Editorial

Todos apuntan a Madrid

Un vuelco inesperado ha trastocado toda la agenda política de los partidos, que no siempre coincide con las prioridades nacionales, y pone en marcha un ciclo electoral que cambiará, en algunos casos, las alianzas. Sobre el papel, no tiene que ser malo, si no acaban constituyéndose gobiernos inestables, artificiosos y sin programas realmente viables. El anuncio de que PSOE y Cs iban a presentar una moción de censura en la Región de Murcia, presidida por el popular Fernando López Miras, precipitó que Isabel Díaz Ayuso dimitiera de la presidencia de la Comunidad de Madrid, se disolviera la Asamblea y se convocasen elecciones para el próximo 4 de mayo. Esta iniciativa, argumentó, sólo buscaba anticiparse a la posibilidad más que probable de otra moción con los mismos actores, socialistas y Cs. De hecho, PSOE y Más Madrid presentaron una moción que al final ha sido admitida por la Asamblea, aunque es dudoso que prospere; en todo caso, anticipa una litigio judicial sobre si prevalece el criterio de la Mesa de la cámara ante la disolución de ésta. De ejecutarse, habría que ver si el partido naranja llevaría al socialista Ángel Gabilondo a la Puerta del Sol. En los dos casos, en el de Murcia y en el de Madrid, el desencadenante es el giro dado por el partido de Inés Arrimadas, una operación arriesgada, pero obligada por el momento que vive el partido. No sólo fue el vertiginoso retroceso en votos y escaños, sino la indefinición estratégica lo que ha provocado el desconcierto en su electorado. Reafirmar su seña de identidad centrista está en la base de este movimiento con el que quiere situarse en un espacio hoy deshabitado por la polarización política que el propio PSOE ha encabezado. En política, como en todo, el tiempo pasa irremediablemente y corregir los errores del pasado muchas veces es inútil. Ya se verá si Arrimadas acierta al brindar su apoyo a Pedro Sánchez y si éste demuestra generosidad y va rebajando su dependencia tóxica de Pablo Iglesias. Por contra, Díaz Ayuso sí ha sabido definir su liderazgo al frente de la Comunidad de Madrid, al punto de que recoge el guante lanzado por Cs y desmonta el gobierno de coalición. Pese a defender el trabajo realizado con sus hasta ahora socios –ante la pandemia, el crecimiento económico, incluso en su posición combativa ante las llamadas «guerras culturales» abiertas por la izquierda podemita–, ha actuado con reflejos al comprender que, como así ha sido, la moción de censura presentada por socialistas y Más Madrid sólo tiene sentido si cuenta con el apoyo de Cs, lo que convierte a esta operación en algo que implica de lleno a la estrategia de Sánchez de ampliar su hegemonía y arrebatar al PP el Gobierno en el que más claramente ha definido el momento en el que vive el centroderecha. La decisión de Cs tiene una consecuencia de calado, ofrecer a Sánchez conquistar la plaza más deseada: Madrid.