Editorial

Una cesión política de recorrido muy corto

Es probable que el principal socio nacionalista del Gobierno, ERC, no quiera forzar más la mano en el caso de las escuchas y se conforme con la cabeza de Paz Esteban, entre otras cuestiones, porque ir más allá en la exigencia de destituciones pondría al jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, en una situación imposible, con el riesgo inherente de un final abrupto de la legislatura. Al menos, ese es el cálculo que las diversas fuentes gubernamentales quieren trasladar a la opinión pública.

Así, el cese de la, hasta ayer, directora del CNI, una mujer de larga experiencia en el servicio y de un bien ganado prestigio profesional, serviría para devolver la estabilidad parlamentaria al PSOE, amén de llevarse a cabo una desclasificación de documentos secretos, que se espera selectiva. Hasta aquí, nos encontraríamos en el marco de una maniobra política previsible y, por ello, de corto recorrido, puesto que nadie con cierta experiencia en el manejo de información reservada puede confiar en que su conocimiento público no provoque un cadena de reacciones de muy difícil control.

Más aún, porque entre los propios socios del Gobierno se pretende llevar a cabo una depuración interna del CNI, que, cuando menos, provocará la inevitable parálisis de una institución clave en la defensa de los intereses del Estado en unos momentos de graves tensiones en el exterior. Pero existe otro factor estratégico en el que no suele reparar nuestro actual Gobierno y que versa sobre la percepción política de los ciudadanos del común ante una cesión al independentismo tan clamorosa como la producida. Unos ciudadanos, hay que recordarlo, que son los futuros votantes y que, en su gran mayoría, consideran normal que el CNI, y, por ende, el Gobierno, hubieran tomado las disposiciones preventivas necesarias –dentro de lo que permiten las leyes y bajo el control judicial, como es el caso– para conjurar cualquier nuevo ataque al ordenamiento jurídico y al orden constitucional por parte de unos políticos que no se han recatado a la hora de afirmar que lo volverían a hacer.

Y, a todo esto, confiando en que otras formaciones implicadas no quieran seguir explotando una veta victimista tan promisoria para sus intereses, lo que pondría al Gobierno en una incómoda situación defensiva, también, ante unos partidos de la oposición que ya han señalado la palmaria incongruencia gubernamental, puesto que las actividades del CNI tienen como principal objeto el de advertir y asesorar a la Presidencia del Gobierno, para que pueda tomar las decisiones referidas a la seguridad del Estado con el máximo de información posible. Finalmente, hay una nota positiva, como es la figura de la nueva directora general del Centro, Esperanza Casteleiro, con tres décadas de experiencia en el servicio de información y actual mano derecha de Margarita Robles.