Chipre

Una factura de 16.000 millones para la banca

La Razón
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Los más de 16.000 millones de euros de capitalización que ha perdido la banca española durante la última semana o los más de 10.000 millones anuales que tiene que pagar el Estado en intereses adicionales por cada 100 puntos básicos que sube la prima de riesgo son algunas de las cifras más inmediatas para poner de manifiesto los negativos efectos del contagio provocado por la negligente gestión de la crisis chipriota, último capítulo de una crisis europea en la que son continuos y persistentes los tropiezos por parte de quienes tienen la máxima responsabilidad en su gestión.

A pesar de que la economía de Chipre representa sólo el 0,2% de la economía de la zona euro, el miedo desatado por los términos del acuerdo y sobre todo las palabras de los líderes europeos abriendo la puerta a que el experimento practicado en Chipre pueda aplicarse en otros países han reavivado las llamas de una crisis que parecía encauzada. La posterior limitación al libre movimiento de capitales, vulnerando los propios tratados de la UE y uno de sus pilares fundamentales no ha servido para inspirar confianza: curiosa forma de proteger a los ahorradores y ganar su confianza limitando su derecho a mover su capital. Esta última medida se anuncia durante una semana; no les quepa duda de que serán varias semanas, quizá incluso meses, hasta que se levanten las restricciones sobre un capital que intenta escapar porque se le persigue.

Europa dispone de las herramientas necesarias para hacer frente a situaciones como la crisis de Chipre y, sin embargo, en lugar de hacer uso de ellas, ha preferido aplicar un escarmiento a las peores prácticas de los responsables de la crisis en el trasero de los chipriotas, víctimas propiciatorias de un fuego cruzado que tiene más de político que de económico. No se entiende tampoco la urgencia por alcanzar un acuerdo de madrugada cuando Chipre tiene sus necesidades de financiación cubiertas hasta junio. Necesariamente hay datos que desconocemos.

Entre los damnificados colaterales se cuentan las entidades bancarias españolas en posición más frágil, aquellas que de necesitar en el futuro una recapitalización adicional podrían llevarla a cabo con la contribución de sus accionistas, bonistas y depositantes. Desde que se hizo pública la decisión Bruselas de aplicar un nuevo criterio en la recapitalización de los bancos, chipriotas los inversores han colocado nuevamente en situación de cuarentena a la banca mediana de España. Casas como Morgan Stanley o Citi han aconsejado a sus clientes prudencia sobre la banca española a la vista del desenlace chipriota, en un movimiento que nos recuerda momentos no vividos desde el pasado verano.

En estas circunstancias, el bloqueo financiero en Chipre no solamente paraliza su economía sino que extiende su efecto a otros países periféricos como España: aunque parece que hay signos alentadores de un cambio en la estructura de la economía –aumento de la competitividad, capacidad de recuperación de las exportaciones, el retorno de la inversión extranjera directa–, los últimos indicadores adelantados sugieren que la economía española seguirá en recesión durante prácticamente todo 2013 y difícilmente crecerá en 2014, escenario que difícilmente mejorará si la crisis europea permanece atrapada en el actual círculo vicioso en el que la política, con su estrategia del avestruz, amenaza permanentemente la ansiada recuperación.