España

Juan Rosell: Austeridad y reformas para crecer

Juan Rosell
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El presidente de la CEOE analiza los errores cometidos durante las «vacas gordas» y propone otro plan de choque contra la crisis

Empresario y presidente de la principal patronal española (CEOE), Juan Rosell es, además, un apasionado de la macroeconomía. Esta devoción se ha plasmado en una nueva entrega para la editorial Deusto, donde ya publicó en 2007 «¿Y después del petróleo, qué?» y en 2010 «Y después de la crisis, qué?». Ahora, en «Reformas o declive: los cambios necesarios para salir de la crisis y volver al crecimiento», analiza los errores cometidos en el pasado, durante la época de «vacas gordas» y propone una batería de reformas bajo la premisa de la austeridad y la efectividad.

Rosell parte de la premisa de que hasta 2009, «cualquier análisis comparativo con los grandes países de la Unión Europea nos daba positivo». De hecho, entre 2000 y 2008, el Producto Interior Bruto de Alemania creció 14,1 puntos; el de Francia, 16,4 puntos; y el de Italia, 12,4 puntos. El PIB de España creció en esos mismos años 31 puntos. Es decir, 16,9 puntos más que Alemania. «De ahí vino la grandísima creación de empleo y el sentimiento de euforia económica, e incluso la sensación de riqueza, durante bastantes años, algo que no era ilusorio sino numérico, real, y que vino favorecido por un crecimiento del sector de la construcción y de las infraestructuras potenciado por unas facilidades crediticias fuera de lo normal.

Crecimiento sin control

El crédito crecía una media de diez puntos por encima del propio PIB y, además, visto en perspectiva, con unos intereses muy bajos o, al menos, a unos intereses a los cuales la economía española y sus actores económicos no estaban acostumbrados». Incluso si se analiza el PIB acumulado entre 2000 y 2012, España creció nominalmente 8,7 puntos más que Alemania, 9,1 puntos más que Francia y 18,6 puntos más que Italia –destaca el texto– a pesar de que –«por no saber modular la euforia»– entre 2009 y 2012 el PIB español decreció tanto como el italiano (5,3%) y retrocedió 8,2 puntos respecto al alemán.

Rosell destaca que hasta hace muy poco, en 2007, España crecía al 3,7% y tenía un superávit presupuestario del 1,9%. «Nuestro endeudamiento se había reducido al 36,3% del PIB y se creaban todavía miles de empleos». Pero en dos años se pasó a una «auténtica hecatombe» que, como remarca el presidente de la principal patronal, «nadie, salvo alguna excepción, predijo con detalles macroeconómicos pormenorizados, ni a nivel interno ni externo». La realidad es que –prosigue el autor– mientras entre 2007 y 2009 los grandes países europeos empezaron a tomar medidas, «aquí seguíamos con el gasto como estrategia salvadora».

«Todo ello quiere decir que ni supimos frenar el gasto (...) ni mantener nuestros ingresos, en parte debido a que muchos venían del boom inmobiliario, pero también a que nuestra estructura impositiva debe mejorarse muy mucho». Entre los desequilibrios de los tiempos de bonanza, destaca el crecimiento «inadecuado» de los salarios. «Tanto en 2008 como en 2009, nuestros salarios crecieron 1,9 y 1,5 puntos respectivamente por encima del IPC, lo cual (...) demostraba las rigideces de unos convenios colectivos que no se adaptan a la realidad». Las medidas de choque llegaron tarde, como el acuerdo de moderación y flexibilidad salarial firmado por sindicatos y patronal en enero de 2012, tras el espejismo del crecimiento del 0,4% del PIB de 2011 gracias al desmedido gasto público, «cuyo ejemplo más escandaloso fue el Plan E».

Además, entre 2000 y 2012, la población española creció en 6,8 millones de personas (17%) y se crearon 2,6 millones de empleos (y 3,7 millones de parados adicionales). El autor llama la atención sobre un aspecto poco casi desconocido: que, entre 1998 y 2008, «España es el país que más y mejor trabajo ha creado, pues sus datos de empleo a tiempo parcial (13,8%), son prácticamente la mitad que los alemanes (26,6%). Por tanto, si quisiéramos comparar la tasa de paro española con la alemana debiéramos reducir la española en seis puntos o aumentar la alemana la misma cifra».

Tras analizar los datos de crecimiento de la UE, en los que queda claro que entre 2000 y 2012 quien más crece es España, Rosell se cuestiona por qué sólo se dispara el desempleo en España. Y es ahí donde apuesta por un auténtico cambio de mentalidad que pasa por la única solución para crear empleo: «Crear empresas». Y para empezar, Rosell apuesta por «gastar menos y mejor», como hacen millones de empresas. ¿Cómo? «Debería haber menos funcionarios y mejor pagados; funcionarios deberían serlo los que hagan verdadera función pública; para el resto, puro contrato laboral. La contratación a dedo, puramente política, debería desaparecer, salvo en porcentajes mínimos y debidamente requeridos para mejorar la gestión. La selección tanto de los funcionarios como de las contratas debería ser hecha a distancia, «a ciegas», para no intoxicarse de una posible manipulación partidista».

«17 autonomías son muchas»

Respecto a la reforma laboral, que califica de «paso importante» pese a que «debería haber sido más ambiciosa» en capítulos como la flexibilidad interna, Rosell enumera nueve medidas «para mejorarla». Entre ellas, reducir el número de contratos o potenciar el salario variable con objetivos definidos. Sobre el modelo autonómico, asegura que en estos años se ha disparado el traspaso de competencias que ha generado estructuras de personal inadecuadas, organismos duplicados o triplicados, competencias mal traspasadas... «17 comunidades son muchas», sentencia.