Editoriales
El inexcusable relevo de Fernando Simón
La misión del jefe de Emergencias no es ejercer de parachoques del Gobierno
LA RAZÓN publica hoy los pormenores de los emolumentos que percibe Fernando Simón, funcionario del Estado y, por lo tanto, sujeto a las condiciones laborales de la función pública, información que el Gobierno se negaba a facilitar, en un nuevo desprecio a la Ley de Transparencia, tal vez, por entender que la aplicación de ciertos pluses por razones de productividad, el denominado «complemento pandemia», podía dar lugar a incómodas comparaciones con la situación de otros trabajadores sanitarios.
Pero más allá de la cuantía del salario que percibe el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, que se mantiene en la línea de los más altos funcionarios, cabe preguntarse, al menos, así lo hace la mayor parte de la opinión pública española, si no ha llegado el momento de proceder al relevo de un técnico en salud pública que se ha demostrado incapaz de prever no ya sólo las dimensiones de la amenaza infecciosa, sino de mantener una estrategia mínimamente coherente de prevención y control de la pandemia de coronavirus. Y, por supuesto, no hablamos de artes adivinatorias, puesto que la moderna epidemiología dispone de instrumentos bien probados, sino de un desempeño profesional que, por la experiencia acumulada a lo largo de este terrible año, se ha visto perturbado en demasía por supuestas servidumbres de índole política o, cuando menos, coyuntural, que muy mal se compadecen con las exigencias de un cargo eminentemente técnico donde los haya.
Incluso, podríamos asegurar sin incurrir en acusaciones gratuitas, que Fernando Simón ha ejercido en demasiadas ocasiones de «parachoques» gubernamental, papel incompatible desde cualquier punto de vista con las responsabilidades de su cargo. No es sólo su puesta de perfil ante la convocatoria de la manifestación feminista del 8 de marzo de 2020, sino la confusión sembrada entre los ciudadanos sobre la conveniencia del uso de mascarillas o la discutida idoneidad de las que repartió tempranamente la Comunidad de Madrid a través del sistema de farmacias, que no pueden atribuirse a la ignorancia, sino al encubrimiento de las dificultades que encontraba el Gobierno de Pedro Sánchez para adquirir el necesario material de protección. Con el problema añadido, puesto de manifiesto al hilo de la aparición de la cepa británica, de que la pérdida de credibilidad del doctor Simón contribuye a la confusión de una ciudadanía a la que se hizo creer en la victoria sobre el coronavirus y que, hoy, ve como la cifra de fallecimientos puede superar a los peores momentos de abril pasado. Parece, pues, inexcusable el relevo del actual director del CCAES por alguien que sea capaz de devolver la confianza a la población. Está en la mano de la nueva ministra de Sanidad, Carolina Darias.
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