Editorial
De nuevo, la vía fácil del hachazo fiscal
No puede decirse que haya pecado, precisamente, de heterodoxia el grupo de expertos reunido por el Gobierno para diseñar la futura reforma del sistema fiscal español. Sus conclusiones, obvias cuando de lo que se trata es de incrementar los ingresos del Estado sin abordar la transformación en profundidad de los instrumentos recaudatorios, es que se debe subir el IVA, con un tipo general que elimine los regímenes especiales; que hay que armonizar los impuestos a los combustibles y, por supuesto, que es posible operar sobre la «fiscalidad verde» mediante la aplicación de peajes, el incremento de los precios del diésel, la gasolina y el gas natural; de las matriculaciones, de los billetes de avión y, también, de los fertilizantes nitrogenados.
El paquete de medidas recomendadas se completa con la aplicación general de unos tipos mínimos para los impuestos de Sucesiones, Donaciones y Patrimonio, que conjuren la tentación liberal de los gobiernos autonómicos del Partido Popular, y con una revisión de las bonificaciones en el IRPF. De nuevo, la vía fácil del hachazo fiscal, especialmente dirigido sobre el cuello del ciudadano medio. Sólo en el ámbito del del uso del automóvil, como publica LA RAZÓN, se pretende obtener un extra de 12.500 millones de euros –sobre los 30.000 millones que ya se recaudan–, conscientes, sin duda, de que el vehículo propio sigue siendo el medio de transporte más utilizado por los ciudadanos, tanto para el desplazamiento al puesto de trabajo como para el ocio, sin que las alternativas actuales supongan el menor incentivo para el cambio.
No deja de ser significativo que la propia ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se haya apresurado a declarar que no está en las previsiones del Gobierno aplicar en el corto plazo la propuesta de reforma del Sistema Tributario, al menos, hasta que se normalice la situación provocada por la crisis de Ucrania, salvo en lo que se refiere a la «armonización de la tributación autonómica», tal vez, porque es la demostración palpable de que no es cierto que con mayor presión fiscal se consigue mejorar la recaudación. Otra cuestión, no menos importante, es si un Ejecutivo de izquierdas estaría dispuesto a cruzar una de sus líneas ideológicas más recurrentes, como es la subida general del IVA, un impuesto que, tradicionalmente, viene siendo denostado por los socialistas como una figura profundamente discriminatoria, que castiga a los ciudadanos con menores rentas.
Y, sin embargo, la subida del IVA es la vía que señalan las autoridades comunitarias y que aconsejan la mayoría de los expertos en fiscalidad para corregir el desequilibrio presupuestario. No en vano, según un informe del Banco de España, en 2018 las bonificaciones fiscales sobre el IVA supusieron una merma de ingresos de 41.000 millones de euros. Pero, por lo visto, lo fácil es subir la gasolina.
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