Motor
Locomotora amenazada
La industria española del motor lleva ocho meses consecutivos de descenso de ventas. Un periodo en negativo que nos retrotrae a los años de la crisis 2011/2013. La guerra al automóvil por parte de algunas autoridades no es ajena a este fenómeno.
La industria española del motor lleva ocho meses consecutivos de descenso de ventas. Un periodo en negativo que nos retrotrae a los años de la crisis 2011/2013. La guerra al automóvil por parte de algunas autoridades no es ajena a este fenómeno.
A principios del pasado año las ventas de automóviles en España estaban casi equilibradas. Los datos de enero de 2018 lo reflejaban con claridad: el 51,7% de los coches vendidos en nuestro país eran de gasolina, el 41,8% diésel y el resto, híbridos o eléctricos. Y en esto llegó Teresa Ribera y soltó aquello de que «los días de los diésel están contados», introduciendo la desconfianza entre los consumidores. Los efectos de unas declaraciones tan irresponsables no se hicieron esperar y las matriculaciones de los turismos de motor diésel se desplomaron y, según los datos de abril, sólo representan el 27,3%. La industria cifra en 25.000 unidades las ventas que se han perdido sólo en el primer trimestre del año.
Desde el pasado mes de septiembre las cifras de matriculaciones mensuales no paran de caer en comparación con el mismo mes del año anterior. El sector encadena ocho meses de números rojos, lo cual comienza a amenazar seriamente a una de las industrias locomotoras de nuestra economía. A algunas autoridades tanto del Gobierno Sánchez como otras que gestionan grandes ciudades, parece no importarles que el automóvil represente el 10 del PIB nacional, que nuestro país sea el segundo productor de automóviles de Europa y noveno del mundo, que sea el primer sector industrial exportador, fundamental para nuestra balanza de pagos y que dé trabajo al 9% de la población española.
Como decimos, la actitud de ciertas autoridades no es ajena en absoluto a esta situación. A través de declaraciones sin sentido o de actitudes de lucha frontal contra el transporte particular en las grandes ciudades sólo se logra crear una incertidumbre en los usuarios que, ante la duda, retrasan su decisión de compra de un coche nuevo. Por ello cae la demanda de los particulares que, además, son las ventas más rentables para las redes comerciales.
Y casi todo es fruto de la ignorancia ya que, con la actual reglamentación, los modernos diésel tienen índices de emisiones de gases similares a los de gasolina. La contaminación que crean los coches, ínfima si la comparamos con las de las calefacciones o la aviación, proviene sobre todo de los coches viejos. Y España tiene el segundo parque más antiguo de Europa, con una media de edad de 12,5 años. Urge un plan de ayudas para achatarrar estos coches viejos, cambiarlos por otros nuevos y así cumplir con las directivas de la UE.
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