El debate de los impuestos
Golpe para la recuperación del gasto
Los expertos se muestran divididos sobre los efectos del esfuerzo fiscal en tiempos de crisis
Los contribuyentes españoles atravesamos, en estos meses de mayo y junio, uno de los momentos más amargos del año, el que corresponde a la campaña de la Renta, en concreto, la liquidación de 2012, que está ya en marcha. Y digo amargo porque estamos experimentando en nuestro bolsillo las consecuencias directas de la subida del IRPF que el Gobierno aprobó nada más llegar al poder, una de las decisiones económicas más controvertidas, e incomprensibles para los votantes del PP, en lo que llevamos de legislatura.
Acabo de terminar de preparar mi declaración y estoy todavía asimilando el resultado de la subida de la imposición directa que me tocará asumir en pocas semanas, cuando la imprima y la lleve al banco. Ofrezco algunos datos para todos los interesados en realizar la misma reflexión que yo. Pueden comparar el importe de la casilla 620 –Base liquidable general sometida a gravamen– en la declaración de 2012 y en la del año anterior, correspondiente a la renta de 2011. Y luego, hacer el mismo ejercicio con la casilla 741, –Cuota resultante de la autoliquidación–, que indica el importe que pagamos a Hacienda de nuestra base liquidable. En mi caso, mi base liquidable se ha reducido en 2012 un 4,18%, pero tendré que pagar un 3,03% más a Hacienda que el año pasado. Éste es el resultado del esfuerzo adicional que, en imposición directa, nos toca soportar a todos los perceptores de renta como consecuencia de la subida de este impuesto.
Lamentablemente, acabamos de conocer hace muy pocos días todos los españoles que este esfuerzo fiscal que se nos está exigiendo –que, no nos engañemos, es una manera dulcificada de referirse a algo que no es sino meternos la mano en el bolsillo– se va a prolongar al menos un año más, hasta 2015. Y no sólo en el caso del IRPF, sino también del IVA, por ejemplo.
Ya se ha escrito mucho sobre el error tanto estratégico –subir los impuestos nada más llegar al Gobierno y antes de haber realizado un ejercicio de contención de gasto– como en la elección de la figura tributaria –está ampliamente demostrado que la subida del IVA introduce muchos menos elementos distorsionadores que el IRPF– y en el modo de incrementarla –elevando tipos marginales–. También se conocen los cálculos erróneos que se realizaron respecto a las previsiones de recaudación, muy sobrestimadas, ya que resulta «naif» pensar que los agentes económicos no van a alterar su comportamiento como consecuencia del mayor gravamen, lo que limita la capacidad recaudatoria del incremento fiscal. Pero ahora llega el momento de la verdad, durante la campaña de la Renta, y es cuando todos los contribuyentes sufrimos las consecuencias de una vuelta de tuerca de la política fiscal española, que viene de la mano de una política monetaria asimismo muy contractiva en España –no por las decisiones del BCE, sino por el «crowding-out» financiero que experimentamos–, una combinación letal para la recuperación de la capacidad de gasto de todos los españoles. Y, por desgracia, esto continuará hasta 2015 por lo menos, otra mala noticia para todos los contribuyentes.
Arthur Laffer
Economista americano
La conocida «curva de Laffer» muestra que el aumento de los impuestos no siempre conlleva una mayor recaudación, sino lo contrario. De hecho, Laffer sostenía que unos impuestos muy altos hacían que muchos ciudadanos no quisieran trabajar, y que una reducción de los mismos les incentivaría, lo que mejoraría el bienestar económico y, quizás, también los ingresos fiscales.
.
*Profesor de Teoría Económica de la Universidad Autónoma de Madrid
✕
Accede a tu cuenta para comentar