Coronavirus
La izquierda se desgasta por negligente
«La alternativa al gobierno se consolida, pero el rédito es limitado pese al desastre»
España ha cerrado un año durísimo que ha supuesto un ejercicio de resistencia para los ciudadanos y una prueba de enorme intensidad para los responsables políticos, especialmente para el experimento de la fórmula Frankenstein con la que Pedro Sánchez se aseguró La Moncloa, que cumple un año. Afrontar un reto como esta pandemia global ha resultado una tarea hercúlea para todos los gobiernos del mundo, pero ha evidenciado las fortalezas de los capaces y las carencias de los negligentes. El gabinete socialista-comunista que nos rige no se encuentra entre los primeros. Es una inferencia objetiva. Prácticamente la totalidad de los parámetros que sirven para evaluar la calidad de la actuación contra el contagio ocupan plaza entre los más negativos del mundo. Y todo ello sin entrar en las formas de una gobernanza oscurantista, manipuladora, distante y ajena a la verdad. En este escenario, pese a todo, Pedro Sánchez ha logrado ensamblar un artefacto mayoritario áspero y desabrido con los enemigos de la España constitucional, proetarras incluidos, sin escrúpulos que se hayan interpuesto en su determinación por garantizarse la legislatura como sea. Es obvio que, pese a los discursos grandilocuentes huérfanos de todo vestigio de autocrítica, el gobierno, los dos socios, ha cometido demasiados estragos contra el interés general como para no padecer desgaste. Según la encuesta de NC Report para LA RAZÓN, el PSOE perdería entre ocho y diez escaños en poco más de un año –respecto a las elecciones de noviembre de 2019–, si bien aún se mantendría como el partido más votado (110/112). Igualmente, Unidas Podemos se dejaría otros cuatro o cinco parlamentarios, que engrosar a su ya agudo declive desde hace varios comicios (30/31). Y mientras el Ejecutivo se debilita, la oposición se robustece. La estrategia del PP de Pablo Casado saldría respaldada. Es el único gran partido que crecería y lo haría con intensidad, entre trece y quince escaños más (102/104). La novedad es que no lo haría solo a costa de Vox, que conserva sus escaños e incluso puede mejorarlos (51/52), sino entre los electores de Ciudadanos. El dato de que los populares se distinguen por una mayor fidelidad de sus votantes (92,2%) que ningún otro grupo acredita una ejecutoria. Para Ciudadanos, el horizonte no se despejaría y su rumbo errático certificaría la ínfima representación actual (10/11). Es un dato inobjetable que los despropósitos frente a la pandemia y el mercadeo del interés nacional han achicado la diferencia entre los dos grandes partidos en más de cinco puntos y que la alternancia no es una posibilidad remota, pese a las profecías del vicepresidente Iglesias. El sondeo describe otro Parlamento atomizado y complejo, con la derecha penando su división y la izquierda explotando los resortes del poder que la blindan en parte del desplome que merece. Con todo, lo peor de este panorama es que el país se verá privado demasiado tiempo de las políticas que necesita y la lealtad que merece de sus gobernantes.
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