El drama del paro
El paro de octubre constata la ralentización en la economía
Como viene siendo habitual, tras los malos datos del mes de agosto, septiembre ha sido un mes donde ha empeorado el empleo y ha mejorado la afiliación a la Seguridad Social, más concretamente, el número de desempleados ha subido en algo más de 13 mil personas, dejando el número de desempleados totales en casi 3,1 millones. Por otro lado, y como dato más importante y en este caso con carácter positivo ha sido el aumento en la filiación a la Seguridad Social en más de 3 mil personas (frente a los más de 22 mil nuevos afiliados que se sumaron a la Seguridad Social en 2018), dejando el número de cotizantes en 19,3 millones.
Otro de los datos a destacar ha sido el aumento importante en la contratación indefinida, que después de siete meses consecutivos con retrocesos en esta modalidad de contratación, han supuesto el 11,4% de los contratos firmados.
Como suele ser habitual, la construcción, la industria, la agricultura y especialmente el sector educativo son los que han creado empleo (aunque menos que otros años) en este mes, y quién lo ha destruido como consecuencia del final de la temporada estival, el sector servicios ha perdido un 1,4% de trabajadores.
En cualquier caso, creo que nadie duda ya de que nuestro mercado laboral, aunque de momento aguanta mejor de lo esperado, se está enfriando por momentos, si nos fijamos en los datos interanuales, a estas alturas, en 2017, el paro se redujo en algo más de 300 mil personas, en 2018, este incremento, apenas superó los 200 mil, y en 2019 ha crecido únicamente en 120 mil personas.
En los últimos días, nos hemos levantado con noticas poco halagüeñas sobre la evolución de nuestra economía, y por extensión para nuestro mercado laboral (no olvidemos el tradicional paralelismo existente entre el crecimiento de nuestro PIB y nuestro empleo).
Como dato económico importante, asistimos a un menor crecimiento del PIB, fundamentalmente causado por un parón en el consumo (fruto de la desconfianza de los ciudadanos en la evolución de nuestra economía) y por otro la inestabilidad política, que entre otras cosas a frenado el gasto público que creció un 2,2% en los últimos meses de 2018 y primeros de 2019 lo que probablemente hizo que nuestra economía creciese de forma artificial en este periodo, no olvidemos que el mejor cliente del sector privado es el sector público.
Todo indica, que nuestro PIB crecerá este año entorno al 2%, quizá algo menos, cifra sensiblemente inferior a las previsiones que habían previsto organismos internacionales y por supuesto el gobierno.
De momento, nos encontramos un escenario, donde, y fruto de la incertidumbre, el ahorro de las familias mejora, pero las inversiones y sobre todo el consumo cae, y el consumo en una estructura productiva como la española, es la principal fuente de creación de empleo.
A pesar de lo anterior, el empleo sí fue comportándose de manera aceptable a pesar de la desaceleración económica, creciendo un 0,5% en el último trimestre y un 2,5% interanual, lo que suponen casi 460 mil puestos de trabajo nuevos.
A pesar del aumento del número de empleados en el mercado laboral, la productividad no ha aumentado de la misma manera, lo que nos puede dar a entender que hemos incorporado al mercado laboral trabajadores menos cualificados (principalmente sector servicios) o también que hemos creado puestos de trabajo de mala calidad.
En un contexto de incertidumbre como el que vivimos, debemos ser extremadamente cautos con el aumento de los costes laborales, que, en el primer semestre del año, aumentaban un 2,7%, y esto se debe fundamentalmente a las subidas de salarios impuestos por el actual gobierno (funcionarios y salario mínimo interprofesional).
Sin duda, estamos ante un momento extremadamente delicado, donde las políticas laborales y fiscales que se implanten pueden hacer que estemos ante un simple socavón, o nos enfrentemos a un profundo agujero de dimensiones desconocidas.
No cabe ninguna duda, que la solución para la actual situación no pasa por derogar la reforma laboral, subir los impuestos, subir los costes laborales, etc. Antes de la reforma laboral, necesitábamos crecer por encima del 2,5% para crear empleo, tras la reforma, hemos llegado a crecer un 1,2% creando empleo. La solución para los tiempos que se avecinan, pasan por tener un mercado laboral flexible, moderno y adaptado a las necesidades de las empresas, sólo así crearemos empleo con un menor crecimiento económico.
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