregunta el fundador de Startupxplore. «A las empresas tradicionales les cuesta mucho estar al corriente de la innovación y de cómo las nuevas tecnologías pueden impactar en sus negocios. No es un tema generacional ni tecnológico, es un tema de personas. Por eso necesitan a las ‘‘start- ups’’», concluye Griful.