Economía

La «revolución» llega a los espacios de trabajo

Las empresas se están digitalizando y poniendo en valor a sus empleados. Hacer que se sientan cómodos y favorecer la comunicación son vitales para alcanzar la máxima eficiencia

Los integrantes: abajo, José María Bardají y Susana Rodríguez. Arriba, de izquierda a derecha, Fernando Rodríguez, María Teresa González, José Ramón Gómez y Francisco Vázquez / Foto: C. Pastrano
Los integrantes: abajo, José María Bardají y Susana Rodríguez. Arriba, de izquierda a derecha, Fernando Rodríguez, María Teresa González, José Ramón Gómez y Francisco Vázquez / Foto: C. Pastranolarazon

Las empresas se están digitalizando y poniendo en valor a sus empleados. Hacer que se sientan cómodos y favorecer la comunicación son vitales para alcanzar la máxima eficiencia.

El trabajo se ha convertido en nuestra segunda casa. Cada vez somos más exigentes con el entorno en el que desempeñamos nuestra labor y queremos sentirnos tan a gusto como en el propio domicilio. Y las empresas también están conformes porque han comprobado que cuanto más cómodos están sus empleados, estos aumentan su productividad y se involucran más en el crecimiento de la compañía. Así, los espacios de trabajo están cambiando, colocando a la gente que los ocupan en el foco del bienestar. Para saber cómo conseguirlo, LA RAZÓN promovió el debate «Sentido y propósito de la transformación desde las personas», en el que participaron José Ramón Gómez Almansa, reponsable de Nuevas Formas de Trabajo de Cajamar; Fernando Rodríguez, CEO de Publicis; Susana Rodríguez Urgel, «Digital Transformation Executive Program Academic Director» en el Instituto de Empresa; María Teresa González García, directora de Clientes Residenciales y Negocios de Endesa; José María Bardají, director de Comunicación, Media y Relaciones Públicas de Bacardí, y Francisco Vázquez Medem, presidente de 3g Smart Group.

Esta última empresa se dedica a crear espacios de trabajo innovadores, en los que se transmitan los valores de la compañía que les reclama, se incorpore la última tecnología adecuada para el sector correspondiente y, además, los empleados sientan el gusto de entrar por la puerta cada día. Este tipo de servicios se ha extendido en los últimos años, sobre todo porque grandes corporaciones como Google o Apple les funciona muy bien. Muchos quieren imitarles. Sin embargo, Francisco Vázquez afirmó que ese no es el camino correcto: «La gente está perdida, no sabe ni a donde ni cómo correr. La gente te pide soluciones preconcebidas, desea ser como las empresas, pero cada una tiene que realizar su propio análisis interno y preguntarse ¿qué he sido?, ¿qué soy? y ¿qué quiero hacer?».

El proceso de digitalización ha sido uno de los factores por los que las empresas han decidido modernizar sus lugares de trabajo. Quieren sumar la tecnología a sus labores cotidianas, con el fin de ser más productivas y darle comodidades a los empleados. Claro que esto más que un cambio, conlleva un giro de 180º. «La expresión la nueva normalidad me gusta mucho, porque hace alusión a que las compañías se deben adaptar a casi todo y, de esa manera, se transforman», explicó Vázquez.

Fernando Rodríguez fue más allá y subrayó que, en su conjunto, la digitalización «es una revolución» y tenemos que tenerla en cuenta como tal, pues ya hemos tenido experiencias que nos hablan de lo que supondrá. «Va a tener tanto calado como las tres anteriores que se han dado, la del lenguaje, la de la agricultura y la industrial. Pero llevarla a cabo de forma correcta exige el propósito de los individuos, de las administraciones y de la sociedad», añade.

A pesar de que ya se han dado los primeros pasos, aún queda mucho por hacer, ya que, recordó Susana Rodríguez, «dentro de nuestras oficinas todavía no somos digitales, sino analógicos». Y es que resulta difícil acabar con viejas costumbres; el papel y el bolígrafo continúan estando por delante de la «tablet» y los cajones son más usados que la famosa nube.

Pero hay un grupo de empresas que se han adelantado al futuro y ya han superado la fase analógica. Han incorporado la tecnología y han adaptado sus espacios de trabajo de forma que el empleado se sienta el gran protagonista. Este giro supone, directamente, un cambio en la cultura de la compañía que pasa por «aplicar los valores que definen a la compañía», mantuvo el director de Comunicación, Media y Relaciones Públicas de Bacardí, una de las corporaciones que han lllevado a cabo la transformación de sus oficinas

Bardaji contó que en su caso, «la conversión se hizo mirando al pasado, centrándonos en los tres pilares tradicionales de la empresa, inspirados en su fundador: el concepto de familia, el atrevimiento sin miedo y que todos los empleados sean formados para que actúen como si la compañía también fuese suya. Sin embargo, desde que entramos en crisis en 2008 hemos tenido 7 CEO diferentes, que no tenían nada que ver con ninguno de esos valores que nos hicieron grandes. Pero ahora los hemos recuperado, hemos vuelto a los orígenes, a conectar con las personas. Y en ese proceso es muy importante nuestra nueva sede, en la Plaza de Cataluña de Barcelona, donde cada uno de nuestros trabajadores se siente como en casa. Grabamos la primera vez que entraron, y las reacciones eran como las de los niños el día de Reyes».

Asimismo, comentó que este nuevo espacio favorece la comunicación cara a cara, pues los empleados no están aislados en sus correspondientes despachos, y la demostración de que los correos electrónicos internos han descendido alrededor de un 90%. En Cajamar han llevado a cabo una transformación en el mismo sentido, el de conectar a su gente, que antes estaba dividida en diferentes edifcios y ahora se encuentra toda bajo el mismo techo.

«Empezamos a aplicarlo en nuestras oficinas a pie de calle para hacerlas más eficientes y, de esa forma, ofrecer más calidad a los clientes porque la banca digital llega a un determinado público, pero el resto exige una relación personal», sostuvo José Ramón Gómez. Tras esta decisión, quisieron seguir avanzando en la misma dirección y lograr la misma eficiencia «en la sede central con un edificio adaptado a nuestras necesidades y en el que se juntasen todos los grupos que conforman Cajamar, que antes estaban separados distintos recintos. Ahora se da una sinergia, hemos dado voz a los empleados, que estaban deseosos de hablar, y eso ha sido espectacular».

En Publicis, por su parte, han hecho de su espacio de trabajo un verdadero pueblo. Y, como dijo Rodríguez, el CEO, como tal «genera cultura y cohesión». Que se haya convertido en una villa, sólo se puede lograr si se pone el foco en que las personas que forman parte de ella puedan estar conectadas el mayor tiempo posible: «Hay salas de reuniones compartidas, ahora tenemos una “foodtruck”, también hay un gran café, y lo que hemos visto que antes los empleados se metían en las salas cerradas, y ahora se juntan en el café y comparten opiniones e ideas. Personas que no se encontraban ahora lo hacen a menudo».

Tras conocer distintos ejemplos en el sector de las bebidas alcohólicas, la banca y la publicidad, también encontramos uno en el energético, donde Endesa quiere seguir ganando terreno a través de unos espacios de trabajo que den mayor importancia a los trabajadores. María Teresa González explicó que la intención siempre fue «buscar espacios en los que pudiésemos poner en valor al empleado, con espacios “coworking” para equipos multidisciplinares. Esto supone pensar en cómo queremos evolucionar y cómo vamos a cambiar nuestras necesidades y formas de trabajar. Lo hacemos escuchando a los trabajadores y hemos comprobado que su visión de la empresa coincidía con la de los directivos». Ésta es una experiencia más que demuestra que el empleado es un gran conocedor de la empresa, y si se les da el poder suficiente, pueden ayudar a mejorarla.