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La historia del primer gran empresario negro de Sudáfrica

Richard Maponya cumple mañana 95 años de una vida llena de éxitos después de haberse convertido, hace décadas, en el primer gran empresario negro de Sudáfrica. Lo logró triunfando en casi todos los sectores económicos, y para ello tuvo que sortear las trabas del régimen del "apartheid"y hacer frente a sus favorecidos competidores blancos.

Alimentación, leche, una gasolinera y los primeros concesionarios de automóviles regentados por un negro fueron sus negocios más destacados, aunque todo empezó con la venta de ropa.

Maponya, maestro de profesión y natural del norte del país, llegó a Johannesburgo en la década de 1950, con 24 años, y comenzó a trabajar para un vendedor de ropa.

"Después de seis meses, el hombre que me empleó me pidió que le ayudara a elegir ropa para vender a la población negra. Me enseñó algunos criterios y mis elecciones fueron todo un éxito", recuerda en una entrevista con Efe en su mansión de Johannesburgo.

Tan grande fue el triunfo que cuando el hombre que le había dado trabajo fue ascendido a director general de la empresa quiso recompensarle.

No podía ascenderle, porque la ley no permitía que un negro ocupara una posición más alta que ningún blanco, y decidió ofrecerle gratis material para que lo vendiera por su cuenta en su tiempo libre.

El acuerdo funcionó para Maponya, que hizo dinero con la ropa y pidió a las autoridades una licencia para abrir su propia tienda.

Se la denegaron. El motivo: "Los negros estáis aquí para vender vuestro trabajo y no para ser empresarios", recuerda que le dijeron.

Nelson Mandela, de abogado

Pero Maponya perseveró y llevó el caso a los tribunales alegando que solo pretendía vender a los negros, y que un comercio de ropa en sus guetos mejoraría también la imagen de los trabajadores ante sus dueños. Le representó el entonces joven abogado Nelson Mandela, y aunque no ganaron el caso sí que consiguieron un permiso para abrir una tienda de artículos de primera necesidad en Soweto (el mayor gueto negro del país, situado junto a Johannesburgo).

"No podíamos vender cosas como atún, porque estaba considerado un lujo", rememora Maponya, que pronto se pasó a la venta de leche en el mismo gueto.

"Muchas zonas no tenían electricidad y la leche es un producto altamente perecedero", explica el empresario, que puso a diez hombres con bicicletas a repartir a domicilio en las horas donde la gente suele beber leche, especialmente por la mañana y por la noche.

"En un año tenía a más de sesenta repartidores. En dos, éramos más de cien", recuerda.

Atraída por su éxito, una gran empresa de lácteos desembarcó en Soweto con sus camiones-nevera, y Maponya no pudo competir contra ella.

Comenzó entonces a vender carne, y consiguió después licencia para abrir una gasolinera, una de las pocas que había en el barrio, y que llegó a ser considerada como "la que más gasolina vendía en todo el hemisferio sur".

Maponya abrió después dos concesionarios de coches que murieron, literalmente, de éxito.

"Nos iba extremadamente bien. Cerramos porque no querían aumentar la asignación de vehículos que teníamos, con la que no podíamos hacer frente a la demanda", aclara.

En los 70 Maponya comenzó una nueva batalla, que ganó en 1997, tres años después de la caída del "apartheid": obtener permiso para construir un centro comercial en Soweto.

El complejo, que lleva su nombre y es el primero propiedad de un negro en Sudáfrica, abrió en 2007 y no para de mejorar sus resultados cada año.

Para Maponya, abrir en Soweto algo clave para el estilo de vida y el imaginario sudafricanos, ya que un "mall"simboliza una especie de culminación del acceso a la ciudadanía de los negros sudafricanos.

"Maponya Mall representa a la gente negra en toda Sudáfrica", dice con orgullo.

Richard Maponya ha sido criticado por hacerse rico bajo el régimen de segregación racial.

Él, que siempre creó "estructuras muy modernas"que nadie creía que pudieran ser obra de un negro, ve sus logros como una forma de crear puestos de trabajo, de mejorar su vida y la de su comunidad.

Pero también como una misión. "Mi idea era demostrar que si a un negro se le daba la oportunidad podía triunfar como su semejante blanco".