Actualidad

Reforma fiscal

Qué debe saber de impuestos

La Razón
La RazónLa Razón

El pasado lunes, el Ejecutivo daba a conocer la reforma fiscal. Con los ojos puestos en el denominado informe Lagares, el cual encargó este mismo Gobierno, y después de que los españoles hayan tenido que soportar un aumento considerable de la tributación –teniendo presente la última etapa de Zapatero han sido mucho más de cuarenta subidas–, los ojos estaban puestos en una rebaja. Desde el punto de vista netamente económico, sin consideraciones políticas que a mí como economista no me corresponde analizar, una rebaja de la tributación permitiría apuntalar la recuperación, incentivando el consumo interno al aumentar la renta disponible de los castigados hogares.

Pero este anhelado deseo se enfrentaba a un hito importante, el ya muy elevado déficit público, que se ha traducido en un importante aumento de la deuda pública, la cual amenaza con llegar a un volumen del 100% sobre el PIB. Bruselas, aún cuando viene demostrando una tendencia más comprensiva en estos temas, ya ha comentado que a ellos no se les ha consultado y que esta reforma puede comprometer los objetivos de déficit contraídos por España. Es precisamente el déficit público la mayor presión para que la bajada no pueda ser todo lo contundente que debería. En este sentido, parece más que deseable que en los próximos meses se acometa una mejora, si bien no parece que vayamos a asistir a grandes medidas que adelgacen los gastos, tanto del Gobierno central como de los autonómicos. Esta visión pesimista parece acertada si tenemos presente que ya se nos ha comentado que se aplaza la reforma de la financiación autonómica.

Antes de entrar con la valoración de las medidas asumidas, es necesario referirse a la lucha contra el fraude. Es el aspecto que más unanimidad levanta en cuanto a las críticas y uno de los puntos más débiles de la reforma que se va a llevar a cabo, que la economía sumergida en España se estime en torno al veinticinco por ciento del PIB debe llevar a adoptar todas las medidas necesarias para rebajar estas cifras. La economía sumergida es una lacra que afecta a nuestras empresas, a aquellas que cumplen con sus obligaciones fiscales convenientemente, y también a las personas, especialmente los que tienen una nómina, que deben soportar con sus tributos el desfase que genera y que además lleva a una situación de indignación. Es urgente acabar con la famosa frase de «con IVA o sin IVA», tan extendida en determinadas actividades, pero todavía lo es más que las multinacionales extranjeras que operan en España no paguen sus impuestos correspondientes. No son admisible las triquiñuelas empleadas por estas organizaciones, que utilizan paraísos fiscales o bien figuras impositiva de países de la Unión Europea como son Holanda (sandwich holandés) o Irlanda (doble irlandés), para pagar mucho menos de lo que les correspondería.

Sin subidas en el IVA

En cuanto al IVA no hay novedades reseñables, los consumidores van a seguir pagando más por este impuesto indirecto que antes de la crisis. Al menos no vamos a ver una subida del mismo como se reclama desde muchos frentes, tan sólo en algunos productos médicos que por imposición europea deben ser gravados con un tipo superior. Por cierto, sería conveniente explicar detalladamente la razón de esta demanda, que no es otra que aumentar el IVA, pero rebajando las cargas fiscales que soportan las empresas, posibilitando de esta forma una mayor contratación al rebajar el coste de las plantillas, incidiendo positivamente en la competitividad de nuestros productos en el exterior, especialmente ahora que las exportaciones parecen estancadas, pues los productos son exportados sin IVA y al rebajar las cotizaciones caen los costes laborales para su fabricación. Cierto que el efecto no se da con tanta claridad en el sector de la hostelería. Ahora bien, con la situación e inestabilidad que sufren los países árabes del Mediterráneo, es posible que el sector no se vea perjudicado al tener menos presión en la competencia de estos países. La demandada y muy polémica subida del IVA, recogida en el informe Lagares y apoyada por el propio Banco de España, es una medida que intenta paliar el mayor problema que en estos momentos tiene el país: el paro. Por supuesto, la subida del IVA tiene que ir siempre en conjunción con una rebaja de las cotizaciones sociales para que no sea una medida recaudatoria, sino de apoyo a rebajar la tasa de paro.

IRPF: bajada neutra

El IVA interesa y mucho al ciudadano, pero donde estaban puestos todos los ojos es en cómo quedaría la tributación del trabajo, tanto por cuenta ajena como por cuenta propia, pero especialmente en el primer caso en aquellos que tienen nómina y que son los que soportan, principalmente, la tributación del IRPF. Digámoslo ya, la rebaja de la imposición incide especialmente en las rentas más bajas y en las más altas, pero es bastante neutra en las rentas medias. En las rentas más bajas incide teniendo presente que su tributación relativa, es decir comparándola porcentualmente, va a caer durante los dos próximos años un 23,2%, ésta es la caída que tendría un contribuyente cuya base imponible no superase los 12.000 euros. Lógicamente si traducimos ese 23,2% a euros el ahorro es bajo, aproximadamente unos 360 euros anuales o si se prefiere dispondrá en 2016 de 30 euros más mensuales. Si miramos ahora las rentas más altas, aquellas que sobrepasan los 60.000 euros, el ahorro relativo es mucho menor en términos porcentuales pero lógicamente cuando se cuantifica el ahorro en euros, las cantidades son a tener en cuenta. Una pregunta que probablemente surge es si desde 2011, momento de hacerse cargo el PP del Gobierno, la tributación ha aumentado y disminuido, a lo cual hay que responder que para todos aquellos que tengan una base imponible inferior a 90.000 euros su tributación desciende y lo hace, especialmente, cuando es igual o inferior a 20.000 euros, por tanto las rentas superiores a los 90.000 euros pagarán más que cuando Zapatero dejó el Gobierno.

Tributación por despidos

Imposible no comentar la figura de tributación de los despidos, aspecto muy polémico, tanto que desde el primer momento Hacienda se ha mostrado abierta al dialogo. Si me permiten, me gustaría hacer primero una observación. Si la medida sigue adelante habrá una segmentación de trabajadores amparados en las normativas forales –País Vasco y Navarra–, puesto que ya se ha anunciado que en estas cuatro provincias esa medida no se va a llevar a cabo. El tema autonómico nuevamente muestra su peor cara, haciendo distinciones en una cosa tan básica e importante como es el trabajo, en este caso la indemnización por despido. Pero centrando el análisis en la medida, tributar en el IRPF por la cantidad que exceda de 2.000 euros por año en la indemnización recibida por despido, despidos que se produzcan ya desde el 20 de este mismo mes de junio, me parece una medida innecesaria, pues a efecto recaudatorio su impacto es bajísimo, generando una polémica gratuita. Si lo que el Gobierno quiere es evitar prácticas de despidos pactados, en ese caso, el medio para evitarlo no es la legislación fiscal, sino la laboral concretamente reforzando o restringiendo el acto de conciliación que es ahí donde reside la clave para evitar estos pactos entre empleado y empleador.

Rebajas a los autónomos

Ya que hablamos de salarios donde sí existen medidas a valorar positivamente y además se toman con gran velocidad es en el terreno de los autónomos. Así, desde el 1 de julio de este mismo año, las retenciones de las facturaciones realizadas por autónomos pasan a ser del 20 por ciento con carácter general, en lugar del 21 actual, pero cae esta retención al 15 en caso de que la renta del autónomo no exceda de los 12.000. Más que la rebaja, tan sólo un punto o si prefieren un cinco por ciento, lo reseñable para este colectivo es que su efecto va a ser inmediato y no tendrán que esperar hasta el 2016, como es el caso de los trabajadores por cuenta ajena. También es positivo el guiño lanzado por el ministro, al anunciar que se desea rebajar la retención a los autónomos que realizan labores de administradores de sociedades. Cualquier apoyo, ayuda o medida que beneficie a los autónomos es fundamental, puesto que, como la EPA nos muestra, los trabajadores por cuenta propia se han incrementado durante la crisis; el autoempleo y el emprendimiento están siendo una válvula de alivio importante al principal problema del país, el paro. Antes de pasar a otros aspectos, cabe señalar que existen reformas de calado en cuanto al acceso de tributación sobre módulos, en mi opinión positivo, dado que el sistema de módulos, cuando la actividad realizada no está muy enfocada a facturar a personas físicas y relativamente de baja cuantía puede conducir a un aumento del fraude fiscal.

Vivienda: «tajo» al alquiler

Otro aspecto polémico es la tributación de la vivienda. Afortunadamente no se contemplan incentivos a la compra, por más que este país siga pensando siempre que el ladrillo es una buena inversión. Ya hemos visto a dónde nos ha conducido la vivienda en esta crisis, los problemas que ha generado y que aún van a continuar. Pero desde luego con lo que estoy en contra es el «tajo» que les han metido a las reducciones fiscales por alquiler. Por mucho que el ministro diga que el mercado de la renta está ya solucionado y aun cuando supuestamente lo estuviera, existe una necesidad de romper el hábito español de la vivienda en propiedad. Son muchos los estudios que demuestran ineficiencias en esta visión, además de generar problemas importantes, como es por ejemplo el de la movilidad geográfica. En todo caso, el Gobierno no ha querido apretar aún más el tornillo impositivo sobre la vivienda, pues ha descartado incrementar la tributación sobre viviendas que no fuera la de residencia. Por mucho que en este país exista la visión de que invertir en vivienda es muy positivo, debemos empezar a cuestionar, o al menos matizar esta cuestión. Por cierto, y ya que hablamos de problemas, aquí tienen uno que el Gobierno ha solucionado: la dación en pago. Como saben, hasta ahora era posible que una persona que no pudiera pagar la hipoteca y el banco le permitiese cancelarla mediante la entrega del inmueble –dación en pago–, generase una plusvalía fiscal, si el capital pendiente de amortización era superior al valor de tasación de la vivienda, y por tanto diera lugar a tributación; la actual reforma impide ya esta situación.

Ahorro e inversión

Por último, queda la tributación de ahorro y la inversión, donde el nuevo marco es bastante tibio si hacemos comparaciones. Lo primero a destacar es que, como se sugería en el informe Lagares, no va a ver distinción por el periodo de generación. Hay una caída de las cuotas de gravamen que vienen a anular prácticamente la subida realizada en el año 2011. Asimismo, empeora el tratamiento fiscal a los dividendos, al tributar ahora desde el primer euro recibido, y beneficiará por tanto el cobro del dividendo mediante «scrip dividend» o si prefieren, recibir el dividendo en acciones en lugar de dinero. Las nuevas medidas dan un nuevo varapalo a las aportaciones a los instrumentos de previsión social al limitar a la baja la aportación máxima. Eso sí, se intenta compensar con la creación de planes de ahorro a cinco años, para ahorro muy conservador, los cuales de mantenerse los cinco años estarán exentos de tributación. Por cierto, los fondos de inversión y acciones también empeoran su tributación, aunque marginalmente, al desaparecer los coeficientes de abatimiento o rebajas fiscales que tiene la tributación de participaciones o acciones adquiridas anteriormente a 31 de diciembre de 1994.

En definitiva y para terminar una visión general: no es una reforma fiscal, es una minirreforma fiscal que pretende devolver las cuotas a donde estaban antes de la última subida impositiva.

Poco incremento de la renta disponible parece que va a lograr la nueva fiscalidad para las sufridas clases medias que esta crisis ha vapuleado y exprimido; además, al hacerlo en dos tramos la sensación se diluye aún más. Desengañémonos: la bajada no será de entidad hasta que no se acometa una rebaja del gasto público.

Miguel A. Bernal Alonso-Profesor y coordinador del Dpto. de Investigación del IEB