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Alfonso Merlos

Sudor y coraje

Sudor y coraje
Sudor y corajelarazon

Nadie tira la toalla. No estamos ante el reconocimiento de la impotencia. Se trata de mantener los pies sobre el suelo, de contarles a los españoles la verdad, de anticipar que los sacrificios que quedan por delante son extraordinarios, que la implicación de todos debe ser máxima, que no existen los milagros, que no se puede reconducir con éxito un país que perdió por completo el rumbo durante siete años y medio en los tres siguientes. No hay vuelta de hoja.

Es verdad que el Gobierno de Mariano Rajoy está pidiendo lo imposible: paciencia cuando hay formidables urgencias, tranquilidad cuando cunde en no pocos segmentos de la población la desesperación, visión del medio y largo plazo cuando son millones los compatriotas que están acuciados y agobiados por el día a día, por las cosas de comer, no por lo que ocurrirá el mes que viene, sino la próxima semana.

Estamos en un tiempo de mentalización, de cohesión, de unidad, de ayuda, de atención de los unos hacia los otros porque son mayoría quienes lo están pasando mal. Y hay que entenderlo con todas las consecuencias. Si así lo hacemos, llevaremos con dignidad este momento de sudores fríos y saldremos adelante gracias a nuestro coraje. Si caemos en el derrotismo, en el pesimismo, hasta en el nihilismo, flaco favor nos haremos. A nosotros mismos. A nuestros hijos. Y a los hijos de nuestros hijos.

Dicen que los mejores líderes son aquellos que no permiten sacrificios inútiles de sus subordinados. Y la prueba de fuego del Partido Popular es demostrar, más pronto que tarde, que estamos pagando un peaje por un futuro mejor, de estabilidad, de prosperidad y de concordia en un tiempo insuperablemente crucial.