Empresas
Margallo abre camino a los empresarios españoles en Libia
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ha realizado hoy la primera visita a Libia de un Gobierno occidental tras la formación el pasado 14 de octubre del nuevo Ejecutivo que encabeza Ali Zidan. Junto a la ministra de Fomento, Ana Pastor, el jefe de la Diplomacia española se ha reunido con el presidente del Congreso, Mohamed Magarief, el primer ministro y los ministros de Exteriores, Cooperación y Fomento. Un grupo de 16 empresarios españoles completa la delegación que pretende abrir vías de comunicación para, a medio plazo, participar en la reconstrucción de un país que el año pasado se libró del dictador Muamar Gadafi después de 42 años. Margallo anunció en rueda de Prensa que se ha creado una comisión mixta hispanolibia para determinar los problemas de las empresas que vieron interrumpidos sus contratos por la revolución del 17 de febrero de 2011. La cifra global de negocios en suspenso de firmas internacionales es de 9.500 millones de euros. El ministro español también ha pedido a su homólogo que se acelere el proceso de revisión de dichos contratos a cargo del "comité de corrupción"instaurado por el nuevo régimen. La mayoría de empresas que acompañan al ministro hacían negocio en la Libia prerrevolucionaria, entre ellas Repsol, Gas Natural, Indra o Sacyr Vallehermoso. De hecho, Repsol es el único que opera ahora en el sur de país y ya ha logrado recuperar su producción diaria de 330.000 barriles de petróleo.
Aunque la balanza comercial está completamente descompensada, Margallo asegura que ha detectado "mucha ilusión de las empresas españolas por las oportunidades que ofrece este país". Y es que Libia, con menos de seis millones de habitantes y las mayores reservas de crudo del continente africano, cuenta con un presupuesto para el próximo año de 54.800 millones de dólares. Están dispuestos a gastar mucho dinero en la creación de infraestructuras, un sector en el que España persigue las obras de ampliación del aeropuerto tripolitano y la vía de circunvalación de la capital.
Sólo para 2013 está previsto que la economía libia crezca al 17 por ciento, un impulso que se mantendrá al 10 por ciento el siguiente lustro. Según Pastor, Libia necesita hasta 900.000 viviendas de nueva creación, un oasis para las constructoras españolas que sufren la sequía de la crisis.
Según fuentes diplomáticas, el interés por todo lo español es muy destacado y los libios que han podido visitar nuestro país "se jactan de ello". La "simpatía"puede jugar a favor de los intereses españoles aquí, aunque la seguridad física y jurídica aún son las grandes signaturas pendientes. De hecho, durante su comparecencia ante la Prensa, el ministro de Cooperación ha hecho hincapié repetidas veces en la necesidad de atar la seguridad, todavía muy inestable. El pasado domingo, un ataque contra una comisaría en Bengasi, la segunda ciudad en importancia, acabó con la vida de cuatro policías y ayer mismo podían escucharse disparos y alguna explosión en la capital. Y es que el potencial de violencia es muy alto apenas un año después de que se declarara oficialmente terminada la "primavera árabe"libia. Muchas de las milicias gadafistas permanecen dormidas y las células de Al Qaida aprovechan la inestabilidad para establecer alianzas que en otro momento parecerían imposibles. El asesinato en Bengasi del cónsul estadounidense a principios de septiembre es un ejemplo de la amenaza que se cierne sobre la aún frágil transición libia a la democracia. En este sentido, el control de fronteras es esencial. La Guardia Civil española colaborará en el marco de la Unión Europea en el intercambio de información y en el adiestramiento de los cuerpos de seguridad.
Otra de las preocupaciones del primer ministro, que le sea devuelta al pueblo la riqueza que el clan Gadafi sacó del país, parece que al menos en España está zanjada. Fuentes diplomáticas aseguran que el control del Banco Árabe-Español (Aresbank), con unos 350 millones de euros en activos, ya ha sido devuelto al nuevo Gobierno. También las propiedades inmobiliarias del dictador libio en la Costa del Sol, que ocupaban casi 7.000 hectáreas, y en las que planeaba construir miles de viviendas, un campo de golf y un centro de congresos.
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