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Fuenlabrada

El «comité del miedo»

La Razón
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Llama la atención el hecho de que el índice de adscripciones voluntarias de trabajadores del embotellador de Coca-Cola al plan de ajuste laboral haya sido prácticamente unánime en las plantas afectadas, salvo en una: la de Fuenlabrada (Madrid).

LA RAZÓN ha querido indagar entre los trabajadores y los sindicatos los motivos de este aparente contrasentido, y lo primero que ha encontrado ha sido una especie de «ley del silencio». Estos trabajadores achacan esa menor adscripción a la influencia de lo que denominan «el comité del miedo». Se refieren al comité de empresa de la planta de Fuenlabrada. «Quien se mueva, palo», afirman en USO. De acuerdo con fuentes cercanas al embotellador, suman más de cuarenta denuncias (entre la empresa y los empleados) por sus métodos, que recuerdan al sindicalismo más duro de los comienzos de la Transición en España. A la cabeza, tres personas: Francisco Bermejo; Juan Carlos Asenjo y Mercedes Pérez Merino, los tres de CC OO.

Otras fuerzas sindicales califican la planta de Fuenlabrada como «el cortijo de los Bermejos». Indican que, después de treinta años imponiendo su voluntad tanto entre los trabajadores como en las negociaciones sindicales con la empresa, han conseguido lo que parecía imposible: convertir una de las plantas más modernas en la menos productiva. Bermejo (30 años en la empresa, jefe de ventas y salario bruto aproximado de 110.000 euros), Asenjo (oficial de primera, con un salario de entre 55.000 y 60.000 euros) y Mercedes Pérez Merino (gestora comercial con una retribución de casi 85.000 euros, en los tres casos según estimaciones del Convenio Colectivo publicado en el BOE), tienen tanto poder acumulado a lo largo de los años, que eso explica, según otras fuerzas sindicales de la empresa, por qué Fuenlabrada intenta descolgarse del acuerdo entre el embotellador y los trabajadores. «Son ellos tres los que más tienen que perder».