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Los chinos sacan a Mao Zedong de sus bolsillos

Una comerciante china, en el momento de leer un código QR
Una comerciante china, en el momento de leer un código QRlarazon

Aunque todavía puede parecer cosa del futuro, la existencia de una vida sin dinero en efectivo en el bolsillo ya es presente. El de China, concretamente. Allí, cualquier persona con una cuenta bancaria y un teléfono móvil inteligente puede llevar a cabo todas sus tareas diarias desde que sale por la puerta de casa hasta que se acuesta sin tener que sacar ni un solo yuan de la cartera, una revolución social y tecnológica que está convirtiendo a las monedas y billetes con el rostro de Mao Zedong en algo del pasado.

China es la líder mundial indiscutible de los pagos en línea y la gama de posibilidades con las que cuenta el consumidor dan buena cuenta de ello: de norte a sur y de este a oeste, en grandes ciudades o pueblos remotos, cuentas de restaurates o supermercados, entradas a espectáculos, refrescos en máquinas expendedoras, taxis, recibos y hasta las propinas en un bar o las limosnas a los mendigos pueden ser abonadas con unos sencillos toques en la pantalla de estos aparatos digitales.

La última en sumarse a esta tendencia imparable ha sido la red de metro de Shanghái, la mayor del mundo con sus 700 kilómetros de vías, que desde el pasado enero cuenta en sus 389 estaciones con los lectores de códigos QR necesarios para llevar a cabo estas operaciones. «Estos códigos han cambiado la vida cotidiana de las personas en China. Es el momento adecuado para implementar el nuevo método de pago, lo que hará que viajar en el metro de Shanghái sea más práctico», aseguró en su presentación Jin Tao, ejecutivo del centro de administración de información metropolitana de esta urbe de 20 millones de habitantes.

Funcionamiento

El funcionamiento es sencillo. Lo primero que debe hacer el usuario es descargarse en su móvil una aplicación de pago como Alipay o Wechat Pay, los servicios de pago en línea de los gigantes electrónicos Alibaba y Tencent que copan el 54% y el 40% del mercado del pago con teléfono móvil respectivamente (el 6% restante se lo reparten entre Apple Pay, Samsung Pay y otras). Una vez instaladas, el usuario puede optar por utilizarlas como un monedero virtual que se va recargando a voluntad o vincularlas a una cuenta corriente de un banco chino.

Más tarde, a la hora de pasar por caja o hacer una transferencia a otro particular, esa aplicación del móvil generará un código QR con una «vida útil» de un minuto quetiene que ser escaneado por el receptor, bien sea con un lector láser o con otro teléfono. Además, como estos códigos bidimensionales capaces de almacenar 300 veces más información que un código de barras tradicional son tan fáciles de usar y crear, también es posible encontrar pequeños comercios o incluso vendedores callejeros en los que el sistema funciona a la inversa, con un código ya impreso en el mostrador que debe ser escaneado por el cliente para hacer efectiva la transacción. Shelleen Shum, analista de la firma eMarketer, considera que el éxito de este fenómeno responde a varias razones. «Mientras que los consumidores de otros países están acostumbrados a usar tarjetas de crédito, este sistema de pago nunca ha arraigado en China, en donde hasta hace poco primaban las transacciones en efectivo», aseguró. «Si a esto le sumas la amplia penetración de internet y los ‘‘smartphones’’ en la sociedad china –731 millones de internautas de los que un 95% accedió a la red a través de su móvil–, las enormes bases de usuarios con las que ya contaban Alipay y Wechat derivadas de sus respectivos negocios previos y la vertiginosa digitalización de las nuevas generaciones chinas, no es de extrañar que se haya producido este salto tan significativo».

Tan grande ha sido ese salto que, en 2016, la firma iResearch cifró el volumen de las transacciones realizadas con los dispositivos móviles en casi seis billones de euros, un guarismoque cuadruplicaba al conseguido un año antes y que multiplicaba por más de 50 los 112.000 millones de dólares registrados en Estados Unidos, el segundo mayor mercado mundial para los pagos cibernéticos.

Ventajas e inconvenientes

Al igual que sucede con otros sistemas, el pago a través del móvil presenta ventajas e inconvenientes. Por un lado, facilita la vida de los usuarios, propicia el auge de la economía compartida –bicicletas, paraguas o balones de baloncesto, entre otros–, y sirve para controlar los flujos de dinero. Por el otro, siempre hay riesgos de que se produzca una brecha en la seguridad del sistema o de que se emplee para ejecutar transacciones sin pagar impuestos, dando pie a que crezca aún más la economía sumergida.

«Además, hay algo inquietante en el hecho de que dos compañías tengan tantísima información sobre el comportamiento de los usuarios», aseguró a este diario Ben Cavender, analista de China Market Research Group. Como señaló, Alibaba y Tencent están en la obligación de proteger la privacidad de sus usuarios, pero también de respetar las restrictivas leyes impuestas por el Partido Comunista Chino, lo que les sobliga a proporcionar cualquier dato que le soliciten las autoridades. Por eso, muchos temen que estos sistemas se conviertan en un mecanismo más de control para el ya de por sí autoritario régimen chino, que está apostando por las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial como vías para garantizar la seguridad –y de paso, mantener a raya– a su población.

Por su parte, las dos compañías líderes en el sector siguen centrándose en la innovación y en desarrollar nuevos productos que se integren en su particular ecosistema. Si hace unos meses llegaba Smile to Pay –un sistema biométrico que permite pagar con el escaneo de la cara–, ahora Alibaba está apostando fuerte por el negocio de supermercados, en los que pretende combinar los modelos de compra on-line y off-line, y por la creación de sus propios productos financieros y de inversión como el popular Yuebao, que permite invertir los ahorros de cada uno logrando una alta rentabilidad y pudiendo gestionar todo a través del móvil.

Tendencia futura

Sobre el futuro, todo apunta a que la tendencia seguirá al alza. La firma iResearch considera que, para 2019, el volumen de las transacciones con el móvil podría crecer hasta los 15,7 billones de euros, mientras que una encuesta de la consultora YouGov indica que casi uno de cada tres chinos considera que el dinero en metálico desaparecerá por completo del país en una década. «Estamos llegando a un punto en el que muchos comercios y restaurantes ven cómo dos tercios de los pagos se hacen a través del móvil. Si la adopción de estos sistemas continúa como hasta ahora y el Gobierno no interviene para regular con fuerza, China podría fácilmente carecer de efectivo de cinco a diez años», afirmó en esta línea Cavender.

España instaura este método

En España, prácticamente todas las entidades financieras cuentan con su propia aplicación para pagar con el smartphone, aunque también han ido incorporando la posibilidad de hacerlo con las plataformas de los gigantes tecnológicos como Apple Pay (Banco Santander) o Samsung Pay (Sabadell, Caixabank, Santandero o Abanca).

Aunque los dos gigantes chinos todavía tienen una presencia menor, poco a poco también han ido introduciéndose en el mercado nacional. Por ejemplo, en junio de 2017, BBVA firmó un acuerdo para que los turistas chinos puedan pagar en comercios españoles utilizando Alipay (a través de Smartpay), mientras que Mango anunció en diciembre que permitirá en algunas de sus tiendas pagar con Alipay o Wechat Pay, una posibilidad dedicada a atraer a los bastante generosos turistas chinos, algo que se espera que hagan otros comercios.